Mientras me quitaba los restos de helado de mi cara Adrián se acercó a menos centímetros de mi boca, hasta el punto que noté que me quería besar, aparté la cara y para disimular le di un abrazo.
Al terminar nos subimos al coche, un cumulo de tensión se extendía por el aire que nos rodeaba, intenté olvidarme del tema. Me llevó a casa, me despedí de él con dos besos y una pequeña sonrisa, seguidamente bajé del coche y entré a mi portería.
Estoy perdida. Y pensaba que tenía a la persona indicada hasta que llegaste tú, pensaba que no había mayor sonrisa que la que me causaba hasta que llegaste tú, que las mas fuertes de mis sensaciones las causaba él y no tú.
Reconozco que estaba perdida, tan perdida que creía estar en el sitio acertado, tan perdida que creía que ya te había encontrado y me equivoqué, porque no eras tú.
Y sé que tienes una fila de chicas en mini falda esperando el tacto de tu piel, que simplemente soy una desconocida a la que acabas de conocer, que los días y las horas han sido escasos para saber que te necesitaba conmigo. Y no sé, no sé que haces para que se me erice la piel cada vez que me tocas, para que se me nuble el pensamiento si te tengo a centímetros de mi boca.
Tal vez lo pensé, puede ser que ya me había planteado este desastre, tal vez pensé que contigo era diferente, solo lo pensé. No quería dar más vueltas a esa pequeña posibilidad de que te quedaras conmigo, a esa posibilidad de que me quedara contigo.
A lo mejor me estoy precipitando y todo esto es un paso más al vacío, a caer en picado, a llamarte cariño mío. Y es que simplemente estoy perdida, no sé si te tengo decidida, o si lo que realmente me da miedo es transmitir lo que sentía, o te estas dando cuenta de que soy cabezona pero tú puedes conmigo, de que suspiro cada vez que te noto cerca mío, a lo mejor te estas dando cuenta de que me gusta estar contigo.
Soy tonta al esquivar flechas con las que yo misma me clavaría, pero es que hay algo más que yo sé y tú ni si quiera te esperas.
El sonido de mi móvil hizo que me levantara.
-¿Diga?-respondí con voz ronca-.
-Buenos días dormilona, ¿Te apetece ver un partido?-con lo bien que estaba en la cama-.
-¿En tu casa?
-No, en el campo-resoplé-.
-¿Ahora?
-Te paso a buscar de aquí media hora-salí corriendo de la cama escogiendo ya la ropa-.
-Nos vemos.
Prácticamente me duché en cinco minutos, me sequé el pelo y me vestí.
Pasada una media hora picaron al timbre, cogí mis cosas y cerré la puerta tras de mí.
Una vez en el campo de futbol, nos sentamos en nuestros asientos y le pregunté una duda bastante obvia que tenía.
-¿Porqué me invitas a mí y no a Oliver?-sonrió-.
-Me duele decir esto de mi amigo, pero tenía más ganas de verlo contigo-puse los ojos en blanco mientras sonreía-.
-¿Quién crees que marcara el primero?-dije para saber su opinión-.
-¿Apostamos de nuevo?, yo creo que el Paris Saint Germain.
-Pues yo creo que será el Mónaco.
-Haber quien acierta...
Los jugadores salieron al campo, el partido estaba bastante nivelado porque tenían la pelota los dos equipos.
Cavani el número nueve del Paris Saint Germain, se regateó a los defensas del equipo contrario pudiendo a sí tirar a puerta, chutó y...
-¡Goool!-gritó la grada entera incluyendo a Adrián, yo observaba a todas esas personas celebrar el primer gol del partido-.
Se volvió a sentar en su asiento, me miró y sin que yo me esperara absolutamente nada me intento besar, le aparté la cara y miré al campo de fútbol por la situación incómoda que había en ese preciso instante.
Y lo volví a hacer, volví a esquivarle y aún no sé porque razón, pero lo hice, o sí, porque yo quería a Eden lo quería desde hace un año y no quería que eso acabara por la atracción que sentía hacía Adrián. Ya sabía como era él, ya me habían contado que lo suyo era lo de estar con una y con otra, no iba a perder una relación por una estúpida atracción, la cuál el tenía con cada chica que pasaba delante suyo.
-¿Te a gustado el partido?-la verdad es que después del intento de Adrián no podía centrarme en el partido-.
-Sí, ha estado bien.
-Te noto preocupada, ¿Te pasa algo?
-No-me abrazó y me susurró unas palabras-.
-Sonríe, me gusta verte sonreír-bajó una mano a mis costillas-o si no tendré que...¡Hacerte cosquillas!
Y eso mismo hizo, mientras yo intentaba escapar de aquel sufrimiento de risas, que me provocaba un tremendo dolor de barriga. Él también sonreía a pesar de que la única que estaba sintiendo cosquillas era yo, pero sonreía al verme a mí sonreír.
Y a sí es como quería estar con Adrián, era mi amigo y yo ya lo consideraba como tal, en tan pocos días, pero ese puesto se lo había ganado y cada vez me lo demostraba más.
Volvimos a su casa ya que me insistió en que cenara con él y no paró hasta que dije que sí, siempre pasaba lo mismo.
En el sofá estábamos esperando al repartidor de pizza mientras hablábamos de diversos temas; de aquí a poco comenzaría a trabajar y se acabaría el verano, y le dije que entre el curso, el trabajo, nos íbamos a ver mucho menos, ya que el también estaba estudiando en la universidad, pero Adrián en cambio dijo que nos veríamos lo mismo y que no me preocupara de eso ahora porque no dejaría de verme. Me reía cada vez que soltaba algún que otro de esos comentarios que daban a entender que él estaba muy seguro de él y de lo que le rodeaba.
Picaron al timbre, me levanté y Adrián fue a buscar dinero para que lo pagara, se lo entregué y cogí las pizzas con un brazo mientras cerraba con el otro.
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Quédate conmigo
Teen FictionUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...