"A veces luchar no involucra puños. A diario luchamos con la cabeza y el corazón."
—¿Qué hacemos aquí? —pregunté cuando mis zapatos pisaron la húmeda tierra del invernadero.
No sabía cómo definir las palabras de Killian, o más bien la carencia de ellas. No me dirigió la palabra en el trayecto hasta allí.
Todos sabes lo que se dice puede herir más que un golpe, pero los silencios también tienen la capacidad de lastimar. Lo peor es que yo misma me lo había buscado. No se podía culpar a alguien por algo que hiciste tú sabiendo el daño que causaría.
Sin embargo, estaba sorprendida de que me llevara a ese lugar rebosante de recuerdos. Entre las copas de los árboles se elevaba la delicada y cristalina cúpula que encerraba un centenar de rosas y espinas.—Tyler traerá a Rebecca y a los demás aquí —anunció escondiendo las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans.
Se recargo junto a la entrada mientra yo observaba los alrededor, girando despacio sobre mi propio eje. Las rosas estaban en proceso de marchitarse. Su color se opacaba y ya quedaba poco de la vivacidad que aguardaban el primer día que la vi.
No eran las mismas, al igual que yo.
—Una vez... —dije insegura—. Una vez me dijiste que las estaba apreciando de la forma incorrecta.
Acaricié los pétalos que le quedaban a una mientras lo miraba. El recuerdo llegó a él de la misma forma que me alcanzó a mí, con un cariño nostálgico.
—No te lo estaba diciendo a ti, se lo estaba diciendo a Becca.
Entre su anterior silencio y esas palabras ya no sabía qué dolía más.
—Te vi observando las espinas en lugar de la flor y era algo que Rebecca solía hacer. Apreciaba el lado oscuro de las cosas.
Se acercó a la rosa más cercana y la miró con el ceño fruncido.
—Ten cuidado con las rosas. Pueden seducirte, pero si tocas una espina la belleza se transformará en dolor —recordé lo que me advirtió en esa ocasión.
—Te lo dije porque creí que eras ella —explicó con rencor en la voz—, ¿pero sabes qué? Me equivoqué con Becca. Ahora sé que cambió porque jamás había visto ni un poco de luz en su forma de ser, pero cuando entró por las puertas del hospital dispuesta a salvarte la vida... —Dio un paso atrás, alejándose de la flor—. Había algo cálido en ella. Humano. Decente. Esperanzador.
Identifiqué afecto en la forma en que habló de mi hermana.—Siempre tuvo un buen corazón, Killian. El problema es que lo ocultaba y nadie estaba dispuesto a desenterrarlo. Tal vez pensando en eso puedas comprender por qué hice lo que hice.
—Lo entiendo —respondió—. Tyler me contó todo. Sé que estabas desesperada por hallar a alguien que te amara y no se alejara, pero no te diste cuenta que ya tenías a personas que lo hacían. Tenías gente en la que podías confiar. Me tenías a mí.
Me tenías a mí.
Te amaba, no iba a alejarme, podrías confiarme cualquier cosa.Saberlo fue como unir las piezas de mi fatigado corazón para volver a romperlo, pero no tuve tiempo de responder porque alguien grito.
Era Becca.
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El cuenta mitos de Becca
Ficção AdolescenteEl cielo y el infierno se han fusionado, es hora de correr.