Bien.
O sea, no.
Mal.
Quiero decir, ahora son dos malditos dedos.
Eso significa mayor dolor y sufrimiento.
Por consiguiente va a ser más complicado seguir fingiendo que no estoy notando nada.
Cosa que va a provocar que Hijikata vuelva a interrogarme como loco para asegurarse de que no me está haciendo daño.
Y su acoso provocará que me enfade.
Y él se enfadará también.
Y será aún peor.
Maldita sea.
— ¿Estás bien? — preguntó después de mis vanos intentos de reprimirme, aparentemente evidenciando que estaba viviendo una tortura— . No tienes muy buena cara.
— ¿Es que acaso se puede tener buena cara en esta situación del demonio? — cuestioné mientras trataba de sobrellevar el dolor.
— Y a mí qué me cuentas, Gin... ¿Quieres que vaya más despacio? — quiso saber— . ¿O debería usar--
— ¡¡Ni se te ocurra echarme esa mierda de mayonesa ahí también!! — le advertí inmediatamente, asegurándome de que ni tan siguiera se le pasara por la cabeza hacer eso. Suficiente mayonesa he tenido ya por encima como para que me ponga medio bote más.
— No iba a hacer eso — negó tras unos segundos en silencio— . No me mires con esa cara. No estoy mintiendo — suspiró— . Lo que iba a sugerir era usar la lengua. Sí, ya sé que no es algo especialmente agradable — continuó al ver mi rostro de disgusto— , pero ahora mismo parece la mejor opción. ¿O prefieres que continuemos con los dichosos dedos que no entran ni de broma?
— Eh... No — contesté— . Bastante he sufrido con los dos dedos.
— Bien, entonces estamos de acuerdo por una vez — añadió, tras lo cual pareció recostarse boca abajo en el suelo, apoyándose con los brazos y, evidentemente y por desgracia, acercando su rostro a mis posaderas.
Y una vez más... Volvía a sentir mi piel cada vez más húmeda. Trataba de mirarle a la cara, más que nada porque debía ser humillante para él; sin embargo, yo mismo apartaba los ojos por la misma razón.
Mi cuerpo estaba tembloroso por razones bastante obvias.
Pero aún quería reafirmar mi posición como dominante, así que, aún sin fijarme en él, coloqué mi mano sobre su cabello y lo agarré con endeble fuerza.
No es como si quisiera hacerle daño teniendo en cuenta que él está siendo increíblemente gentil conmigo.
Sólo pretendía sentirme el dominante y hacerle ver que no era su delicada y virginal muñeca hinchable personal.
