LXIII

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Lana se cruzó de brazos, Tony la estaba mirando con los ojos entrecerrados mientras ella, simplemente, se quedaba al lado de Stephen, que parecía MUY entretenido por la situación que se había formado, en general.

Era tan incómodo. Lana solo esperaba que en ese mismo momento no hubiese una aparición sorpresa de Steve (menos de Bucky, pese a que Lana hubiese dado su hígado por verlo en ese momento), era lo que faltaba.

Wong se puso en el centro de la sala, justo delante de las escaleras donde Lana y Thor se habían marchado. Parecía que habían pasado solamente unas semanas, pero la realidad era muy distinta. Habían pasado ocho meses desde que Lana se había ido con Thor, maldito Sakaar, y la mente de Lana estaba en otros lugares. ¿Qué pasaría si Bucky estaba mal? ¿O fuera de criogenización? ¿Se lo habría perdido?

Debía llegar a Wakanda lo antes posible, pero no sin antes hablar con Tony. Necesitaba el teléfono de Steve, avisarlo, lo que fuese.

- En los albores del universo, no había nada. – Wong comenzó, carraspeando mientras movía sus manos hacia arriba, creando un pequeño cosmos que Lana miró, con los brazos cruzados. Tony ya no la miraba. – Entonces, ¡boom!

El cosmos explotó, creando miles de estrellas separadas por la entrada del Sanctum Sanctórum, con una enorme nebulosa en el centro y seis pequeñas piedras de diferentes colores.

- El mismo Big Bang escupió seis cristales elementales, viajando a través del universo virgen. – Cinco cristales bajaron hasta Lana, que observó cómo uno naranja se posaba a su lado, ella solamente levantó un poco la mano, moviéndola encima del cristal. – Cada uno de estos cristales controla un aspecto esencial de la existencia.

- Espacio. – Stephen continuó, y una piedra completamente azul brilló, acercándose a él. – Realidad. – La roja brilló hacia él, cruzándose con una lila. – Poder. – Esta lila brilló, luego miró hacia Lana, que dejó volar la gema naranja hacia el centro. – Alma. – La naranja brilló, uniéndose a las demás. – Mente...

Una gema amarilla brilló, y después Stephen abrió el Ojo de Agamotto. Lana sabía perfectamente lo que era eso, había sufrido sus efectos y visto lo que hacía.

- Y tiempo. – La chica anunció mientras su maestro la miraba, para después mirar hacia la piedra de color verde que descansaba en su pecho.

- Repetidme su nombre. – Tony miró a Bruce, que miraba la piedra verde, justo antes de dar dos pasos hacia delante, pasando a Lana y su maestro.

- Thanos. – Bruce negó con la cabeza. – Es una plaga, invade planetas, toma lo que quiere y elimina a la mitad de la población. – Tony ya se había levantado y caminaba, vacilante, hacia el centro de la habitación, quedando a unos metros de Lana. – Él mandó a Loki, el ataque a Nueva York, fue él también.

- Llegó la hora. – Tony asintió, y Lana miró a su pecho. Tenía un pequeño triangulo que brillaba azul, potente, no sabía qué era, lo que sí podía saber era que a Pepper no le habría gustado nada. - ¿En qué punto estamos?

- Tiene dos gemas.

- Eso no lo sabes. – Lana dijo, llevándose una mano a la frente, Bruce se giró hacia ella, mirándola fijamente. Tony también se giró. – Cuando nos mandaron aquí... todavía no... No la tenía.

- Si la ha conseguido... Si tiene la gema del espacio y la del poder, ya lo convierte en el ser más poderoso del universo. – Tony se giró hacia Lana y Bruce, que se miraban entre ellos unos segundos. – Si se hace con todas las demás-

- Podría destruir la vida a una escala inconcebible otrora. – Stephen dijo, mirando a Tony, que se apoyó en un enorme caldero al lado de las escaleras, cogiéndose la pierna y estirando hacia atrás. El caldero del cosmos.

HEKATE [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora