Hijikata se burló de mí mientras yo seguía mirándole mal, aún avergonzado.
Tras unos segundos se llevó la mano al bolsillo, como si acabara de recordar algo.¿Qué demonios sacará ahora este tío?
Para mi sorpresa, lo que agarró fue...
—¿Sirope de fresa…? —pregunté incrédulo. ¿En serio? ¿Estaré soñando o qué?—. ¿Qué haces tú, el amante de la mayonesa, con eso?
—Es para ti —contestó con un gesto de "¿Acaso no es obvio?" que no comprendía del todo.
¿Para qué quería yo un bote de sirope de fresa ahora mismo?
¿Qué se ha fumado éste?
¿Es que ha comprado tabaco barato porque no tenía dinero?
No, imposible, me estaba dando un pastizal por esto.¿Entonces, para qué...?
Le miré confuso a más no poder. Mi cerebro no daba para tanto en estos momentos.
Es evidente que toda la sangre está donde no debería.
Joder.Hijikata se separó de mí, haciendo que mi cuerpo cayera completamente sobre el suelo. Seguidamente se levantó y empezó a quitarse la poca ropa que le quedaba ya.
Pero qué...
...eso...
...Es...
...grande.
¿¡Pero qué!?
¿¡Qué demonios hago fijándome en eso!?
Ah, claro... Es que va a meterme esa cosa por el trasero.
Cierto.
Maldita sea...
Hijikata anduvo hasta mí, dejándome entre sus piernas, y empeorando aún más las vistas.
—¿Pero qué demonios haces? —traté de averiguar al verle abrir el bote de sirope.
¿Pretendía echármelo encima o qué?
¿No preferiría usar mayonesa para eso?
— Voy a facilitarle las cosas, deja de mirarme con esa cara —pareció regañarme, tras lo cual se echó el sirope ahí.
AHÍ.
DE TODOS LOS SITIOS POSIBLES, VA Y SE LO ECHA AHÍ.
No me jodas...
¡¡NO ME JODAS!!
El friki de la mayonesa me obligó a levantarme y después se tumbó en el suelo.
¿¿Qué demonios hace ahora??
¿¿Se le ha ido la olla o qué??—Ponte —ordenó, mirándome a los ojos.
—¿Eh?
— Que te pongas —insistió—. Ya sabes, te pones sobre mí con las rodillas y las manos sobre el suelo...
—¡Ya sé cómo va eso, idiota! —aclaré inmediatamente, haciendo caso a sus peticiones.
Me quedé mirando detenidamente cada pequeño detalle de... Bueno, eso.
Es grande. No esperaba que este tipo la tuviera así.
...Qué más dará, no es como si yo la tuviera microscópica.
Noté algo espeso recorriendo mi hermoso trasero. No pude evitar estremecerme.
—¿¿¿Pero qué haces??? —pregunté molesto.
—Te echo mayonesa para que sea todo más fácil, bobo —aclaró con indiferencia.
—¡Y lo dices como si fuera lo más normal del mundo!
—¡Oh, venga! ¡Deja de quejarte de todo! —me rodeó con sus brazos y empujó la parte superior de mi torso hacia su cadera—. ¡Simplemente finge que es una piruleta o algo así, joder! ¡Maldito quejica!