Capítulo 52

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Gritar es una pérdida de tiempo. Hay silencios que hacen más ruido.

El impacto nos lanzó a ambas al piso, pero caíamos sobre mi espalda. El dolor se extendió como una enfermedad por mi columna y la madera crujió bajo nuestro peso. Mis pulmones escupieron el oxígeno como si fuera veneno y las uñas de Becca se clavaron como agujas en mis mejillas, arañando cada célula de pellejo con un enojo inquebrantable. 

—¡Maldita perra! ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?! ¡Me robaste mi vida, mi familia, mi identidad!
 
Intenté alejarme de su furia, pero era inútil luchar contra quien ya no tiene nada que perder.

Un par de brazos se envolvieron alrededor de la cintura de Rebecca, quitándome de encima. 

—¿Estás bien? —Tyler cayó de rodillas a mi lado, examinando mis heridas con preocupación.

Mi caja torácica me pareció demasiado pequeña para la cantidad de dolor y decepción que ahora contenía.

—¡Claro que está bien! —respondió Becca, inquieta en el agarre de Amit—. ¿Cómo no lo estaría teniendo mi vida? ¡No puedo creer lo que ha hecho y que ustedes estén de su lado!

—Déjame explicártelo, por favor —supliqué con la voz estrangulada y el alma avergonzada.

 No podía soportar mirar sus ojos cargados del desprecio más puro que jamás había viso. 

—¡¿Explicar qué?! ¿Qué te hiciste pasar por mí todo este tiempo? ¿Qué engañaste a cada maldita persona en este pueblo? —Se zafó de los brazos que la retenían, exasperada—. Nunca nada será lo suficientemente creíble para justificar todo lo que hiciste en mi nombre, hija de...

—Ella se hizo pasar por ti para descubrir quién intentó herirte. —Las palabras de Pixie cargaron con una firmeza impropia de ella a pesar de que tenía los ojos aguados cuando caminó hasta el centro de la cabaña—. Es el gesto más arriesgado y misericordioso que nadie jamás hará por ti. Se puso en peligro para encontrarte, salvarte y darte una vida segura. ¿Y tú le pagas así? Siempre supe que eras una desagradecida, pero se ve que también eres una estúpida si crees que tu lucha es contra ella.

Me sentía terrible, pero una chispa de esperanza calentó fugazmente mi pecho. 

Ella era mi amiga a pesar de saber quién era en verdad.

Tenía una amiga.

—No necesitaba ayuda, tenía un plan y ella lo arruinó por completo —siguió enojada—. Tú eres la menos indicada para hablar, siendo la persona que entregó a su hermano a las autoridades para salvar su trasero.

En ese instante fui testigo de una imagen estremecedora. Pixie exhaló  temblorosa y cerró los ojos ante un recuerdo perturbador.  No necesitaba saber la historia completa para darme cuenta de por qué Becca había recurrido a ella. Sabía cuál era su punto débil y cómo manipularla.

—¿Por qué lo haces? —susurré, alejándome del radio de alcance de Tyler.

Los ojos de mi hermana eran hielo, pero los míos estaban por ser fuego. 

—¿Por qué eres tan cruel? Desde que me enteré que habías desaparecido tracé un plan a lo largo de siete malditos meses. No pretendía robar tu vida, Becca. Quería encontrarte, y para hacerlo necesitaba enfrentarme a la persona que te amenazó, la misma que ahora está jugando conmigo.

Le hice frente. Estábamos compartiendo el mismo oxígeno por primera vez.

—Me arriesgué por alguien que ni siquiera conocía, por una hermana que jamás había visto a los ojos y por un corazón que ni siquiera tenía la certeza de que me iba a aceptar. Deposité toda mi esperanza en encontrarte. Dejé mi vida y me lancé a una locura de plan por ti. No sabes lo duro que fue para mí fingir que todo estaba bien; mentir y traer falsas ilusiones a tu familia mientras en mi interior luchaba contra mi conciencia para seguir mintiendo... Pero la idea de traerte de vuelta fue más grande que todos los obstáculos. Estoy tan agradecida de que hayas crecido en un lugar al que puedas llamar hogar, que tengas a Carter y a Félix para apoyarte, que hayas tenido a Mary en tu vida mientras yo me criaba en las calles, en las casas de acogida, en un orfanato en la espera de que alguien pudiera sentir lástima por una niña y darle un poco de amor. —Mi rostro se humedeció con lágrimas impotentes. Toda mi vida mendigué por amor, nadie debería hacerlo ni aceptar las sobras—. Lamento haberme entrometido en tu vida, pero lo que más lamento es haber sido capaz de creer que tal vez algún día podrías llegar a quererme.

Silencio. 

Silencio.

Silencio.

—Eres una hipócrita. —Sonrió con amargura mientras negaba con la cabeza—. Dices que nadie llegó a quererte, pero la razón por la que ahora estoy aquí parada escuchando tus patéticas excusas es porque alguien llegó demasiado lejos con el amor que sentía por ti. Déjame ilustrarte lo que ha hecho el maldito Glenn Scotterfull estos largos meses.

Parpadeé confundida.

—¿Cómo conoces a...?

Alguien entró por la puerta, cortando mi voz.








 



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