XII

777 83 5
                                    

Lo escribí el día 12, supuestamente publicándolo inmediatamente. Wattpad decidió dejarlo como borrador y despertar mis paranoias. Recién me doy cuenta de que no se publicó.
Pta bida tt.

____________________________

Agarré su miembro con la mano para acercarlo aún más hacia mi rostro.
Lo observé con cierta vergüenza y miré a Hijikata de reojo. Parecía estar demasiado ocupado acariciando mi espalda y preparándose para arañarme en cualquier momento, pero quizás eran sólo imaginaciones mías.
Al fin y al cabo temía lo peor de toda esta situación cada vez más.

Fingí que el jodidamente ardiente pe** del estúpido de Tosshi era un caramelo, tal y como él había sugerido, pero me sentía incapaz de meterme esa cosa en la boca teniendo en cuenta que ya había desaparecido gran parte del sirope.

—Oi —lo llamé casi con molestia—. Pásame el bote con sirope de fresa.

—Mh... —musitó, quizás en un intento de asentir—. Cómo se nota que eres un adicto al azúcar —comentó mientras me acercaba el dichoso bote.

—Créeme, esto no es porque quiera evitar un bajón de azúcar... —confesé de mala gana, tras lo cual se burló de mí.

—Sí, yo también te quiero, Gintoki —volvió a llamarme por mi nombre, hecho que me desconcertó, y sentí cómo se acercaba aún más a mí mientras trataba de echarle encima medio bote de sirope.

Cuando ya me había mentalizado —o eso quería creer— lo suficiente como para chupar un pe**, va el idiota de Hijikata y hace más cosas que me confundían e incluso me desquiciaban.

—¡¡Mis testí*****!! ¿¡Pero qué haces!? —exclamé volteándome hacia él y mirándole con todo el odio del mundo.

—¡Lo mismo que he estado haciendo con tu po**, estúpido! —replicó irritado—. ¿¡O es que prefieres que haga esto!? —cuestionó con descaro antes de darme un beso negro.

UN.
PUTO.
BESO.
NEGRO.

Me estremecí —como para no hacerlo— y mi fuerza se fue a tomar por saco.
Me sentí irremediablemente débil, y traté, en vano, de mantener la compostura.
Apoyé mi cabeza sobre su pierna, conteniendo mis emociones todo lo que me fuera posible.
Sin embargo estaba del todo seguro de que era capaz de oír mis endebles gemidos.
Continuó haciendo aquello, muy probablemente disfrutando cada segundo de la humillación de mi persona.

Será hijo de...

—Estás arrugando las manos y los pies, Yorozuya —sonrió malicioso sin dejar de juguetear con mi cuerpo—. Eso me gusta.

Una vez más. Una puta vez más.
¿¿Por qué me llama por mi nombre y de repente me denigra al título de Yorozuya??
Está disfrutando todo esto, ¿verdad?
¡No entiendo a este tipo!
¡¡Es molesto!!

Decidido.
Estaba del todo decidido a hacerle pasar por el mismo tipo de vergüenza.
No me importaba cómo. Sólo quería igualar la situación.

Estúpido perro del Gobierno...

Ahí estaba. Tenía el elemento perfecto frente a mis ojos.
Su pe**.
¿No quería que se la chupara como un caramelo?
Pues eso iba a hacer.
Era imposible que no fuera a estremecerse con eso.

Saqué fuerzas de quién sabe dónde, cerré los ojos, volví a mentalizarme en tiempo récord, y traté su po** recubierta de sirope como una piruleta.

—Ah-- Hnf--... —suspiró tras alejar su rostro de mi cuerpo—. G-Gin--... Arf...

—Ahora eres tú quién arruga manos y pies —le hice saber malicioso, sonriendo con maldad.

Hijikata estaba clavándome las zarpas en los muslos, pero en ese momento no me importaba demasiado. Mi objetivo estaba resultando.

A ver si se va a creer éste que después de todo no voy a ser sádico y dominante con él.
Un uke también puede llevar el mando, ¿verdad?

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora