Su risa era la melodía que quería oír cada despertar.
Comencé a caminar en dirección contraria. Lo último que quería era tener una confrontación, sobre todo con él.
Su mano se enroscó alrededor de mi codo, impidiéndome escapar de su mirada cargada de enojo y preocupación.
Su toque produjo una sensación de frío y electricidad que me puso la piel de gallina.—No quieres hacer esto, no en el hospital —advertí.
—No me interesa dónde estemos. Quiero una explicación, comenzando por saber quién es el imbécil que te llevó a las pistas y arriesgó de esa forma.
Por imbécil se refería a Tyler, lo cual no aceptaba bajo ningún término.
—Ni si quiera lo conoces, y él intentó ayudarme a poner a salvo a Félix. Ahora mi hermano está en una camilla de hospital porque tú te metiste, Killian.
—Estabas corriendo una carrera —siseó, exasperado como si comprendiera lo peligroso que fue—. Esas personas te hubieran matado por dinero. Te salvé de terminar junto a tu hermano, Rebecca.
Tenía un punto, pero se necesitaban varios para crear una línea.
—¿Crees que no era consciente de los riesgo? —dije incrédula—. No soy una niña. Sé cómo se mueve el mundo.
Él inhaló por la nariz y exhaló el aire entre los dientes, molesto
—¿Te está molestando? —La voz de Amit no hizo que se moviera, pero yo sí lo hice.
—Este no es tu asunto, lárgate —advirtió Bates, desdeñoso.
Silencio reinó entre nosotros. La tensión creció con rapidez, acaparando cada centímetro de los cuerpos y el espacio.
—No me hagas repetirlo, vete, por favor. —El autocontrol del castaño estaba por quebrarse.
Entonces, sin previo aviso, el puño de Amit fue hacia su rostro.
—No recibo órdenes de nadie, menos de ti —escupió el moreno.
Killian masajeó su mandíbula antes de hacer un ademán de contraatacar.
—Suficiente mierda por hoy —interferí exhausta y tratando de ocultar mi preocupación por el golpe que recibió el chico—. Será mejor que te vayas a casa —dije bajando la voz y sosteniendo su mirada.
—Espero que sepas cuidarte sola, porque créeme cuando te digo que él no te cuidará —señaló con despreció a Amit—. Solo quiere acostarse contigo y tú se lo estás poniendo facilísimo, como en los viejos tiempos.
La ofensa abrió un tajo en medio de mi pecho. Los sentimientos formaron un huracán.
Amit se abalanzó en su dirección, pero lo detuve centrando una de mis manos en su pecho mientras Killian caminaba a paso feroz, emanando cólera por los poros.
—No lo vale —dije, aunque incluso yo tenía ganas de darle un golpe—. No gastes tu tiempo en él, úsalo para encontrar el paradero de quien nos importa —añadí, pero aún así en sus ojos brillaba una ira inquebrantable.
Respiró hondo dos veces antes de asentir a regañadientes.
—Sospeché que esto no había sido un simple accidente.
—No lo fue —aseveré—. Recibí un mensaje con una advertencia, la dirección de este hospital, pero como puedes ver no pude evitar que Félix terminase aquí.
Omití la parte de Killian en las pistas, salvándome y a la vez condenando al hermano de mi gemela.
—Quien quiera que sea, está jugando contigo y con la gente que Rebecca quiere.
—Es más que eso, es venganza... Como si se estuviera desquitando por algo que mi hermana hizo. —Traje al presente las antiguas cartas y obsequios que había recibido del desconocido, las analicé otra vez sin descanso .
—Ella se negó a darle lo que quería y luego escapó, aquí están las consecuencias de darle un no como respuesta a ese desgraciado. No es juego para nosotros, hay que hacer algo antes de que... —Ni siquiera se atrevió a terminar la oración.
Sabía exactamente lo que debía hacer, pero la idea de involucrar a Amit aún no me convencía. Esperaría a hablar con Tyler, él podría ayudarme sin ponerlo a él o a sí mismo en riesgo.
—Hay una forma de detenerlo... —reflexionó con ojos ingeniosos y brillantes—. En el baile de caridad de los Bates.
Si Rebecca no le dijo nada a Amit sobre su acosador fue porque no quería que corriese peligro.
¿Seguirlo era ir contra las deseos de mi hermana? Sí.
¿Lo valía? No si terminaba herido o muerto.
¿Tenía opción? Claro que no.
Narra Becca
Jaque mate, Glenn.
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El cuenta mitos de Becca
Novela JuvenilEl cielo y el infierno se han fusionado, es hora de correr.