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Tras soltar esa romántica frase de "Quiero verte más de cerca", Tosshi creyó oportuno rodearme la barbilla con la mano para así facilitarse el beso que, evidentemente, me iba a dar.

Resultaba casi previsible, pero genio de mí, no hice nada al respecto. Quizás mi instinto decidió que era lo mejor, porque así estaría contento (él, no yo) y evitaría, de este modo, meterme en más problemas de los que tengo ya acumulados después de 48 miserables capítulos.

¿Cuándo dices que se acaba esta historia?

Lo siguiente que llevó a cabo mi Príncipe azul, y nótese el sarcasmo, fue empezar a desvestirme. Adiós kimono. Adiós camiseta. Por suerte desde ahí no podía ni tan siquiera plantearse quitarme el pantalón.

—Levanta —ordenó en seco.

—No —decidí cavar mi propia tumba tras contradecir mi instinto.

—Está bien —no pareció importarle.

Espero no tener una muerte muy dolorosa. Todo menos tortura. Por favor. Onii-chan.

—¿Entonces te da lo mismo? —pregunté con cierta sorpresa—. ¿Es eso?

—No. Simplemente no necesito que te quites el pantalón —concluyó, tras lo cual me tiró al suelo con una patada.

Eché un quejido tras golpearme contra el suelo, fruncí el ceño y miré detenidamente el rostro de Hijikata.

—¿A qué viene eso ahora? —cuestioné molesto.

Toshiro se levantó de la mesa y se agachó hacia mí. Me observó con el semblante inexpresivo, con aquellos ojos púrpura propios de un demonio clavados en mí.

—¿Duele?

—¡Pues claro que duele, idiota! —repliqué—. ¡Acabas de meterme una patada contra el suelo!

—Hm.

—Hm. ¿¡Hm qué!? ¡¡Lo dices como si fuera algo ajeno a ti!!

—¿No lo es? —murmuró.

—Bueno. Teniendo en cuenta que has sido quién me ha pateado… ¡¡Evidentemente no es algo ajeno a ti!!

—Ya veo.

Siguió actuando como si no hubiese tenido nada que ver en aquello, limitándose a darme un beso en la frente como si fuera la solución máxima.

—Estoy cansado de esto —dijo en voz baja.

—Normal —contesté de mal gana—. Si este es el capítulo 49 ya. Déjame libre y acabamos la historia con un final feliz, ¿te parece?

—Déjame pensar… —miró a un lado, simulando que verdaderamente se lo planteaba—. No.

—Diablos. Debía intentarlo —resoplé al no haber logrado mi objetivo.

Hijikata, que aún me observaba, echó una pequeña burla tras romper mis esperanzas.

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora