Y ahí estaba yo, entre sus brazos, en mi hogar, me sentía segura con él y segura de lo que acababa de hacer, Adrián era la persona indicada y yo lo sabía, casi desde el primer día que le vi supe que él era especial, diferente al resto, o al menos para mi. Había sido la mejor primera vez que jamás podría haber imaginado.
Me giré y le miré a la cara, tenía esos labios carnosos que siempre dibujaban una preciosa sonrisa, alguna que otra peca desdibujada de un color marrón suave y esos ojos de ensueño, con el verde esmeralda más bonito que te puedas imaginar. Aún no me podía creer que ese chico estuviera conmigo, porque estábamos juntos, porque los dos sentíamos que lo estábamos y porque un te quiero no se le dice a cualquiera.
Las siguientes noches fueron igual de perfectas que la primera, me hacía reír, disfrutaba con él, no había rato que no hiciéramos algo, me besaba como nadie y me hacía sentir como nunca.
Y como esos días os podría explicar el maravilloso verano que pasé junto a Adrián, cada día sentía que era mejor que el anterior, que tenía más ganas de verle, de pasar las horas con él, de quererle, de que me sorprendiera con cualquier cosa, porque lo hizo, sinceramente viví el mejor verano de toda mi vida. También salíamos con el grupo a algún bar, de fiesta, a cenar…Muchas tardes me las pasé encerrada en casa con Carol y Leyla hablando de estupideces mientras nos pintábamos las uñas, aconsejándonos sobre temas sentimentales o simplemente cotilleando con alguno de esos programas del corazón. Y una cosa muy importante también que no se me podía olvidar de este verano, mis padres vinieron a Francia a pasar unos días, estuvieron conmigo y con el resto, es más conocieron a Adrián como hacía falta ya que aún no lo conocían del todo.
Resumiendo, repetiría este verano mil millones de veces.El verano ya estaba acabando, y haber estado todo este tiempo con Nicole me había hecho cambiar y ser diferente, me salía estar sólo por ella, hacerle detalles y disfrutar juntos. Nicky había sido la chica que había marcado un antes y un después en mi. Desde que vino a Francia y la conocí mi vida a girado en torno a ella, pero un día sucedió lo inesperado.
Aquella mañana me había levantado temprano porque había ido con Oliver a pasar la itv del coche, la verdad es que tener que madrugar para hacer algo que no era nada de mi devoción no me emocionaba, pero en fin, no era opcional si no que obligatorio, así que no me quedó más remedio que ir, y bueno, Oliver también vino porque tengo al mejor amigo del mundo, eso y que le dije que después le invitaba a unas cervezas y eso a Oliver siempre le viene bien. Al terminar con la revisión tal y como le había prometido a mi amigo, nos dispusimos a ir a uno de los bares que nos quedaban cerca de allí, porque entre la calor que hacía era un plan que apetecía muchísimo. Una vez sentados tomándonos algo comenzamos a hablar de nuestras respectivas relaciones, aunque no tuvieran nada que ver entre si, ya que Oliver y Leyla llevaban mucho tiempo juntos y nosotros entre los tira y afloja se podría decir que un poco más de un verano, pero el tiempo no marca nada, no marca lo que sientes o te hace sentir esa persona, no marca la complicidad ni la confianza que tenéis, porque desde que conocí a Nicole siento que tengo todo eso, y por eso supe que tenía que luchar por ella y pues mira al final aquí estamos. Y en esos instantes mi teléfono comenzó a sonar y a vibrar encima de la mesa, pero ese nombre que aparecía en la pantalla era lo último que me podía esperar, era la última persona que pensaría que me fuera a llamar esa mañana pero lo hizo.
-¡Cógelo ya!-exclamó Oliver sin saber de quien se trataba-.
-Vale, vale-contesté y cogí el móvil para darle al botón verde y contestar la llamada-.
-Hola-dije al teléfono esperando que la otra persona me contestara-.
-Hola hijo-dijo mi padre con aquella voz grave que tenía-.
-¿Que dices papá?-dije preguntándole a mi padre para saber que quería después de tanto tiempo-.
-Quería ofrecerte una cosa-dijo muy seguro de lo que estaba diciendo-en concreto un puesto de trabajo en mi empresa-continuó sabiendo lo que esa propuesta significaba-.
-¿En tu empresa?-le contesté extrañado al saber lo que eso implicaba-.
-Sí, ya sabes que siempre te he dicho que cuando seas más mayor te guardaría un puesto de trabajo para ti-dijo y eso me hizo recordar aquellos momentos antes de que mis padres se separaran-.
-Si pero papá, ¿Estamos hablando de irme hasta allí a vivir contigo y trabajar en tu empresa?-pregunté-.
-¡Exacto hijo!-exclamó-estamos hablando de que te vengas a Italia conmigo y trabajes en mi empresa como siempre has querido-dijo mi padre, y era verdad, siempre le había rogado poder trabajar con él y no por el hecho de irme donde él esté sino por el dinero-.
Y suena de egoísta, quizás lo soy, pero cuando tu padre es multimillonario y tu no vives como podrías vivir, y de repente te dan la oportunidad de poder aprovecharlo, pues la verdad es que esa propuesta me hacía recapacitar. No hace falta que me mude allí para siempre, podría ir sólo una temporada ganar algo de dinero y volverme, porque ahora no solamente me importaba ganar dinero, si no que la chica más maravillosa que había conocido jamás vivía en Francia y no en Italia, y decirle que quizás yo ya no viviría aquí…
-Acepto papá-respondí rápido para no volvérmelo a pensar-.
-Sabía que lo harías-dijo riéndose al final-es una buena oportunidad-concluyó-.
-Lose, lose-contesté-.
-Bueno hijo, pues te mandaré un billete para que te vengas aquí, el verano esta acabando y queda nada para que te pongas manos a la obra en tu nuevo trabajo-dijo recalcándome una vez más lo que acababa de decidir-.
-Vale, pues nos vemos en nada-dije con una sensación agridulce-.
-Adiós hijo-se despidió de mi-.
-Adiós-dije finalizando la conversación y colgando el teléfono-.
Mi cabeza no paraba de darle vueltas al asunto, no sabía como le iba a decir a Nicole aquello, porque ella no sabía nada de mi familia y de golpe, le iba a soltar que me iba con mi padre a trabajar, y no aquí al lado sino a la mismísima Italia.
Nada más colgar el teléfono se lo expliqué a Oliver pero le pedí que por favor no le contara nada a nadie, porque yo mismo se lo quería contar a Nicole y ya sabía donde llevarla para hacerlo. Cogí las llaves del coche llevé a Oliver a casa y de camino a la de Nicole la llamé para ver si podía venirse conmigo. Con suerte lo estaba, así que le dije que en cinco minutos bajara que yo estaría en la puerta. Al poco tiempo de estar en el portal Nicky bajó, ahí estaba ella con su pelo rubio, liso, uno de esos vestidos tan bonitos que se ponía, sus converse altas blancas y esa cara tan bonita que tiene.
-Hola-dijo entrando al coche y me dio un beso-.
-Hola guapísima-le dije arrancando el coche-.
-A un lugar muy especial para mi-dije como ese primer día que la llevé-.
-Mmm…-dijo mirándome y sonriendo, que guapa que estaba cuando lo hacía-me temo que ya se donde es-contestó-.
Yo sonreí pero en realidad estaba angustiado, no sabía como decírselo, sabía que no se lo tomaría bien y eso hacía que me preocupara aún más por lo que iba a pasar.
A los minutos el coche ya comenzó a circular por el camino de tierra que había hasta llegar arriba del todo, ya se respiraba el aire menos contaminado, fresco y las vistas verdes eran magnificas. Aparqué el coche donde siempre lo hacía y nos bajamos, ella me miró sonriendo esperando a que le dijera la razón por la que habíamos ido y yo aún no sabía como hacerlo, así que me dejé llevar.
-¿Y que hacemos aquí?-preguntó Nicole alegremente y con una radiante sonrisa en la cara-.
-Pues en estos momentos no había mejor lugar para venir que este-dije acercándome a ella-.
-Este lugar ya me esta gustando tanto como a ti-contestó ella cariñosamente-.
-Haber-dije sin saber por donde comenzar-tú y yo estamos muy bien juntos y esto que te voy a decir no tiene nada que ver con nosotros pero…-la cara de Nicole cambió de repente, ya no sonreía-mi padre me a propuesto que trabaje en su empresa-dije intentándoselo explicar de la mejor manera posible-.
-¿Tu padre?-dijo extrañada porque nunca le había hablado de él-.
-Sí-contesté-.
-¿Y donde trabaja?-preguntó-.
-En una empresa-medio contesté, entonces la miré a los ojos sabiendo que lo que le iba a decir le iba a desconcertar-en Italia-terminé de puntualizar-.
-¿En Italia?-preguntó-¿Y tú que le has dicho?-me dijo mirándome a los ojos con miedo-.
Y ahí sabía que le iba a hacer daño, sabía que le iba a mirar a los ojos y le rompería por dentro, pero lo hice.
-Que sí-respondí-.
-Pero haber Adrián-dijo con los ojos vidriosos-no puede ser, no puedes irte ahora-me rogó-.
-Será sólo un temporada y te prometo que volveré y nos veremos pronto-dije con el corazón en la mano-.
-No,no,no-dijo ella con un tono de voz más bajo como si lo estuviera diciendo para ella misma-no me puedes hacer esto-dijo con la lágrima a punto de caerse por su mejilla-.
-Nicole, yo…-dije intentando disculparme-.
-Adrián, quédate conmigo, por favor-dijo suplicándomelo y con las lágrimas cayéndose rápidamente por su rostro-.
-Lo siento-dije con el corazón roto y con una lágrima que llevaba su nombre cayéndose por mi mejilla-.
La abracé, verla derrumbada hacía que todo se me cayera encima, pero no podía perder esta oportunidad y al terminar volvería con ella. Nos quedamos abrazados un buen rato mientras notaba su respiración entrecortada por los suspiros y las lágrimas que le caían sobre mi hombro, podía oler su colonia, su pelo, notarla entre mis brazos, notar como su corazón se desbordaba de su pecho y como el mío lo acompañaba, pero a veces la vida te pone oportunidades en el camino que no debes dejar escapar y esa era la mía. Aunque estuviera enamorado de ella tenía que irme pero sabía que volveríamos a estar como en ese preciso instante, abrazados, con el corazón en nuestras manos y deseando no separarnos nunca más.Y ese fue el peor día de todo el verano, el día en el que la persona de la cual estás enamorada te dice que se va, y tu te quedas ahí con un miedo que jamás habías sentido y con un nudo en la garganta y en el corazón. Nunca me esperé que Adrián justamente ese día me fuera a decir que se iba a vivir a Italia, que se iba de allí y me dejaba sin él, os prometo que es la peor sensación que había sentido hasta ahora.
Estaba desbordada de tristeza, con el corazón a pedazos y sin entender porque Adrián había decidido irse, porque ese trabajo le había podido más que quedarse conmigo, mi cabeza no hallaba la respuesta, solamente se me llenaban los ojos de lágrimas al saber que me tendría que despedir de él. Y allí estaba yo la noche del día que Adrián me contó que se iba, sentada en la cama de mi habitación con una libreta entre mis manos, abierta por un folio en blanco donde decidí plasmar como me sentía, y así lo hice:
Caminaba por la orilla, el viento acariciaba suavemente, casi como tú lo hacías, había un sol radiante que se apagaba lentamente, intenso, y quemaba, como nuestro amor, dejaba las huellas de mis pies mojados, dejando rastro, como el tuyo, me senté en una roca para ver las olas del mar, era curioso como el vaivén de las olas se alejaba y se acercaba, como solíamos hacer siempre, y justo al final, chocaba, el agua se estampaba con la roca, y en el punto de inflexión se rompían, como tú y yo, caminaba por la orilla, una noche de verano, recordando esos veranos contigo, esos veranos pasados, la brisa cálida y suave me despeinaba, y ya solamente la boca me sabia a salitre, y nada más, viento, sol, agua, mar y roca, era lo que formaba esa playa paradisiaca de la que no queríamos irnos, pero despistados por el calor de ese anochecer, nos olvidamos que como todo, el verano también acaba, y con él, nuestro amor.FIN

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Quédate conmigo
Подростковая литератураUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...