"Difícil amar a otro, pero aún más difícil amarse a sí mismo."
No sé cómo lo había hecho, pero había conseguido quedarme en la cama el viernes. No había podido dormir nada la noche anterior, y enfrentarme a Liver High no me parecía una buena idea con mi ánimo.
Me observé en el espejo del cuarto de Becca. Tenía una ojeras kilométricas.
Adoraba ese momento del día cuando despertabas y tu mente seguía en blanco; sin saber quién eres o qué está sucediendo en tu vida. Sin nada que enfrentar. Sin nada que temer. Entonces, la realidad te golpeaba con los recuerdos.
Cada gemido.
Cerré los ojos intentando ignorar la reproducción automática de ellos en mi memoria. No quería pensar con quién había estado Killian o con cuántas. Más de una vez me planteé irrumpir en la habitación, ¿pero con qué derecho? ¿Qué diablos iba a decirle?
No éramos ni seríamos nada, pero el hecho de que estuviera con alguien me estremecía cada fibra del cuerpo. Sus besos, abrazos y miradas me pertenecían en mi cabeza, pero no en la vida real. Tenía que recordarlo.
Me asustaba depender de alguien. No quería que mis sentimientos, humor y corazón cambiaran por alguien.
Dar es perder porque nunca regresa
Tengo un secreto, un secreto que podría salvar a tantos corazones de las garras del destino.
Consiste en dejarse llevar, en experimentar todo lo que necesites y quieras, pero jamás entregar esa parte de ti que pueden llegar a romper.
No apuestes al amor, al cariño, a las caricias ni a la persona que tienes frente a ti. La misma que te roba el aliento, que nubla tu lógica y provoca una sensación inexplicable en tu pecho, es la que va a romperte el corazón.
Lo sé, lo sabemos.
Cuando entregas aquel pequeño pero poderoso pedazo de ti y lo depositas en manos de alguien más, estás en peligro, porque ahora la persona que más quieres tiene el poder de crear felicidad o destruirte. Uno pensaría que cuando se ama a alguien y hay un lazo entre ellos no habrá más que un amor perpetuo entre sus almas entrelazadas, pero no es así.
Las circunstancias, las personas, el pasado y hasta a veces el dueño de aquellos ojos que tanto amas pueden quebrar tu corazón, desgarrarlo, destrozarlo.
Y te aseguro que jamás lo recuperarás tal cual era.
Así que no lo des, no dejes que lleguen a él.
Tal vez las palabras de Becca depositadas en su diario tenían sentido. ¿Podría haber entregado mi corazón sin darme cuenta?
No... No podría. Las señales fueron claras desde la primera vez que nos vimos en el vagón.
Mi celular comenzó a sonar desde la mesa de noche junto a la cama y lo miré por un breve momento. No quería contestar, pero debía.
—¿Becca?
Era Tyler. Sonaba preocupado.
—Ty, ¿qué ocurre?
No había venido a dormir anoche a casa de los Rosewood aunque Carter le había dado la habitación de huéspedes.
—Pixie desapareció.
Mis ojos se dispararon al despertador. Eran las 8:51 de la mañana. Empecé a buscar qué ponerme.
—¿Cómo lo sabes? Seguramente está en la prepara...
—Porqué dormí con ella anoche.
Me quedé estática en mi lugar, con el teléfono pegado a la oreja y los jeans en la mano.
—¿Que hiciste qué? —pregunté con un hilo de voz.
—No es lo que crees, degenerada. Cuando llegué ella estaba destrozada, a punto de decirle a sus padres. La convencí de hablar a solas y le dije la verdad, que todo era obra de Rebecca... Pixie se volvió loca, estaba tan furiosa que intentó salir para encontrarla. La detuve, intenté contenerla y nos pasamos la noche en su cuarto. Ella llorando y yo intentando consolarla. —Traga saliva—. Nos quedamos dormidos y cuando me levanté esta mañana ella ya no estaba.
Tyler era una de las personas más consideradas y afables que había conocido, que pasara la noche intentando ayudar a Pixie provocaba que el orgullo rebozara en mi pecho, pero también la tristeza. Seguro se sentía fatal, como una niñera perdiendo a su niño.
—¿De verdad crees que fue a buscar a Becca? Chequea los mensajes de su celular. Veremos si se comunicó con ella esta mañana y la encontraremos. Nos veremos esta noche para repasar el plan de mañana una vez más. Llamaré a Amit.
Omití la parte donde Glenn había parecido anoche. No necesitaba preocuparlo más.
Tras colgar y terminar de cambiarme me adentré en el pasillo para oír una voz tras una de las puertas.
—¿Puedes ayudarme?
Era Félix. Me quedé quieta en mi lugar.
—Sí —contestó otra persona, que reconocí como Sarah.
Dios, estaban encerrados en su cuarto. ¿Había pasado la noche aquí? ¿En qué necesitaba ayuda? ¿Se estaban acostando?
—Solo dame su nombre y tendrás toda la información que necesitas —prometió la chica—. Te traeré la verdad.
Supe que estaban hablando del investigador privado, el único hombre que posiblemente tendría pruebas sobre mi pasado, el que tal vez sabría que Becca y yo éramos gemelas.
—Oliver Trainor —respondió él.
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El cuenta mitos de Becca
Teen FictionEl cielo y el infierno se han fusionado, es hora de correr.