Una imagen preciosa

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Mis brazos rodeaban el cuerpo de Adrián aún agradeciéndole por el regalo, él solamente se reía, se le veía feliz de que me hubiera gustado la sorpresa que me había preparado.
-Sabia que te iba a gustar-me dijo agarrándome la cara y mirándome a los ojos-.
-¡Para no gustarme!-dije y le di un beso-¿Y que día vamos entonces?-pregunté-.
-Mañana-respondió con una amplia sonrisa-.
-Perfecto, ¡Que ganas tengo de ir!-exclamé emocionada y expectante por el día de mañana-.
Adrián y yo cogidos de la mano caminamos por las calles de camino a mi casa. Queríamos descansar porque a la mañana siguiente nos esperaba un largo viaje en coche hasta llegar al sitio que había reservado Adrián para esas dos noches.
Al llegar a casa le expliqué a las chicas lo que Adrián me había regalado, les estuve explicando todo muy emocionada y con ganas de despertarme al día siguiente e ir allí con él.
Después de haber cenado la pasta con verduras que había hecho Leyla, me fui al baño a desmaquillarme y lavarme la cara, una vez acabé me puse el pijama  y me senté un rato con ellas en el sofá mientras estaba con mi teléfono contestando a gente, uno de esos mensajes era de mi madre diciéndome que me lo pasará muy bien durante las vacaciones y sobre todo que le fuera informando, desde que me mudé aquí ella siempre ha estado súper atenta y cada día esperaba un mensaje mío para ver cómo me iba, yo siempre le explicaba las cosas, al principio la verdad es que era mucho más constante y prácticamente todo el día le estaba explicando que estaba haciendo, pero a medida que pasaban los días le seguía escribiendo o llamando pero no tanto como al principio, y cuando le llamaba mi padre también se ponía al teléfono para hablar conmigo, porque eso de los mensajes a él no le gustaba mucho.
Me desperté sin alarma, me solía pasar las veces que tenía que hacer algo importante o especial porque me ponía tan nerviosa que mi cuerpo madrugaba solo.
Lo primero que hice fue irme a la ducha como todas las mañanas, una vez fresquita fui a .i habitación y con la toalla envuelta  alrededor de mi cuerpo y el pelo mojado y goteando alguna que otra gota, me dispuse a hacerme la bolsa que iba a llevar. Me decanté por una bolsa grande con asas, donde metí de la mejor manera que puse mi ropa para que así la ropa al llegar no estuviese arrugada. Una vez la tuve hecha con todo lo que necesitaba miré el móvil para saber como iba de tiempo y si Adrián me había dicho algo, y efectivamente si me había escrito, tenía veinte minutos para estar lista y bajar con las cosas abajo donde él estaría con el coche esperándome, así que me apresuré para no hacerle esperar y estar abajo a la hora que él me había dicho. Me vestí con un vestido corto de color lila pastel y de calzado mis converse blancas, me puse mis pendientes, mis pulseras, mis anillos y por supuesto no me podía faltar rociarme la colonia, con ese aroma dulce que tanto me gusta. Bajé al portal aunque aún faltaban cinco minutos, pero la verdad es que no me importaba esperarle.
Y a los dos minutos llegó, el moreno de ojos verdes más guapo que he visto nunca, con una camiseta blanca que era lo único que la ventanilla me dejaba ver, bajó la ventanilla y me dijo:
-Mete la bolsa en el maletero Nicky-mientras me hacía un pequeño gesto con la cabeza indicándome la parte de atrás del coche y yo rápidamente le hice caso-.
Después de hacer lo que él me había dicho, me subí al coche, le di un beso y me até el cinturón.
Adrián era la persona con la que más cortos se me hacían los viajes en coche, no se si es por la música que hace que me evada, si es su manera de conducir, o simplemente que hacer cualquier cosa con su compañía siempre era a tiempo reducido.
Después de mirar un buen rato a Adrián como conducía, como fijaba su atención en las calles con esa mirada tan penetrante, mientras un brazo lo sacaba por la ventanilla. Veía la imagen de él al volante cada vez menos nítida, los ojos se cerraban lentamente y sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo, así que terminé durmiéndome. Había perdido la noción del tiempo en cuando abrí los ojos, Adrián acababa de aparcar, se acerco a mí y me dio besos intentando que me despertara del todo. Ya habíamos llegado, el hotel por fuera parecía maravilloso, estaba un poco alejado de la zona céntrica con la intención de estar más tranquilos y aislados de los ruidos urbanos. Adrián bajó las bolsas del coche cerrando tras de si las puertas con el mando a distancia del coche. Entramos al hotel, el recibidor era muy luminoso, repleto de lámparas modernas y un pequeño sitio de sofás donde esperar en recepción. Él se acercó y dando su nombre le dieron ña tarjeta de nuestra habitación, yo solamente seguía a Adrián ya que no le había preguntado ni el número de la puerta que teníamos. Subimos por el ascensor con un hombre y una mujer, probablemente era un matrimonio que vendría a desconectar y a estar juntos un día sin hijos, ya que por la edad que parecían tener seguro que los tenían. Las puertas del ascensor se abrieron y Adrián salió cogiéndome a mi por la mano que tenía libre sin su bolsa y guiándome hacía la que iba a ser nuestra habitación. Abrió la puerta y encendió las luces con la misma tarjeta, dejamos las bolsas en la entrada y cerramos la puerta. Entré a ver la habitación que había pedido Adrián, era grande y espaciosa, tenía una gran cama de matrimonio con la particularidad de que en el techo había un enorme espejo, la decoración era minimalista pero lo suficientemente acogedora. Se menté en la cama mientras miraba hacía arriba aún flipando, él se sentó a mi lado, me apartó el pelo hacía atrás y me besó el cuello cariñosamente. Y ahí estábamos los dos, creando una imagen preciosa que se reflejaba en el espejo.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora