IX

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·anhelo·

Lana se encontraba delante del Smithsonian pensando que eso era posiblemente una de las peores ideas que había tenido en toda su vida.

El Soldado se encontraba a su lado, mirando también hacia la enorme superficie, quizá también dudaba, pero Lana no sabía cómo narices leer a ese tío.

Los dos caminaron el uno al lado del otro sin compartir una palabra, aunque Lana sonreía con su apariencia cambiada por la de la chica rubia, parecían una pareja un poco extraña. Sobre todo porque él cada vez que se sentía amenazado se tensaba como una cuerda de guitarra.

La primera en entrar en la exposición fue Lana, que sonrío dulcemente al hombre que tenía en la seguridad, que le pasó el detector de metales mirándola a los pechos en vez de a los ojos.

Sabía cómo diferir la atención de los hombres. Y eso el Soldado lo notó, puesto que cuando fue a pasar por la seguridad, ella tiró su teléfono al suelo con un estruendo que hizo que todos los guardas se girasen. Se agachó con una sonrisa, captando la atención del guarda, que ignoró el color rojo del lector cuando pasó por el brazo de metal.

- Qué torpe. – Lana dijo, con una sonrisa de idiota, mientras cogía su teléfono y se ponía bien el maquillaje, guiñándole el ojo al Soldado, que pasó con cara de póker, pero asintiendo al guarda y siguiendo a Lana, que ahora caminaba tranquilamente hacia la exposición del Capitán América.

Llevaba una camiseta con un escote demasiado pronunciado y pantalones muy cortos y de cintura alta, que mostraban todas sus piernas.

- Que conste que el hecho de que se haya distraído me ha sorprendido muchísimo. – Lana rodó los ojos, sonriendo hacia el Soldado, que quería evitar mirarla. No sabía cómo reaccionar. – Iba a dejarme ver a malas.

- Podríamos habernos colado.

- También, pero no lo has sugerido mientras planeaba. – Lana subió las escaleras mecánicas, girándose para mirar al Soldado a los ojos.

- Sigo órdenes.

- No, no sigues órdenes, haces lo que quieres. Se llama libertad de expresión, puedes decirme lo que quieras, escuchar lo que quieras, pensar lo que quieras y demás. Bienvenido a América. – Lana miraba al Soldado, que juntaba las cejas como si no le hubiesen dicho eso jamás. – ¿Y bien? ¿Algo que alegar?

- Esos pantalones son demasiado cortos, si alguien te ataca te puede cortar fácilmente.

- Gracias. – Lana bajó las manos y miró hacia el otro lado, bajando de las escaleras mecánicas y procesando lo que le había dicho el Soldado durante unos segundos, pero cuando fue a soltarle algo sarcástico, lo encontró mirando fijamente hacia la cara de Steve.

La exposición estaba llena de banderitas americanas y fotos de su amigo. Lana había acudido a la inauguración junto a Steve y Tony, ya que los demás vengadores se habían negado a entrar a ese sitio, pero conociendo a Tony Stark... Él fue para que la gente le hiciese fotos, Lana fue a apoyar a Steve.

Incluso había una parte dedicada a los Vengadores al final, con vídeos de la Batalla de Nueva York. Haría dos años.

Lana caminó junto al Soldado cada vez que se movía para pasar a leer otra parte de información, vigilándolo de cerca, pero la chica tenía miedo de llegar a la parte central. Básicamente porque estaba llena de fotos de su cara. Y vídeos de su cara. Y información sobre su cara.

Como temía, se quedó aproximadamente veinte minutos mirando la parte que hablaba de él, leyendo con interés cada palabra que decían sobre él. Y ella, a su lado, miraba a sus alrededores, viendo la gente que se acercaba al stand y tenía que mirar por los lados del Soldado y la Vengadora disfrazada.

No dijo nada cuando el Soldado se movió, pasando a la siguiente pantalla con información, pero se había quedado serio y miraba hacia adelante con una cara que Lana había tenido varias veces en su vida. El Soldado, por una vez desde que lo había visto, parecía estar perdido.

- Eres esta. – Habló, al final, señalando un vídeo de Lana y Steve luchando contra el ejército Chitauri, ella con una pistola y un cetro que había robado a uno de los alienígenas, él, con el escudo. – Hekate.

- La misma. – Lana respondió, mirando hacia atrás. – Eres ese. – Los dos se miraron unos segundos, hasta que Lana habló. – Bucky. – No hizo ningún sonido, pero ahora Lana ya sabía cómo referirse al Soldado.

Ahora ya no era el Soldado, ahora era simplemente Bucky.

Tenía la cabeza gacha y se llevó la mano de verdad a la cara, bufando como si haber ido ahí le hubiese costado años, y le hubiesen torturado en el camino de ida en el bus.

Lana intentó ponerle la mano en el hombro, pero esta vez no se apartó, solamente se tensó más que una goma elástica a punto de explotar.

- Hekate no. – La miró fijamente, antes de que ella sonriese, pero parecía triste. Su problema era tener demasiados recuerdos, el problema de él era no tener recuerdos. – Anarquía.

El hecho de decir esa palabra hizo que casi se echase a llorar, una vez se había llamado así, una vez haría muchos años. Antes de perder a su Terry.

Le quitó la mano de encima para seguir mirando el vídeo de ella luchando contra un chitauri, viendo cómo el maldito alienígena intentaba hacerle daño, hasta que la Lana del vídeo se quedó quieta, desapareciendo delante de las narices del Chitauri.

- Es lo que haces. – Bucky señaló la pantalla de nuevo, y ella asintió, mirando atrás, viendo a un grupo de gente que paraba delante de ellos. – Te camuflas.

- Camuflaje dinámico. – Lana le volvió a mirar, con los brazos cruzados en el pecho. - ¿Vamos? ¿O quieres dar otra vuelta por la exposición?

Acabaron dando otra vuelta por la exposición y pasando de nuevo otros veinte minutos delante de la pantalla con un vídeo de Bucky y Steve riéndose, intentando parecer serios.

Qué cambio.

Lana también había tenido a alguien con quien intentar parecer seria, pero ahora sonreía sola.

- Quiero recordar. – Bucky estaba a su lado, mirando hacia el vídeo, y Lana asintió mientras miraba directamente hacia su nuevo protegido.

- Entonces te ayudaré.

Aunque le costase la cordura que le quedaba. 

HEKATE [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora