-¿En que?- pregunté para saber que le había pasado a Liam anteriormente-.
-En todo, Nicole-hizo una pausa y continuó- cuando te aferras tanto a una persona, tanto que piensas en ella las 24 horas del día, que sólo se te viene su nombre a la cabeza, qué harías cualquier cosa por que ella y tú estuvierais siempre bien y esa persona te quiere igual que tú o eso es lo que piensas, creerás que te puedes comer el mundo a su lado, pero no era eso, eso no era querer y mucho menos ella sentía lo que yo estaba sintiendo. Hay diferentes formas de querer, y Clare a mí me quiso mal, tanto que me dañó por dentro, hizo que en vez de aferrarme a ella de la mejor manera posible, me enganchara a ella, sentía que la necesitaba, que debía estar con ella siempre y a eso se le sumó que comencé a creer que debía de dejar de hacer todo eso que a ella le molestaba, solamente para que estuviera bien, había creado mi una obsesión y yo simplemente estaba enamorado-explicó con una mirada de rencor-.
No hablé porque no sabia que responderle a lo que me acababa de decir, se le veía afectado y dolido, pero parecía que eso no era todo, le dio un gran sorbo a su batido y continuó.
-Cuando quieres a una persona intentas hacer todo lo posible para que la relación vaya bien, pero hay veces que es imposible-dijo cogiendo la pajita y moviéndola en forma de circulo- gracias a esa relación pude entender que antes que nadie vas tú-concluyó-y por eso me alejo un poco de las chicas, no quiero relaciones, ni preocupaciones, quiero pasármelo bien y ya está-dijo dándole otro trago al batido-y bueno ya sabes lo que dicen, la primera ruptura siempre será la peor, y menos mal que yo ya la he pasado-dijo soltando una carcajada-.
Liam estaba bien, se le notaba en la cara, había pasado por una relación tóxica la cual no se merecía pero se podía observar que eso formaba parte de su pasado y que ahora tenía las cosas muy claras y sabía lo que quería.
-Pues pensándolo mejor, te veo mucho mejor así soltero-le dije soltando yo también una carcajada-.
-Que razón tienes-me contestó y siguió sonriendo-.
El resto de la tarde lo pasamos hablando de cosas mucho más agradables, cuando quisimos mirar el reloj vimos que ya era de noche y salimos del local para irnos a casa. Liam caballerosamente como siempre me llevo en moto hasta casa y se despidió de mí sabiendo que relativamente pocas horas nos volveríamos a ver en la academia.
Llegué a casa esta vez sí con llaves, lo primero que hice fue quitarme los zapatos y dejar las cosas en mi habitación. Leyla se estaba pintando las uñas mientras veía la televisión con Carol. Me senté al lado de ella y contesté a los mensajes de Adrián, que por cierto no le había escrito en toda la tarde ya que cuando me pongo a hablar con algún amigo y estoy a gusto, se me pasan las horas volando y Liam había captado toda mi atención aquella tarde.
En vez de escribirle, decidí llamarlo, y para eso salí a la terraza para no molestarlas.
-Hola-le dije a Adrián-.
-Hola-me contestó-has estado desaparecida toda la tarde-me dijo extrañado ya que normalmente le contestaba a los mensajes-.
-No es que estábamos hablando y se me ha pasado lo de mirar el teléfono-le expliqué-.
-Ya…-contestó un tanto dubitativo-.
-¿Qué pasa?-le pregunté-.
-Nada que tengo ganas de verte-confesó de una manera muy tierna-.
-Y yo-dije sonriendo-¿Te apetece mañana hacer algo juntos?-le comenté-.
-¿Tú y yo solos, o con los demás?-me dijo sabiendo la respuesta-.
-Pues solos-dije con voz de tontorrona-.
-Perfecto entonces, te pasaré a buscar a la salida de las clases-.
-¡Vale!-respondí alegremente-.
-Pues nos vemos mañana, descansa-dijo Adrián despidiéndose-.
-Y tú-respondí y colgué la llamada deseando estar con él ya-.
Después de cenar unos sándwiches con las chicas, me fui a dormir de que no quería que me pasará como esa mañana y volver a llegar tarde.
A la mañana siguiente un enorme rayo de sol entró por mi ventana de manera que iluminaba parte de mi rostro, entre eso y el sonido de mi primera alarma pude despertarme a la hora que tocaba. Cogí la ropa que me iba a poner hoy y casi con los dos ojos cerrados caminé hacia el lavabo con el fin de darme una ducha y despertarme de golpe. Una vez vestida pero aún con el pelo mojado, fui a mi habitación para maquillarme un poco, como siempre y acabarme de secar el pelo. Mientras yo me aplicaba máscara de pestañas, las gotas de agua del pelo caían encima del top rosa pastel que me había puesto. Una vez me acabé de arreglar salí de casa pero esta vez sin ningún tipo de prisa, ya que llegaría puntual.
Me sorprendió ver a Liam llegando a la puerta a la par que yo, creo que era el día que más puntual llegó de todo el curso. Teníamos clase de conversación a primera hora, y la verdad que me alegré de tener esa clase, ya que prefería hablar con Liam francés que no tener que estar callada y escuchando alguna otra clase mucho más aburrida.
Durante el transcurso de las horas de clase no me pasó nada entretenido, en más de una ocasión me crucé con Clare y simplemente mire hacia otro lado evitando dirigirle la mirada. Liam también y va a su rollo, saludaba a los amigos, hablaba conmigo y también ignoraba a otras tantas tías, como siempre solía hacer, eso ya era parte de su esencia. Realmente no sé como Liam y yo nos acabamos haciendo amigos sin que pensará que yo quería algo más con él, supongo que esas cosas se ven y ya sabes cuando la otra persona quiere algo más que una amistad.
Ya habían finalizado las clases de ese día, Liam y yo estábamos hablando mientras nos dirigíamos a la entrada de la academia. Él sabia que Adrián venía a buscarme, así que en cuanto bajamos las escaleras se despidió de mi y me dejó que me fuera con Adrián, que estaba esperando fuera de su coche en la parte derecha de los aparcamientos. Llevaba unas gafas de sol negras, una camiseta de color blanco con unas letras negras y unas bermudas negras también, estaba fumándose un cigarro, y me parecía el chico más atractivo que había visto nunca. A lo lejos vi como Clare le estaba mirando, a él no le prestaba atención pero ella a él sí, Clare Miller sabía quién era Adrián, pero yo no tenía ni la más remota idea de que lo conocía.
-¡Hola!-le dije dándole un beso en los labios-.
-Hola guapísima-dijo tirando la colilla al suelo-va sube, que seguro que tienes hambre-dijo a la vez que se sacaba la llave del coche del bolsillo y le daba el botón para abrir las puertas.
-¿Tú tienes hambre?-le pregunté para saber si él ya había comido-.
-Pues sí-dijo abrochándose el cinturón a la par que yo- te he esperado para que comiéramos juntos- continuo a la vez que giraba el volante para ir marcha atrás y sacar el coche donde lo tenía aparcado-.
-Perfecto entonces-le dije a Adrián sonriéndole-.
Adrián condujo hasta su casa, aparco el coche cerca de su portería y subimos a su casa para comer. Leyla y Oliver no estaban, la verdad es que no solían estar y parecía que Adrián viviera solo. Al entrar por la puerta después de que Adrián la abriera, en lo primero que me fijé fue en el sofá, eso hizo que me viniera la imagen a la cabeza de ese día cuando él y yo estábamos viendo la película, que pensándolo mejor, no es que la estuviéramos viendo.
Adrián ya había dejado la comida hecha, quien me diría a mí el primer día que lo conocí que sería tan atento y tan planificado.
-¿Te gusta la pasta rellena?-dijo desde la cocina mientras yo estaba en el sofá mirando el teléfono-.
-¿Los raviolis dices?-dije riéndome de él-.
-Sí, Nicole, los raviolis-me contestó con un tono de burla-.
-Pues sí, sí me gustan-respondí a la pregunta que me había hecho-.
-Perfecto-dijo Adrián mientras servía los platos-.
-Como tú-dije con un tono más bajo para que no lo pudiera escuchar a la perfección-.
Pero Adrián se asomó, me miró mientras yo seguía sentada en el sofá y me dijo:
-¿Qué has dicho?-me preguntó acercándose a donde yo estaba y dejando de lado los platos-.
-Que sí me gustan-respondí sonriendo-.
-No, no-dijo al momento y se puso justo enfrente mío-digo después-continuó sin moverse del sitio-.
-Nada-contesté aguantándome las ganas de reír-.
-Pues tendrás que repetírselo al chef de los raviolis-dijo apoyando una mano en el brazo del sofá y la otra en el otro lado del sofá rodeándome y acercándose mucho más a mi cara-.
-¿O si no que?-pregunté picándole-.
-Si no te tendrá que comer a ti y no al plato de pasta-dijo acercándose muchísimo a mi boca-.
Y yo no respondí simplemente me hice la loca y me iré hacia otro lado esperando ver su reacción.
-¿Con que no lo vas a repetir no?-volvió a preguntarme Adrián, y yo solamente me reí-pues bueno, tú misma-dijo y al momento de terminar la frase se lanzó a mi boca y me besó-.
Comencé a medio esquivarle los besos para seguir con la broma, él cada vez que lo volvía a hacérselo, se cabreaba aún más, pero no se rendía y seguía insistente intentando darme más y más besos. Cuando me quise dar cuenta yo estaba tumbada y él encima de mí, justo de la misma forma que estábamos días anteriores en ese mismo sofá. Algo en mi se removió por dentro y me impulso a besarle apasionadamente, esta vez sin apartarle la cara, Adrián me siguió el juego y continuó besándome fogosamente, pero repentinamente paró.
-¿No tenías hambre?-me dijo a milímetros de mi boca-.
Y mi respuesta fue inesperada hasta para mi, pero fue la que me salió en ese momento sin tenérmelo que pensar.
-De ti-respondí acercando mi boca a la suya para continuar por donde nos habíamos quedado-.
Mi respuesta hizo que Adrián se encendiera más, que me besara con más ganas. Me bajó los tirantes del top lentamente, casi como si yo no me estuviera dando cuenta, una vez bajados, bajo su mano hacía mi pantalón y lo desabrochó, volvió a subir hacía mi camiseta y como pudo me la quitó, mi sujetador blanco lucía sólo para Adrián, era la primera vez que me veía así, siguió besándome a la vez que con una mano me tocaba el pecho, eso hacía que me ardiera todo el cuerpo, pero Adrián no solamente quería quitarme la camiseta, me giró y al segundo nos habíamos cambiado los papeles, él estaba abajo y yo encima suyo, pasó sus manos por mi espalda en busca del broche del sujetador, una vez lo pudo alcanzar, cogió una parte con cada mano y se deshizo del sujetador en cero coma. Ya no tenía camiseta, ya no tenía sujetador, me sentía rara pero cómoda a la vez, entonces él se quitó la camiseta, y su pecho y el mío estaban desnudos y en contacto, comencé a notar su mano bajando por mi barriga, esta vez notaba más como sus dedos rozaban mi piel, Adrián sin camiseta era tres veces más atractivo que antes, o quizás mucho más, pero notar con mi mano su marcado abdomen, su piel, y su mano entre mis piernas una vez más, hacía que me excitara mucho más que la otra vez, mi cuerpo se estremecía, comencé a besarle el cuello de arriba a bajo, haciendo que él se encendiera más de lo que estaba, y yo lo notaba, y me gustaba que estuviera así. Con la otra mano me agarró el culo, y yo seguía besándole el cuello, alternándolo con los labios, pero entonces le mordí el lóbulo de la oreja, haciendo que un repelús recorriera todo el cuerpo de Adrián, al momento me giró bruscamente, me miró mientras se mordía los labios, y yo no se si en ese momento me puse roja o no, pero me moría por él y por sus besos, bajó lentamente hasta llegar a la entrepierna, a la vez que me besaba me bajaba las bragas a juego con el sujetados que minutos antes llevaba puesto, su lengua rozó un punto que ni yo sabía que tenía ahí abajo, una sensación nueva recorría mi cuerpo, esta era mucho más placentera que la anterior, mis manos agarraban el pelo de Adrián, queriendo que no apartara nunca la cabeza, mis piernas se estremecían y se tensaban, mis manos pasaron de su cabeza al sofá agarrándolo como nunca antes lo había hecho. Después de varios suspiros, la respiración agitada, entrecortada y la mirada puesta hacía el techo, pasó, de mi boca salió un orgasmo, el primer orgasmo que había tenido. Adrián levantó la cabeza, me miró y yo sonreí tímidamente.

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Quédate conmigo
Novela JuvenilUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...