Capítulo 46

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Si de mentiras estamos hechos, que no sorprenda al llegar la verdad que estallemos en pedazos.

—No puedes arrestarlo —susurré al ver a Jame en el asiento trasero de la patrulla.

Estaba mortalmente tranquilo. No se había opuesto a su arresto en ningún momento. Lo único que hacía era mirarme como si fuera un verbo cuyo tiempo no podía definir.

Di una palabra y será lo último que hagas.

No podía dejar que se volviese contra Becca. Podría lastimarla buscando venganza. Que lo llevaron preso por algo que sabía que fue consentido pesaba en mi conciencia, porque era obvio que Becca había querido hacer lo que hizo, fuera o no menor. ¿Pero qué hay de lo que iba a hacerme a mí? Si mi hermana llegaba a decirle que no en un futuro, ¿él haría que dijese «sí» por la fuerza?

James tenía que estar encerrado. Su conducta era inaceptable, pero pensar que podría tomar represalias al salir de la cárcel asustaba más que todo lo demás.

Una angustia inmensa se asentó en mi pecho. Estaba dividida en lo que experimentó Becca con él y lo que acababa de ocurrir.

Oliver me observa sin poder creer lo que salía de mi boca.

—Confesó un delito —recordó—. Uno muy grave, y podría haber cometido otro si no hubiera llegado a tiempo.

—Le quitaran su empleo, y su esposa y su hija lo...

—No. Deja de sentir pena por gente como él. Puede ser una persona, pero lo que te habría hecho está lejos de lo humano.

—Ya perdió todo... —Argumenté pobremente.

Era horrible tener que decir una cosa sintiendo otra, pero las amenazas seguían siendo reproducidas una y otra vez en mi cabeza.

—No puedes victimizar al agresor —sentenció con firmeza.

No debía atraer más problemas a la vida de mi Rebecca, mi deber era buscar pistas sobre la persona que intentó herirla, y al ver a James a los ojos, supe bajo aquellas capas de aversión, que él no había sido el culpable.

Fue bueno con otra y malo conmigo, a eso se reducía.

—No tienes pruebas. —Estaba desesperada y asustada, así que dije lo primero que pensé—. Es nuestra palabra contra la tuya, Oliver. —Tanto James como yo negaríamos lo que sea que saliese de sus labios.

La expresión del oficial fue desde la decepción a la impotencia.

—No creía en los rumores que corrían por las calles sobre ti, ni lo que decía mi padre, ¿pero sabes qué? Tal vez están en lo cierto. Haces cosas estúpidas sin pensar en las consecuencias y en cómo podrían herir a los demás.

Si no eres tú, será otra chica. Por eso no dejamos sueltos a sujetos como este. Ese ejemplo quería dar, pero se contuvo.

Tienes razón. No quiero que lastime a nadie, pero si no lo defiendo lastimará a quien más me importa. Deseé contestar.

Las luces de la patrulla se perdieron en las calles y busqué mi teléfono en la mochila queriendo contarle a Ty lo sucedido, pero solo llegué a fruncir el ceño y sentir una pizca de pánico.

↖ 3 llamadas perdidas de Amit.
📩 5 mensajes de Tyler.
↖ 2 llamadas perdidas de Tyler.
📩 4 mensajes de Amit.
📩 1 mensaje de Desconocido.

Algo marchaba más que mal, pero no tuve tiempo para averiguar lo que era.

—¿Becca?

Era una perpleja Pixie, y sus ojos lo dijeron todo. Había presenciado todo.

—¿Por qué no estás en clases? —opté por preguntar, tratando de no pensar que ella ahora sabía de la aventura y el arresto.

—Lo estaba —aseveró—, hasta que me enviaste un mensaje pidiendo que te ayudara.

No tenía que comprobar su teléfono para saber que era verdad. Aún no le había pasado mi nuevo número, por lo cual tenía el viejo de Becca. Desconocido debe estar jugando conmigo, queriendo exponerme.

—Voy a explicártelo todo, lo prometo. ¿Podemos ir a tu casa?

Asintió en silencio mientras yo planeaba internamente lo que le diría:

¿La verdad o la mentira?

Narra Becca

Para: Pixie.
Ayúdame, te lo explicaré todo.

Me quedé en la espera de su contestación.
Pixie no era más que un peón, una ficha sobre la que la reina tenía poder. Había guardado su secreto por demasiado tiempo, en la espera de la brillante oportunidad de usarlo a mi favor, y la hora había llegado.

Pero cuanto más minutos pasaban y más giros daban las agujas del reloj, comencé a perder la paciencia. Necesitaba recuperar los setenta y cuatro mil dólares e irme lejos, antes de que Glenn hiciese otra movida.

—Creo que tendré que visitar a Pixie-Ixie-Tixie. —Suspiré agotada, recordando su sobrenombre en kider.

La perra no daba señales de vida.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora