Capítulo 45

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Escapar para vivir o vivir para escapar, cambiar lugares nunca fue tan peligroso.

—James —dije, pero no salió como un saludo, sino como una afirmación amarga.

Lucía tranquilo, lo que a mí me inquietó.

La última vez que lo había visto, había intentado besarme e ir más allá. Quería recrear la aventura que tenía con Becca.

—Hora de ir a clase. —Sonrió como un gentil político, que en su mayoría eran lobos bajo el traje y la corbata—. Mi clase —especificó en un susurro.

Las yemas de sus dedos rozaron mi espada y su aliento calentó mi nuca.

—Conozco mis horarios, mis materias y el camino.

Me aparté, pero él se deslizó cerca otra vez.

—¿Cuándo te darás cuenta de que nos necesitamos? —Sonó agotado.

—Lamento haberte dado esa impresión, pero no necesito a nadie y tú ciertamente no necesitas salir con una estudiante, poner en peligro tu carrera docente y tu reputación.

Sus facciones, serenas al principio, se transformaron en piedra.

—No puedes hacer eso, no cuando dejé todo para estar contigo. —Había ira en su voz, y debió notar mi incredulidad porque volvió a aproximarse—. Mi esposa me dejó por esto, por nosotros. Se llevó a mi hoja con ella. Lo mínimo que puedes hacer es darme lo que quiero.

Se mordió el labio inferior para no dejar salir una grosería al final, y yo sentí que la decepción me devoraba con lentitud. ¿Rebecca sabía que tenía familia? Estoy segura, y aunque la culpa de que su esposa y niña se fueran y que él fuera el adulto y debiera atenerse a la consecuencias por estar con una menor eran lo principal, no pude dejar de pensar en que mi hermana era consciente de que saldría gente lastimada.

Nuestros padres nos abandonaron y dolió. Tuvo sus consecuencias. Ahora una niña se queda sin padre, fuera bueno o malo.

Él apostó por Rebecca y perdió.

—No soy por quien debes luchar. —Pensé en su hija.

—Estás de broma, ¿verdad?

Sus dedos se enroscaron en mi brazo y las uñas se clavaron en mi piel. Su respiración fue cada vez más superficial. Se alteraba con cada segundo en que mi silencio tomaba el papel de respuesta.

Un abismo, frío e infinito, se adueñó de su mirada.

Retrocedí. Mis ojos buscaron desenfrenados a Tyler, pero su camioneta había desaparecido. El timbra ya había sonado hace tiempo. Estábamos solos.

—No puedes jugar así conmigo, no te comportes como mocosa cuando pretendiste ser una mujer todo el tiempo que estuvimos jugando a las escondidas juntos.

—Pretender no es lo mismo que ser. Lo sabes.

Me arrepentí de decirlo al instante en que me sacudió para acercarme a su cuerpo.

—Pero me quitaste todo, Becca. Tienes que tener algo para mí ahora.

Repugnante.

—Lo único que habrá será una denuncia. Aléjate, por favor. —Me temblaba la voz y las manos, las rodillas y los labios. Sentí que el invierno se concentraba no solo en un segundo, sino en una persona.

—Lo querías tanto como yo. Fue consensuado. Una palabra y serás lo último que hagas.

Las lágrimas brotaron a pesar de que intenté lo contrario. Me ardía cada lugar que tocaba. Imaginé el peor escenario cuando empezó a arrastrarme, queriendo que lo siga, pero fijé mis talones al pavimento y lo miré a los ojos.

—No —articulé.

—¿No? —Su sonrisa fue de lunático, cargada de incredulidad.

Cayó de rodillas. Oliver Trainor, quien se había estado acercando con sigilo, sacó sus esposas del cinturón mientras lo retenía.

Sus ojos azules recrearon un cielo despejado que se sobrepuso al gris bajo el que había estado.

—James D'Charles... —No oí lo que dijo a continuación. El mundo se silenció mientras retrocedía— ... Tienes derecho a permanecer en silencio. Todo lo que digas puede ser usado en tu contra. Si no dispones de un abogado el Estado te concederá uno.

Cuando alguien dice no y tratan de forzar un , tarde o temprano se termina pagando.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora