¿A que no te atreves?

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Una vez terminamos de comer, dimos una vuelta para ver todo más o menos aunque mis padres ya habían estado otras veces y solamente tenían una hora para coger el vuelo de vuelta.

Cuando ya se nos hizo la hora encima, nos dirigimos al aeropuerto, solamente Adrián, yo y mis padres, ya que los demás se quedaron en casa.

El aeropuerto estaba igual que esa misma mañana, gente por todas partes buscando la puerta de embarque y nosotros.

Adrián se sentó en las sillas a esperar que yo me despidiera de mis padres después de que él ya lo hubiera hecho. Si las cosas no cambiaban iba a estar un año sin ver a mis padres, cosa que no había pasado nunca. Tristemente me despedí con besos y un fuerte abrazo y me quedé de pie mirando como mis padres se alejaban. En ese momento supe que comenzaría una nueva etapa.

Noté como un brazo me rodeaba por el cuello, giré mi cabeza y me topé con los ojos de Adrián.

-¿No te gustan las despedidas no?-me hizo una pregunta pero no espero a que respondiera-tranquila yo te voy a cuidar estupendamente Nicky.

Tenía la impresión de que íbamos a ser grandes amigos y me alegraba, por lo poco que lo conocía sabia que era buena persona.

Nos metimos en el coche y fue bastante diferentes a las dos veces que ya había estado junto a él aquel día. Puso la música bastante fuerte y comenzó a cantar gesticulando con la cara mientras se reía y no pude evitar unirme a él. Cantar no era lo mío pero eso no decía que no pudiera pasármelo bien desafinando. Se acabó la canción y vi que no estábamos en el mismo camino, es decir, no estábamos yendo a casa.

-Me parece a mi que te has equivocado-dije fijándome en la carretera y seguidamente en él-.

-Esta noche cenamos juntos- ¡Que cenábamos juntos!-pensaba que al menos se limitaba a preguntarme por los planes que se le ocurrían, pero estaba comprobado que no-.

-¿Y si me niego a ir?-dije con una mirada desafiante-.

-Demasiado tarde.

Adrián aparcó delante de un local iluminado y con bastante gente fuera.

Nunca me sentía tan observada a pesar de que no me estuvieran mirando a mi si no al chico moreno que caminaba a la par que yo. No sé si siempre que salía las chicas se le quedaban mirando a sí, pero la verdad es que era muy incómodo.

Una vez más cerca del letrero me percaté que me había traído a un karaoke. Lo del coche se lo había tomado muy enserio.

-¿Un karaoke era el mejor sitio para cenar?

-Tú misma me has dado la idea, te he visto tan emocionada y sonriente cantando que te he traído-que hubiera cantado en el coche no significaba que lo iba a hacer delante de un montón de personas-.

Una chica de pantalones bastante cortos y un escote muy pronunciado, atrajo la atención de Adrián, que le siguió con la mirada hasta que desapareció entre la gente.

Nos sentamos en una mesa dónde se veía el escenario perfectamente y esperamos a pedir mientras cantaban varias personas.

Pedimos unos bocatas cada uno y al terminar nos invitaron a un chupito.

-Me apuesto lo que quieras a que no te atreves a salir a cantar.

-No vas mal encaminado-confirme a Adrián-tu tampoco te atreves a cantar-.

-Se nota que no me conoces todavía. Si salgo a cantar, tienes que estar tres días sin separarte de mí-maldije a lo que le había retado hace un momento-.

-Y si salgo yo a cantar as perdido-me a largó la mano mientras me decía que aceptaba-.

Seguidamente me acerqué el chupito a la boca y me lo tragué de un sorbo, levante la mano para pedirle dos más como ese al camarero. Al momento me los trajo y sin pensarlo dos veces me bebí uno detrás de otro. La garganta me ardía y no evite darle un golpe a Adrián por reírse de la situación.

-¿Quieres también el mío?-me acercó el vaso-.

-Si insistes-y hice exactamente lo mismo que los anteriores-.

Adrián se levantó de la silla y me dijo:

-Vale, pero primero canto yo-acepté sin más remedio, porque ni después de cuatro chupitos me atrevía a cantar-.

Una vez se subió al escenario supe que cantaría, entonces me apresuré a la barra.

-Lo mas fuerte que tengas por favor-el camarero me miró y en un vaso me sirvió la bebida, no sabia lo que era ya que yo no solía beber, pero me lo lleve a la mesa esperando a que cantara-.

Adrián se puso delante del micro y pronunció unas breves palabras.

-¡Esto va por ti Nicky!

De golpe la vergüenza y los nervios de aquel momento, hizo que no esperara para poder vaciar aquel vaso, que estaba lleno hasta arriba. Me tragué aquel líquido asqueroso y sentí como la garganta me ardía. Disfrute de la actuación y al terminar fui directa para cantar yo también.

-¿Estas segura de poder cantar?-dijo volviéndome a retar-.

-¿Estas preparado para perder?

Una vez delante del microfono pensaba que no iba a ser tan difícil, y la verdad es que no lo fue, el alcohol me recorría todo el cuerpo y facilitaba todo. Poco antes de llegar a la mitad de la canción unas ganas de vomitar me subieron por la garganta, rápidamente me tape la boca para salvar de un abundante vomito a los de la primera fila y salí corriendo al baño para expulsar todo lo que me había bebido, mientras la melodía de la canción seguía sonando.

Entré en el primero que vi libre y vomité como nunca antes lo había hecho, segundos mas tarde una voz reconocible me aclamó.

-¡Nicky! ¿Dónde estás?

-¡Aquí!-grité entre vomito y vomito-.

Y allí estábamos yo vomitando y él aguantándome el pelo. Al terminar me lavé las manos, la cara y enjuagué mi boca.

-Eres el primero en sujetarme el pelo cuando vomito-comenté bromeando-.

-Es la primera vez que entro al lavabo de tías para sujetarle el pelo a una borracha que vomita-me siguió el rollo-.

Adrián pagó la cena ya que en ese momento estaba que me caía al suelo y nos fuimos al coche.

De vuelta a casa no me enteré de nada simplemente cerré los ojos para evitar marearme más de lo que ya estaba. Subimos unas escaleras, porque ascensor no había y fue ahí, cuando me di cuenta que no estaba en mi portal.

-¡Este no es mi piso!-repliqué-.

-Has perdido la apuesta, no as acabado la canción-le maldije hacía mis adentros y comencé a intentar subir las escaleras-.

Creó que no había llegado ni al tercer escalón cuando perdí el equilibrio y me caí al suelo, asustado, Adrián me cogió y me subió en brazos a su piso. Nunca había estado en su piso y esa noche iba a dormir allí.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora