XXVIII

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Tuve un sueño tan profundo que ni siquiera una explosión cerca de mí hubiera perturbado mi descanso.

Cuando me desperté sentía el cuerpo más caliente de lo normal. Aún estaba medio dormido, pero logré distinguir una manta sobre mí.
Me giré y pude ver a Sadaharu y Kagura dormidos.

Supongo que me habrá arropado Kagura.

Bostecé y me estiré a fin de acabar de despertarme.
Me levanté con desgano y me rasqué la cabeza.
Podía oír unos pasos. Elizabeth. Cosa que debía significar que Zura venía con ella.

Fui a la puerta para evitar que se pusiera a gritar y despertara a Kagura y Sadaharu. Abrí y ahí estaba, a punto de alzar la voz.
Traté en todo lo posible que no gritara. Y por suerte lo conseguí.

—Venía a buscarte para irnos ya —dijo mientras se acomodaba el bigote falso.

—¿Ya? Pero si acaba de amanecer, ni siquiera ha salido el sol —me quejé tras bostezar.

—¡Hay que pillar un buen sitio!

—De cualquier forma, ni siquiera tengo un disfraz...

Entonces Zura tendió los brazos, ofreciéndome un traje de fontanero azul y verde, con una gorra encima.
Al cogerla un tanto sorprendido, pude ver que tenía varias tiritas en los dedos.

—¿Qué te ha…? —traté de averiguar.

—Ah, ¿esto? —se miró las manos—. Es que estuve toda la noche preparando el traje de Luigi, pero se me da bastante mal —se burló de sí mismo—. Al final tuvo que ayudarme Elizabeth.

Elizabeth.

Le ayudó.

Claro.

Porque es un tío con traje.

Si se rompe debe arreglarlo o crear otro.

Es normal que sepa coser.

Y que se le dé tan bien.

¿Por qué Zura no es capaz de darse cuenta de eso?

—Ah... Sí... —murmuré—. Gracias.

No fue hasta que Zura me agarró de la muñeca dispuesto a estarme hasta el dichoso concurso, que empezó a dolerme el cuerpo. Me liberé inmediatamente, pasé rápidamente al salón a coger el pequeño bote que me había traído Hijikata y me fui directo al baño. Todo esto mientras trataba de tardar el menor tiempo posible, sin hacer ruido, y soportando el dolor. Aunque lo último no era tan difícil, porque, pff, he tenido heridas de batalla mucho peores que esto, pero no me apetecía que el despistado éste me arrastrara por todos lados sin darse cuenta y acabara peor de lo que ya estoy.
Me eché la crema por donde pude y como pude.
Entonces salí y cerré la puerta.

—Gintoki.

—¿Ah?

—¿Qué te has echado por el pelo?

—…Un gel alisador.

Yorozuya Gin-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora