XXXXII

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La escena era tranquila, o al menos, eso parecía. Hasta que abrió los ojos. Otra vez los críos lo estaban mirando. Abrió un ojo, y, evidentemente, ahí estaban. Pero se fueron corriendo cuando sonrío para sí mismo. Seguramente esperaban que saliese corriendo tras ellos para jugar o algo.

La verdad, estaba bien tener a tanta gente que lo apreciaba. Aunque estuviese en un lugar remoto de vete a saber dónde.

Wakanda, posiblemente.

Se levantó para salir de su cabaña, escuchando a los niños gritando su pequeño código. Lobo blanco. Vale, lo pillaba. Tenía mucho pelo y era blanco. Madre de Dios, esos niños... Bucky bajó la cabeza para no darse con toda la frente en el marco de la puerta, y, entrecerrando los ojos, vio qué le esperaba.

Plantada con los niños, estaba Shuri. Gracias al señor por esa joven. Le estaba ayudando muchísimo más de lo que merecía. Notó una punzada en el estómago. No se había acostumbrado todavía a no saber nada de Lana ni ver a Steve. ¿Cuánto haría de la última vez que los veía? ¿Un año?

Sinceramente, seguía sintiendo lo mismo por Lana que el momento en que se fue a dormir. Y la única fotografía que tenía de ella siempre lo acompañaba. Quizá era asquerosamente romántico, o quizá era una manera de acordarse de ella al estilo años 40, donde los soldados llevaban las fotos de sus chicas siempre encima, para que les diese suerte en la guerra.

Lana, por otra parte, dudaba que diese mucha suerte, sino un incesable dolor de cabeza.

Eh, Bucky la quería igual, con sus idioteces incluidas. Y estaba ansioso por saber de ella.

Se acercó hacia Shuri con paso decidido mientras los niños correteaban hacia otra de las cabañas, posiblemente buscando a sus madres para avisarlas de que la princesa de Wakanda estaba ahí.

- Buenos días, sargento Barnes. – Shuri sonrío, justo delante del lago de la aldea, donde él había ayudado a pescar. Y a cargarse un cocodrilo que se había comido a unos cerdos. Episodios aparte, Bucky ayudaba demasiado por ahí.

- Bucky.

Se quedó callado, esperando a ver qué noticias traía Shuri. Sinceramente, parecía nerviosa. Como si algo la molestase.

- ¿Cómo está?

- Bien. – Bucky hizo una pausa, mirando hacia atrás. Quizá Lana se había hecho invisible. Por eso Shuri parecía estar tan extraña. Sería eso. – Muchas gracias.

Se quedaron en silencio, y Shuri sonrío para ella misma. Todo era muy extraño.

- ¿Lana?

Shuri se quedó en silencio unos segundos y luego abrió la boca para hablar. Tenía que encontrar las palabras adecuadas para contárselo.

- Ay, Dios, ¿qué ha hecho ya?

- El año pasado, cuando accediste a dormir... - Shuri empezó, cruzándose de brazos. – Alguien contactó con Lana, accedió a encontrarse con esa persona a cambio de tener un monitor de seguimiento de vitales que Steve le obligó a llevar encima, para saber si estaba bien.

Bucky se había quedado callado. Tenía sentido. Lana sola era como un chimpancé con cuchillos, sorprendentemente estúpida y peligrosa.

- Y bien...

- Le alegrará saber que Lana lleva un año perfectamente. – Shuri sonrío, mientras de su muñeca salía un holograma con una imagen de Lana de haría muy poco. Sorprendentemente poco. – No sabíamos dónde estaba, hasta hace unos días, creo que lo hizo adrede.

- Sí, sale señalando a la cámara.

La imagen hizo que Bucky sonriese. Lana estaba siendo Lana, señalando a la cámara mientras se reía, vestida con ropa de calle y el peinado de siempre, pelo largo con las puntas rubias. Esa foto estaba hecha adrede.

- ¿Ha estado en contacto con el equipo?

- Poco. – Shuri comentó. – Lo único que sabemos es que varía la localización según los meses del año. Estos últimos tres meses ha estado en Nueva York, pero también ha pasado por Hong Kong, Londres y Katmandú, en Nepal.

- ¿Se sabe qué está haciendo?

- Según ella, esto. – Shuri movió de nuevo su mano, y salió una especie de audio, con más puntas altas que bajas.

- ¡Estoy aprendiendo tantas cosas nuevas! Ni siquiera podríais empezar a comprender, de hecho, ¡Sam, jódete, puedo volar yo también! Y no solo eso, sino que- Oh, ¡voy!

- Ahí se corta el audio. – Shuri bajó su pulsera con media sonrisa. – Este último es de hace dos meses, ha habido un silencio radiofónico desde su línea.

- ¿Es preocupante? – Bucky miró a la joven, que volvió a activar la pulsera, viendo las constantes vitales de Lana y enseñándoselas a Bucky.

- Por ahora, no. – Shuri guardó su pulsera y se llevó las manos a la cintura, mirando hacia el lago. – Pero vamos, ¡todavía hay más cosas que debe aprender!

Bucky miró hacia la joven y después miró al lago. Si Lana estaba bien, entonces él iba a estar mejor para cuando volviese a verla. 

HEKATE [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora