El reencuentro

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-Dime- contesté al móvil con la mano que ya no tenia el guante puesto-.
-¿Dónde estas?- me preguntó Oliver desconcertado-.
-Estaba con unos amigos pero ya iba a volver a casa-respondí respirando fuerte a causa del cansancio-.
-Ah vale, pues aquí te espero que acabo de llegar a casa-dijo mi amigo-.
-Perfecto en nada estoy ahí-respondí-nos vemos-colgué el teléfono y me quite el otro guante-.
Fui a los vestuarios y me refresqué con una ducha de agua fría, quitando así todo el sudor que invadía mi cuerpo por haber estado entrenando toda la tarde, después de mucho tiempo sin hacerlo. Salí de la ducha, me puse la ropa y le devolví la toalla a Máximo.
-¿Qué, ya te vas?-me preguntó mientras cogía la toalla de mis manos-.
-Si, ya me voy-me alboroté un poco el pelo para intentar que se secara más rápido-.
-Vale, ya me avisaras de cuando vuelves a venir-me dijo mientras se despedía con una sonrisa amplia-.
-Muy pronto-contesté mientras me iba hacía el coche-.
En el camino de vuelta a casa estaba menos tenso que antes, el boxeo me ayudaba a liberar tensiones y a no pensar en absolutamente nada, ni si quiera en Nicole.
Abrí la puerta de casa y nada más entrar se escuchaba la televisión, Oliver la contemplaba muy embobado y concentrado, evidentemente estaba viendo un partido de fútbol. Fui a la cocina a por dos cervezas, le di una y me senté con él a verlo.
-Gracias-me agradeció por traerle la cerveza- ¿Y que has hecho con tus amigos?
-Nada estar con ellos y hemos ido a tomar algo, hacía mucho que no los veía-respondo mintiendo en alguna parte- ¿Y tu, que tal ha ido?-pregunto por mera curiosidad-.
-Nada hemos estado hablando de como le había ido allí, pero se le ve contenta la verdad-me comenta Oliver después de haber bebido un trago de cerveza-.
-Pues mira por donde a mi me a parecido bastante fría, al menos conmigo-le digo un tanto indignado por la situación-.
-Yo también me he fijado de que estaba rara en el aeropuerto, pero después no-me explica desde su punto de vista-.
-Seria porque no estaba yo-suelto una leve carcajada irónica y le pego un gran sorbo a la cerveza-.
-La verdad es que de ti no a dicho absolutamente nada-oír eso todavía me cabreaba más, me levanto del sofá para tirar la botella vacía a la basura y no respondo nada-.
Me fui a la habitación porque necesitaba estar solo, no quería hablar de ella porque hacía que me pusiera de mal humor, quería evadirme de todo lo relacionado con ella y esa era la mejor forma o eso quería pensar.
A la mañana siguiente me desperté temprano como de costumbre pero esta vez no era para ir a ver si Nicky había llegado, ni para preguntarle a Carol y a Leyla si sabían algo de ella, esta vez era para volver a poner rumbo a donde había estado la tarde del día anterior. Cogí una mochila con todo lo que me iba a hacer falta, las llaves de casa y las del coche y salí por la puerta sin que Oliver se diera cuenta, ya que él seguía dormido.
De camino al gimnasio, la barriga me empezó a rugir, muy normal porque la noche anterior me acosté sin cenar, solamente para no tener que volver a hablar de ella, así que decidí parar en un sitio de comida rápida que me venia de camino y me compré unas hamburguesas, sus respectivas patatas y la bebida, me la fui comiendo mientras conducía y no es que tardara mucho en acabármelo todo.
Aparqué el coche sin problemas ya que parece ser que tengo una plaza reservada para mi, y entré, había mas gente que el día anterior porque solían entrenar más personas por la mañana porque por la tarde eran las peleas, un horario que yo hacía antes. Al fondo de la sala vi a Máximo hablando con un grupo de tíos, todos como él mazados, fuertes y muy tonificados, pero había uno que me resultaba muy familiar, Pascual.

Hace dos años Máximo me dijo quien era contra el que tenia que pelear aquella semana, él solamente se dedicaba a decirme el nombre del contrincante y yo sólo entrenaba muy duro para poder ganar, yo estaba al tanto de esa parte, todo la organización y la circulación de dinero era más una parte que llevaba Máximo de la que a mi no es que se me informara al detalle.
Como todas las semanas iba siempre por las mañanas a entrenar y solamente pensaba en pegar puñetazos al saco, sólo en eso. La noche de la pelea siempre estaba tranquilo, nunca me solía preocupar ni investigar sobre la persona contra la que iba a luchar, muchos del gimnasio me habían advertido de que Pascual, mi adversario, era uno de los mejores del momento, prácticamente no perdía ni una sola noche, aún así yo llevaba muchas batallas consecutivas y ese no me iba a dar miedo.
Aquella noche la sala donde estaba el ring en el cual íbamos a luchar permanecía abarrotada de gente por todos los lados, ansiosa por ver como me iba a pegar con el mismísimo Pascual Baudin, mis nervios no salían a flote porque a mi me era indiferente de quien se tratara. Máximo me llamó para que fuera ya al ring, esta vez mi posición era en la esquina azul y el ocupaba la roja, nos esperamos a que dieran la señal y empezamos la pelea, al principio solía quedarme más bien parado, me gustaba ceder el primer golpe a mi contrincante y así fue, Pascual se abalanzó sobre mi con un croché, un golpe lateral que buscaba mi cabeza y lo consiguió recibí aquel puñetazo, el publico se estremecía y la emoción envolvía la sala, pero yo no iba a dejar que me diera más golpes, comencé con un derechazo que consiguió esquivar sin darse cuenta que al segundo le iba a dar un directo en la cabeza, que a mi favor no consiguió esquivar, continúe con un par de golpes laterales y el probó con un golpe en el mentón, ágil de mi que me aparté y le devolví el mismo golpe, pero esta vez golpeándole el mentón de una manera brusca y directa, la gente comenzó a gritar apoyándome, mientras otras gesticulaban con caras de dolor, el pobre Pascual me golpeó con un derechazo y fue entonces cuando no dejé que me volviera a rozar con sus asquerosos guantes, combiné derechazos con golpes laterales uno detrás del otro sin pensar tan siquiera en parar y ahí, él intentó hacer un clinch y agarrarme para así poder ganar tiempo para descansar, pero haber, si era el mismísimo Pascual Baudin...Como no le iba a dejar descansar, o eso es lo que él se creía. Cuando estaba apunto de lanzarme otro puñetazo, me adelanté y le planté un puñetazo directo en la cara, un último golpe seco que hizo que ganara la pelea.
Cuando la gente ya había perdido o ganado sus apuestas y habían despejado la sala vi como Pascual salía y me acerqué.
-Ha estado bien luchado-le dije alargándole la mano-.
-Lo mismo digo- contestó estrechando mi mano-.
-Disfruta de la derrota-me despedí riéndome de él-.
-Nos volveremos a encontrar-dijo finalmente con mala cara después del mal sabor de boca de esa noche-.
Y pues sí, nos volvimos a encontrar, justamente ese día, después de dos años sin vernos las caras. Máximo alzó la mirada y me vio entrar, pero no fue el único que me reconoció.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora