Aceptar el dolor no es dar por acabada la lucha.
—¿Killian? ¿Me seguiste?
Sus ojos brillaron con recelo mientras los fijaba en los brazos de Tyler, que aún me rodeaban.
—¿Importa?
Me alejé de quien me abrazaba por instinto a evitar la confrontación, pero en realidad no tenía por qué. No estaba haciendo nada malo.
—Tus hábitos de zorra jamás se irán —remató con decepción.
—¿Qué diablos y quién eres tú para tratarla así? —Tyler intentó alcanzarlo pero lo retuve de la camiseta.
No tenía oportunidad contra Killian. Lo haría papilla.
—Te lo advierto, te usará y mentirá en la cara —le dijo a Ty—, pero si quieres caer en sus trampas está bien. Pueden irse al infierno.
Empezó a caminar hacia los árboles cuando reuní el coraje para hablar.
—¡Estás malinterpretando todo! —Intenté seguirle el paso—. Deja a Tyler fuera de tus estúpidos juegos de celos prematuros.
Me apresuré y planté frente a su cuerpo. No tuvo más opción que mirarme a los ojos.
Por dentro estaba nerviosa y molesta por su actitud en partes iguales. Si hubiera llegado solo unos minutos antes podría haberse topado con Becca. Mi plan se habría caído a pedazos en lo que dura un suspiro.
—¿Juegos? —repitió incrédulo—. ¿Crees que estar conmigo y luego correr a los brazos de otro es un juego? Porque la única que esta jugando eres tú y no lo seguirás haciendo conmigo.
—¡No estoy jugando contigo! Él único que parece jugar eres tú con tus cambios de humor y tu esmero es hacerme perder la cabeza.
Su respiración me rozaba la piel. Por un momento creí que íbamos a convertirnos en un lío de contradicción y nos besaríamos, pero en sus pupilas seguía reflejándose la cólera que sentía por dentro. Pasó por mi lado para abrir la puerta de su coche de un tirón.
—No te irás hasta que no me respondas por qué estás aquí en primer lugar —advertí, tan firme como pude.
—Vine porque quería asegurarme de que estuvieras bien... Ahora veo que estás mejor que nunca con Taylor.
Se subió al vehículo.
—Es Tyler —corregí.
Rodeé el coche y me subí al asiento del copiloto.
—¿A quién le importa? Solo bájate de mi auto. No volveré a repetirlo.
—A ti te importa, sino no estarías montando una escena, y no voy a dejarte ir hasta que me dejes explicarte cómo sucedieron las cosas. Tyler es mi amigo, déjalo fuera de todo el drama que hay entre nosotros.
—No hay un nosotros.
—Eso no es lo que decías en mi habitación.
Suspiró exhausto y se pasó ambas manos por el pelo.
—Basta, Becca.
—No, quiero que me escuches.
—¡Deja de molestar! ¡Bájate!
—¡Deja de sacarme de quicio entonces, por favor! —exploté—. ¡Estoy intentando...!
Me calló con un beso.
No fue como el primero. Este traía algo más desenfrenado, que se manifestó en la manera en que tiró de mí sobre su regazo. Una chispa dio origen a una llama que calentó nuestros pechos aplastados uno contra el otro.
Éramos desesperación, temblores y química; furia en busca de paz. Su boca sobre la mía me consumió hasta el punto en que mi alma resurgió del dolor y la ira, aliándose con la suya en un baile que redujo todo lo que estaba en el exterior del coche a la nada.
Killian tenía la habilidad de hacer deshacer el mundo para mí, lo cual era tan peligroso como extraordinario.
Necesitaba más de él.
Rebecca, Glenn, Kylie, Carter, Félix y cada problema que atormentaba mi cabeza fueron encerrados lejos de mi mente.
—Sacas lo peor de mí. Jamás le había levantado la voz a alguien así —confesé.
Una sonrisa apareció en su rostro.
—Me gusta corromperte un poco.
Nos observamos en un silencio que se extendió en el tiempo. Cuando me miraba me sentía un poco más transparente, como si tuviera asegurado que un día iba a poder librarme de pecados.
Solo fui él, yo y las estrellas por un rato.
Narra Becca
Podía verlos desde la penumbra del bosque, la forma en que compartían un secreto con solo una simple mirada dentro de ese vehículo que se convirtió en su propio refugio
Ahora sabía exactamente cómo lastimarla de la misma forma en que me había lastimado a mí.
Killian Bates, voy por ti.
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El cuenta mitos de Becca
Fiksi RemajaEl cielo y el infierno se han fusionado, es hora de correr.