"Que nuestra música nos consuma hasta las cenizas y la brisa nos lleve hasta los cielos."
Con un halo de luz lunar enmarcando su desordenado cabello, me enfrentó con una expresión seria. Se acercó tanto que su pecho rozó el mío.
—¿Qué diablos pensabas hacer?
Se notaba a kilómetros la mezcla de incomodidad y enojo que emanaba al pensar en mí casi irrumpiendo en su cuarto.
—Buscarte —respondí cautelosa.
—Bueno, ya me encontraste.
La inseguridad se instaló en mis pensamientos. Killian seguía molesto por lo de James. Tenía tantas ganas de contarle que jamás hubiera hecho las cosas que mi hermana hizo con ese profesor. Sin embargo, eché hacia atrás el impulso.
—¿Qué te pasa? —espeté, segura de que había algo más allá de su cólera—. Y si piensas seguir hablándome con ese tono de mierda, me avisas.
Me tenía intrigada, pero eso no significaba que iba a dejar que me tratara como quisiera solo porque estaba desesperada por una respuesta.
Su expresión se suavizó un instante. Parecía a punto de disculpase, dispuesto a reconocer su error.
—¿Qué me pasa? —repitió con voz menos fuerte, pero aún así incrédula—. Lo que sucede es que no puedo dejar de pensar en ti y me odio por eso.
Mi corazón podría haber hecho una pirueta triple ante eso, pero también haber caído mal y terminado en el hospital.
—Eras consciente de mi pasado, estabas advertido. Te dije en varias ocasiones que no estaba orgullosa de las cosas que hice.—No parecías arrepentida de haber estado con DCharles. ¿Y quieres la verdad? Estoy celoso, lo cual detesto porque es un sentimiento tóxico terrible, y a su vez confundido. No sé si estoy hablando con la antigua Becca o con las chica que... —Lo interrumpí mientras enterraba las manos en su cabello, con el ceño fruncido.
—No soy más esa chica.
—Pero lo eras —dijo, y cada parte de mí quería demostrarle lo literal que eran mis palabras—. Eras cruel y una mentirosa compulsiva que no temía pasar por sobre nadie con tal de conseguir lo que quería, por eso nunca fui capaz de mirarte a los ojos antes... Cuando te vi en ese viejo vagón supe que algo había cambiado y creo que me gustaste desde entonces. Luego, te empecé a querer porque me encanta lo que eres. —Su exhalación fue temblorosa—. Sin embargo, temo que vuelvas a ser la Becca con mil secretos.
A la tenue luz del balcón, nos sostuvimos la mirada y me percaté que Killian jamás soportaría la verdad.Él no quería secretos y yo era uno por excelencia.
Sus manos llegaron a mi cintura. Me atrajo hacia él hasta que no hubo centímetro que separara los cuerpos. Inclinó su rostro y uno de sus rizos rozó mi frente.
—Te quiero de verdad —murmuró entrechándome en brazos—. Ya no quiero que sea un secreto.
—Yo... —Tenía tanto por decir aunque no podía.
—Te quiero —repitió asintiendo.La primavera floreció en el noche, brilló frente a mí y luego se ocultó tras sus párpados cuando sus labios hicieron contacto con los míos. Su lengua se abrió camino en mi boca y mis manos se enredaron en su cabello, tirando suavemente de él queriendo tenerlo más cerca.
Su tacto dejaría quemaduras más tarde, cuando volviera a la cama y no pudiera dejar de pensar en cuánto me estaba quemando la calidez de su piel. Sin esfuerzo me levantó y mis piernas envolvieron sus caderas. Me cargó hasta su habitación donde el universo en sus paredes nos dio la bienvenida. Las resplandecientes estrellas y luceros, los exóticos y coloridos planetas, la luna y el sol, cada constelación cuya historia me contaba se extendió por los rincones.
En la cama, fue por mi cuello. Los besos fueron dulces, con un deje desesperado hasta mi clavícula. Tomé con manos temblorosas su rostro hasta que nuestros ojos estuvieron a la misma altura, reflejándose unos en otros. Mi corazón dio vuelco por la intensidad.—También te quiero, Killian.
Sonrió despacio. Nunca lo había visto así de feliz.
—Repítelo, por favor.
—Te quiero, te quiero y te quiero.
Me dio uno de esos besos que hizo parecer el mundo demasiado bueno como para ser real.
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El cuenta mitos de Becca
Novela JuvenilEl cielo y el infierno se han fusionado, es hora de correr.