Capítulo 62

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"Creer en los cuentos de hadas es ilusionarse con que siempre existirá un final feliz."

—¿Glenn? —susurré.

Mi corazón dio vuelco dentro de mi pecho al ver aquellos ojos del color de la brea. La última vez que lo había visto había sido hacía trece meses, en la estación de policía de Londoncast. 

—J... 

—No te atrevas a decir mi nombre —advertí cerrando la puerta con rapidez y dando un paso al frente.

Aún no podía olvidar la noche que me partió el corazón de tantas formas distintas.

Pareció dolido por mis palabras. Inhaló despacio y me quedé viendo su pecho, el mismo donde me había recostado tantas veces.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo fuiste capaz de...?

Tenía tantas preguntas y deseaba tantas respuestas, pero las primeras no salían de mi boca. Su presencia hacía que hablar fuera más difícil.

—¿Cómo fui capaz de mentirte? ¿De robar? ¿De quebrantar la ley y dejarte? —ofreció con un culpa feroz, tensándose—. Sé que conoces la historia. Kylie me contó cada detalle de la noche que Rebecca te dijo la verdad.

Cuando avanzó, yo retrocedí. Quería hacerle frente, pero una parte de mí tenía miedo.

—¿Cómo pudiste hacer eso? Me ocultaste a mi hermana, te fugaste con ella, cometiste delitos graves y ahora la policía te busca —acusé decepcionada—. ¿Y todo por mí? ¿Ese es tu gran motivo? ¿Soy yo?

No lo creía ni por un segundo.

—Te juro que sí. Fue todo por ti, desde el primer instante.

—¿Primero me golpeas ferozmente por querer conocer mi pasado y luego haces locuras en mi nombre? 

—Jamás te herí, nunca sería capaz de eso.

Hacía trece meses atrás, cuando no conocía nada ni a nadie de mi pasado, decidí investigar quiénes eran mis padres. Anhelaba ver sus rostros, preguntarles por qué me habían abandonado de niña; si habían superado sus problemas o el problema siempre fue que no me quisieron.

La duda jamás se iba, el sentimiento de ser despreciada tampoco.

Fui cientos de veces al orfanato donde había crecido, pero las administradoras jamás me daban respuestas. Sostenían que no había datos sobre mis padres, pero sabía que mentían. Lo sentía en las entrañas. Entonces, una noche de otoño, me aventuré a entrar en el hogar de niños por mi cuenta y robar los archivos, pero Glenn no quería que lo hiciera.

Parecía tan desesperado por detenerme que comencé a temer de lo que era capaz. Mientras revisaba las carpetas, alguien me atacó. Fue brutal. Nunca descubrí qué decían los archivos, ni quiénes eran mis progenitores. Lo único que supe fue que mi novio me había golpeado.

Ahora lo entendía. Glenn no quería que me enterara que tenía una gemela porque era consciente que alguien la perseguía y yo podría salir herida.

—No querías que supiera de la existencia de Becca, pero todo te salió mal —dije con lágrimas en la voz—. Al llegar a la estación de policía vi el cartel de búsqueda con su nombre y su foto.

—Ella era peligrosa, aún lo es —insistió—. No quería que estuvieras en la mira de ese psicópata que va tras ella.

Estaba siendo sincero. Se notaba en la preocupación de sus ojos. 

—No es una excusa, ella es mi hermana y tenía derecho a conocerla. Podría haberla ayudado. En realidad, podríamos, pero no me diste la posibilidad de elegir.

—¿Y ahora te haces pasar por Rebecca Rosewood? Esto es peligroso, no quiero que salgas herida. Tú y ella no tienen nada en común. Ella no merece que alguien como tú esté en su vida. Así que, por favor, ven conmigo —pidió con un hilo de desesperación, haciendo desaparecer el espacio entre nosotros.

Ahuecó mi mejilla. Sus dedos estaban fríos, y la misma frescura quemó mi piel. Me di cuenta que lo que teníamos se había desintegrado hace tiempo. Su tacto no me hacía lo mismo que el de Killian.

Cerré los ojos con vergüenza.

—No puedo... Le causé demasiado daño. Le robé la identidad. Ella ha sido cruel, y sé que me odia, pero a pesar de todo quiero que pueda volver a vivir con las personas que la quieren. Necesito que Becca esté segura, y la única forma de lograrlo es atrapando a quien va por ella.

—¿Es que no lo ves? Deseas que sea feliz a pesar de la mierda de persona que es. Exactamente por esto no te merece. Deja que se encargue de puto psicópata por sí misma. Con lo loca que está a que ni siquiera necesita ayu...

Negué con la cabeza y me aparté.

—No lo haré, y aunque me fuera contigo, ya no hay futuro al que quiera ir. La policía te busca y no podemos retomar nuestra antigua vida así como así.

Frunció el ceño.

—Tengo el dinero, podemos empezar de cero en otro lugar. Lejos de Shinefalls, lejos de todo, donde sea que quieras.

Incredulidad me obligó a cerrar las manos en puños.

—¿Crees que podemos amarnos otra vez luego de la noche que me hiciste pasar en ese maldito orfanato?

—Yo no fui quien te atacó.

—Si vas a mentirme en la cara será mejor que te vayas. Por favor, Glenn.

Mi miró como si fuera la razón de todas las tristezas del mundo, pero en mi cabeza seguía escuchando mis propios gritos mientras me golpeaban, y luego veía sus ojos encontrando los míos por un segundo en la comisaría, mientras llevaba las esposas rodeando sus muñecas.

Podría haber empezado de nuevo, pero Glenn eligió aferrarse al pasado y luchar por una causa perdida. Por mí.

Lo contemplé abrir las puertas francesas y lo escuché cayendo en cuclillas en el césped tras saltar desde el balcón. Mi pecho se desinfló mientras veía su figura desaparecer entre las sombras.

La brisa del anochecer sopló con delicadeza y junto a ella se oyó un sonido.

Provenía de la habitación de Killian.

Gemidos.


El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora