Capítulo 6: Brave.

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Punto de Vista de Harry:

— ¿Qué?—preguntó alarmada. — ¿Estás loco? No puedes enamorarte de otra chica. No puedes estar con otra chica, tú debes estar con Paige—terminó.

—No estoy diciendo que me enamoré de otra chica.

—Así se empieza—respondió. —Ves a una chica, ella te sonríe, tú le sonríes, comienzan a platicar, ella te resulta "interesante" y después cuando has caído en sus garras dejas a tu novia y ya has destruido tu vida.

—Estas exagerando.

— ¡No!—chilló. —Sé que es así

— ¿Quién lo dice?

— ¡Todo el mundo!, todos saben que es así, además no puedes enamorarte de otra que no sea Paige, ustedes son la pareja perfecta, nadie puede ser como ustedes.

—Por supuesto que no somos perfectos. —me queje.

—Paige te quiere y tú la quieres a ella, eso los hace perfectos.

—No estoy seguro de querer a Paige tanto como antes.

—Harry, eres mi hermano y te quiero mucho, pero esto es una locura, ¿Sabes lo que nos pasará si el padre de Paige consigue algún otro socio? ¡Nos vamos a la BANCARROTA!

— ¿Debo estar con ella para no volvernos pobres? ¿Tengo que hacerme tan infeliz por dinero? ¿Voy a engañarla fingiendo ser feliz solo para seguir conservando nuestro estatus?—ella negó.

—Solamente te digo que mamá en verdad la quiere, papá la considera una tercera hija, yo la quiero como a una hermana y tú debes quererla porque ella es tu novia y es perfecta, yo quiero ser como ella.

Quizá Scarlett tenía razón, Paige era perfecta en todos los aspectos, era buena, amable y graciosa y no se merece esto, jamás lo haría. ¿Amanda y yo? pff...jamás funcionaría. Llegamos al restaurante buscando por todas partes a nuestros padres, quienes estaban sentados en una de las mesas de fondo de la terraza, el sol estaba abrazador, pero el aire era frío.

— ¡Harry!—Saludó mi madre besando mi mejilla— ¿Dónde te has metido?

—He estado en casa de Paige.

— ¿Por qué no la trajiste?—preguntó Papá.

—No sé porque debía traerla—respondí. —Este es un momento familiar.

—Ella es de la familia, es tu novia, algún día será tu prometida y después tu esposa, dentro de no mucho llevará el apellido Styles—anunció alegre.

— ¿Quién dice que me quiero casar con ella?—les pregunté con mi vista puesta en el menú.— ¿Quién dice que me voy a casar con Paige? ¿No crees que puedo conocer a alguien mejor para mí? Así como también ella puede hallar a alguien más.

— ¿Alguien más? Pero si tú y ella se han gustado desde la primaria.

—Eso es lo que tú crees. Paige no me gustaba en la primaria, tenía los dientes chuecos y su cara estaba llena de pecas.

— ¿Qué?—cuestionó.

—Paige comenzó a gustarme cuando le crecieron los pechos y cuando se arregló los dientes.

—Sabes a lo que me refiero. —Negué—Debes casarte con ella

— ¿Y qué pasa si no quiero?—pregunté.

— ¿No quieres?—preguntó frunciendo el ceño.

—No, soy muy joven para pensar en eso.

—Harry, dado el momento querrás. ¿Sabes que podemos perder todo lo que tenemos?

— ¿Perder lo que tenemos? Papá, ¿Y si me gusta alguien más? ¿Puedo seguir con Paige y salir con la otra chica?

—No quiero hablar de esto—añadió antes de levantarse.

Después de que mi madre me diera un sermón por lo que pasó con mi padre y que me quedará claro que todo en nuestra familia dependía de mí, fui a casa de Amanda, al fin alguien que no me juzgará y no me dirá que debo hacer. Al llegar a la casa noté que en la cochera no había ni un sólo auto, así que supuse que su hermana Tania no estaba en casa.

Llamé al timbre dos veces antes de que ella apareciera, llevaba puestos unos pantaloncillos cortos, una blusa azul y zapatillas del mismo color.

—Hola—saludé. Ella sonrió mostrando su perfecta dentadura blanca.

— ¿Hoy no hay pay?—preguntó.

—No, lo siento. Si quieres podemos ir a comprar uno.

—Era broma—respondió con una sonrisa. —Creo que será mejor poner manos a la obra, Harold.

—Prefiero que me llames Harry.

—Está bien, Harry, pasa de una vez—añadió—Haremos las investigaciones en mi cuarto, mi hermana no tarda en llegar con el anciano de su novio. —explicó con repulsión. Reí ante su comentario.

—Es asqueroso—me limité a decir. Ella asintió. —No sé cómo esos ancianos pueden fijarse en chicas que pueden ser sus hijas.

—Lo sé—admitió. —Es como besar a un cadáver, debe ser nauseabundo.

— ¿Y qué opinas de los sujetos que salen con mujeres mayores por su dinero?—pregunté alzando una ceja.

—Creo que es algo deprimente, esas mujeres pueden ofrecer más que dinero, algunas aún son atractivas.

—Deberías conocer a mi tía Lora—dije. Comenzó a subir las escaleras.

—Tu tía debería buscar a alguien de su edad. —Se quedó en silencio mientras abría la puerta.

Su alcoba estaba más limpia y ordenada que la última vez, ya no había cajas de cartón por todas partes.

—Hiciste algo con el desorden—me burlé.

—Nunca he sido muy ordenada, pero Tania cree que una vida nueva significa un nuevo yo.

—Quizá no debería ser un nuevo tú, ¿Por qué no hacerlo una versión mejorada, sin cambiar nada a excepción de los defectos?—Dije. —La vida es para hacer lo que te venga en gana.

—Eso es para los niños ricos como tú, puedes viajar a donde sea, comer lo que quieras y estar con quien tú quieras.

—Estoy muy seguro de que no es así. La gente como yo debemos seguir reglas al pie de la letra.

—Conozco a la gente como tú, sé que hacen su santa voluntad todo el día, hoy duermen con quien les dé la gana y mañana se levantan con alguien más.

—Claro que no—me defendí. —Yo necesitaría mucho valor para besar a una chica como tú—añadí mirándola.

¿Qué mierda ocurre en mi cerebro? Hasta hace diez minutos creía que era imposible intentar algo con Amanda porque mi lugar estaba al lado de Paige, pero ahora que la veo, que veo sus bonitos ojos obscuros, su sonrisa sincera y su personalidad tan extraña.

— ¿A una chica como yo?

—Sí, es decir, a alguien que no sea Paige.

¿Puedo llegar a tener algo sano con ella sin perder mi amistad de años con Paige? pero, ¿Qué tal si no le gusto? ¿Y si ella tiene una pésima imagen de mí? ¿Qué van a decir los demás? ¿Les importará? ¿Mi familia la querría? ¿Su familia me aceptaría?

— ¿Y por qué no lo haces?—interrogó sacándome del trance. — ¿Por qué no me besas, idiota?—bromeó.

Me acerqué a ella y tome su rostro entre mis manos, di un último respiro y junte nuestros labios, la bese tan lento como pude, debía disfrutar este momento, saborear sus dulces labios con sabor a miel.

La Chica Mala  |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora