Te quiero

756 34 0
                                    

Sus manos acariciaban mi pelo suave y delicadamente a la vez que sus labios rozaban mi cuello de una manera peligrosa, mis ojos se medio cerraban y mi mano reposada en su muslo, le acariciaba casi a la par que lo hacía él. Giré la cara hacia la suya para que nos besáramos, sus labios junto a los míos eran la combinación perfecta. Mientras nos besábamos nos fuimos inclinando hacía el colchón para así medio tumbarnos, y justo en el momento en el que mi pelo rozó las sabanas, alguien picó a la puerta. Adrián se levantó para ir a abrir, haciendo que la persona que estaba detrás de esa puerta nos hubiera cortado el rollo.
-Es para el pase de todo incluido-pude escuchar desde la cama-.
-Sí, es aquí-dijo Adrián-.
-Estas son las pulseras para ir a comer al restaurante o por si os queréis tomar cualquier cosa en el bar-dijo una de las chicas que anteriormente estaba en la recepción-.
Adrián cogió las pulseras que le acababa de traer aquella chica y cerró la puerta.
-¿Vamos a tomar algo?-dijo mirándome y enseñándome las pulseras-.
-¡Vale!-respondí-.
Subimos al ascensor porque al parecer el bar no estaba abajo sino arriba. Había una especie de terraza donde se podían ver las vistas de gran parte de la ciudad. Nos sentamos en la barra y pedimos unos batidos que nos los sirvieron muy bien decorados con fruta cortada y una cañita que hacía una figura enroscada en una especie de círculo. Los dos disfrutábamos de nuestra bebida helada y de las maravillosas vistas, y bueno, sobre todo estaba muy contenta de estar allí con él.
Cuando se hizo la hora de comer bajamos al restaurante, nos sentamos en una mesa, un poco al fondo pero era donde estaban las cosas de comida para cogerlas, una vez decidimos aquello que nos apetecía comernos nos volvimos a sentar en la mesa para disfrutar de nuestros platos.
Después de comer Adrián me propuso subir a nuestra habitación a dormir una siesta un rato antes de hacer otra cosa, yo dije que si y eso mismo hicimos.
Para estar más cómoda descansando me puse simplemente una camiseta ancha que me cubría hasta debajo del culo, él se quitó la camiseta y se puso un pantalón corto de chándal. Nada más tumbarnos Adrián se quedó dormido, en cambio yo solamente miraba hacía arriba y lo veía a él plácidamente dormido al lado mío.
Al rato su brazo se alargó hacía mi espalda intentando acercarme hacía él, yo que al final si me quedé dormida, estaba con los ojos medio cerrados pero aún así me moví hacía él y me puse aún más cerca de lo que estaba antes. Adrián se fue despertando poco a poco y me acariciaba en la espalda por debajo de la camiseta que llevaba, ya que de moverme mientras dormía se me había subido un poco. Sus dedos rozaban suavemente mi espalda mientras hacía una especie de círculos, rayas, tirabuzones, en fin, formas varias. De vez en cuando me daba algún que otro beso en la mejilla o en el brazo para intentar despertarme cariñosamente. Me giré hacía él abriendo los ojos lentamente y lo vi sonriendo y mirándome con esos ojos verdes tan brillantes y bonitos. Mi mirada se desvió hacia una mesita que había delante de la cama, estaba llena de comida, entonces volví a mirar a Adrián, él se acercó me dio un beso y me dijo:
-¡Aquí tienes tu merienda!-dijo mirando todas aquellas galletas y mini pasteles de todas las clases que había-.
-¡Que bueno!-exclamé con voz de recién levantada y levantándome de la cama-.
Adrián también se incorporó y sentados en el filo de la cama acercamos la mesa hacia nosotros para comernos la merienda después de la buena siesta que nos habíamos echado.
Al terminar, nos adecentamos y salimos a pasear por la zona del hotel hasta que llegara la hora de cenar, una vez se medio oscureció entramos al hotel para disfrutar de la magnifica cena que nos esperaba.
Una vez habíamos disfrutado de la cena, Adrián con su brazo me cogió de la cintura y me dirigió hacia el ascensor para subir de nuevo a nuestro cuarto. Entramos y no había nadie, el ascensor estaba vacío, al parecer a esas horas nadie lo utilizaba o simplemente fue casualidad. Adrián aprovechó esa soledad para acercarse a mi y besarme el cuello, yo me giré al instante y le miré con cara de aquí no, él me sonrió con una sonrisa picarona, me cogió la cara y me soltó un beso apasionado el cual me hizo apoyarme en la pared del ascensor. Él sin dudarlo volvió a besarme mientras la mano que apoyaba en mi cintura la apretaba con deseo, las puertas se abrieron y el sonido que produjo me hizo desengancharme de él por si al abrir la puerta había gente esperando para coger el ascensor, en cambio Adrián no, él siguió cogido de mi cintura tal vez un poco más abajo y nada más abrir la puerta, se volvió a lanzar a mi boca, cerrando a la vez la puerta con la pierna dándole un toque, me empujó hasta la cama y me continuó besando mientras a mi se me escaba la risa, él también sonrió, pero dejamos de hacerlo al segundo cuando los besos ya se volvieron más intensos. Adrián se sacó la camiseta y yo le medio ayude a quitarme el vestido blanco que llevaba puesto, me besaba lentamente pero con descaro, el fuego de Adrián estaba encendido, pero yo tampoco hice nada por apagarlo, al contrario, le besaba con efusión juntamente mientras mi mano se deslizaba desde su pecho hasta su abdomen, él me tocaba el pecho con fogosidad, los tirantes del sujetador ya me los había bajado así que pasó sus manos por mi espalda y me lo quitó, mi mano que aún bajaba por su abdomen bajó más de la cuenta y cuando rocé el borde del pantalón, lo desabroché sin pensar en lo que estaba haciendo, él para ayudarme se lo quitó y continuó besándome, la mano de Adrián bajó hasta el costado de mi culo y me comenzó a bajar las braguitas, cuando reaccioné a lo que estaba haciendo ya me las había quitado, mis manos volvieron a bajar por su abdomen para intentar quitarle su ropa interior, una vez me deshice de ella, pude notar como mi cuerpo estaba tenso y excitado a la vez, con ganas de no parar de besarlo nunca, Adrián alargó su mano al cajón de la mesilla donde tenía su neceser guardado, cuando lo abrió, rebuscó y rebuscó hasta encontrar lo que estaba buscando, una vez en sus manos lo dejó encima de la mesa y continuó besándome como si nada, mis manos cogían su espalda sintiéndolo cada vez más cerca de mi, y cuando ya a penas había una mera separación entre nosotros, Adrián se acercó a mi y me dijo:
-¿Estas segura?-se le notaba la respiración agitada y como quería asegurarse de lo que iba a hacer-.
-Sí-dije acercándome a su boca y sellando mi respuesta con un beso-.
Entonces él, bajó su mano a mi entre pierna, sus dedos estaban ahí otra vez, mi cuerpo se volvía a estremecer, pero casi al momento, volvió a alargar su brazo cogiendo la protección que había dejado encima de su mesa, se la acercó a la boca y con los dientes la abrió, seguidamente se la incorporó y me miró a los ojos, sus ojos verdes eran los que ahora captaban toda mi atención, delicadamente noté como se adentraba en mi, lo hacía de manera lenta y con cautela, y cuando al fin llegó al final, sentí una especie de dolor mezclado con placer, pero eso no me hizo evitar el pequeño chillido que acabé soltando, Adrián me besó y intentó repetir la acción de nuevo, me seguía doliendo pero él lo estaba haciendo con cariño, mis manos agarraban las sabanas con fuerza, y mi boca seguía besando la suya, cada vez que lo notaba dentro parecía como si el dolor fuera disminuyendo y el placer aumentara casi haciéndome sentir más placer que dolor, su ritmo aceleraba progresivamente, me sentía cómoda, me sentía segura de que fuera él, mi respiración era agitada, pero aún así me estaba sintiendo diferente a las veces anteriores, sentía un placer distinto, pero me gustaba. Adrián dejó un segundo de besarme, se acercó a mi oreja, podía notar su respiración, yo cerraba los ojos y entreabría la boca para soltar el aire acumulado, cuando sus labios estaban cerca de mi oreja me susurró: Te quiero, los sentimientos me recorrían a flor de piel y me sentía aún más segura de lo que acababa de hacer, Adrián se apartó de encima mío y una vez al lado apoyé mi cabeza en su pecho mientras él me rodeaba con el brazo, entonces para finalizar aquel acto que acababa de suceder, me dio un beso en la cabeza, haciendo que me relajara entre sus brazos.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora