XLIV

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Mierda.

En eso tenía razón.

...

¿¡Para qué mierdas abro la boca!?

¡¡Si no hubiera dicho aquello, ahora mismo podría seguir quejándome una y otra vez hasta que se hartara y me dejara en paz!!

¡¡AAGHHH!!

¡¡Soy un puto idiota!!

¡¡Eso es!!

¡¡Si es que no soy más estúpido de milagro!!

—¿Hm? —interrumpió mis pensamientos—. Parece que te he dejado sin argumentos. ¿No es así, Gintoki?

—Eres un grandísimo hijo de p-…

—No hace falta que lo intentes, yo te quiero aún más —me interrumpió.

—Capullo —insistí.

—Sí, sí.

Le miré con cara de malas pulgas. Porque realmente estaba molesto. A decir verdad, estaba más enfadado conmigo mismo que con él.
Me mantuve en silencio, tratando contener las ganas de destrozar todo y deseando que no me explotara una vena.

Hijikata se limitó a mantener esa dichosa sonrisa burlona mientras volvía a buscar un cigarrillo que fumar.
Una vez lo encontró, me besó e inmediatamente se levantó, volvió a colocarse el kimono, y apartó la tela que hacía de puerta, para así salir y fumar fuera, evitando desquiciarme aún más por culpa del humo del tabaco.

Incliné la cabeza hacia atrás y traté de calmarme, soltando un largo suspiro.

Tragué saliva y me reincorporé, tras lo cual simplemente giré el cuello lo suficiente para ver qué hacía Hijikata. Parecía distraído mirando cómo la gente iba de aquí para allá.

Volví a mirar al frente, esta vez dirigiendo los ojos al suelo. Aunque era como si no viera nada. Me quedé absorto en mis pensamientos.

Hablando seriamente...

¿Qué es lo que siento por él?

Está claro que le odio, de eso no hay duda.

Pero…

…¿Por qué parece que cada vez le odio menos?

Realmente...

…¿Estoy empezando a sentirme atraído?

¿Por Hijikata?

Incluso él mismo…

¿De verdad que no son imaginaciones mías?

Quizás lleva tanto tiempo dándome la lata con que me gusta, que he acabado creyéndolo.

¿Es eso?

…¿O sólo estoy buscando una excusa?

Una excusa... Para evitar responsabilidades.

Ugh

Me estoy rompiendo la cabeza con todo este lío.

Debe de haber alguna forma de solucionarlo.

Una respuesta sencilla.

…¿No?

Espero que sea así.

Me estoy volviendo loco.

Eché un suspiro y me revolví el pelo con la mano, tratando de pensar en cualquier otra cosa.

Volví a ladear la cabeza hacia donde estaba Hijikata. Seguía igual de apacible, tranquilo, observando a la multitud mientras el humo del cigarrillo iba ondeando antes de desaparecer.

Podría incluso decir que esa escena parecía una obra de arte colocada frente a mis ojos.

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora