No pude contestar

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Vuelvo a ser interrumpida, pero no por Carol, por él, nuestras narices se rozan mientras acerca el perfil de su cara a la mía, haciendo que note su mandíbula, escucho su respiración, casi puedo volver a notar sus labios en mi oreja, cuando me susurra:
-Aquí me di cuenta de que no eras como las otras-después de decirme aquello se incorpora y se distancia de mi-.
Ya no esta cerca de mi, el aire podía pasar entre nuestros cuerpos, lo tenía delante mirándome firmemente con su mirada verde tan atractiva, no pude contestar, bueno tampoco sabía que decirle, pero él si.
-¿Qué?, ¿Vamos fuera?-me dijo Adrián-.
-Sí, sí-dije dejando de estar embobada pensando en no se que-.
Salimos del baño de chicos en el que por suerte no había entrado nadie y fuimos a la barra para pedirnos algo de beber, una vez que cada uno tenia lo suyo nos lo bebimos tranquilamente mientras observábamos como Carol lo daba todo en la pista de baile al lado de Tom.
-¿No me digas que están juntos esos dos?-dijo Adrián después de haberse quitado la cerveza de la boca-.
-No, todavía no-dije aunque en lo único que pensaba era en lo que había pasado momentos antes en el baño.
-En nada lo estarán-dice muy convencido de sus palabras-.
Al terminar de beber lo que habíamos pedido nos fuimos a bailar cerca de donde Oliver y Leyla estaban bailando, o eso hacían al principio, al rato se comenzaron a besar y era bastante incomodo estar viendo como ellos se morreaban, y mientras nosotros bailábamos pero sin ningún tipo de acercamiento. Todo me parecía raro, desde que volví él no era el de antes, lo notaba distante, apenas centrado en mis cosas, ni siquiera me había preguntado por nada, ni por Eden, ni por lo que había pasado para que yo no hubiera llegado a París el día que tendría que haber llegado, pero luego, me soltaba alguna de sus frases que hacía que me quedara expectante en saber que era lo próximo que iba a pasar entre nosotros.
Después de una larga noche bailando, comentando sobre los demás y bebiendo alguna copa o cerveza nos volvimos a casa. A la vuelta conducía Oliver, muchas veces se turnaban y había noches que uno de los dos apenas bebía para así poder conducir el coche de vuelta a casa, esa vez Adrián se libro. Nos dejaron en casa y al llegar lo primero que hicimos fue descalzarnos, quitarnos aquellos tacones que nos hacían sufrir después de tanto rato y ellas después se ducharon en cambio, yo, me puse el pijama y me acosté ya que la pereza se apodero de mi.
Era domingo y al día siguiente comenzaba otra vez las clases y el trabajo, pero bueno tampoco es que me disgustara mucho. Y esa mañana no salí a correr, me esperé a salir a la calle después de haber desayunado. Carol había salido poco antes a sacar a su perro, que siempre lo hace o muy temprano cuando yo y Leyla todavía dormimos, o más tarde si a hecho otras cosas, la verdad es que pocas veces me entero de cuando lo hace y como siempre esta en la terraza pues no es que sea molesto, pero al fin y al cabo, eso hizo que nos conociéramos gracias a que Carol estuviera paseando a su perro a las horas que yo estaba en una terraza de París.
Pasee por al lado de casa, solamente para tomar el aire fresco de la ciudad mientras pensaba en todo lo que había vivido aquí, ya no iba a ser lo mismo, no saldríamos casi cada fin de semana de fiesta, no podría quedar todos los días con ellos e ir a algún lado a comer o a pasar la tarde, ahora cada uno estaría centrado en sus cosas y yo tenía que centrarme en trabajar y estudiar ya que tenía que aprovechar aquella gran oportunidad que me habían brindado mis padres días después de mi cumpleaños.
Al llegar a casa me puse en el sofá con Leyla que estaba viendo la televisión bastante concentrada y cuando se percató de que yo estaba a su lado me soltó:
-Sabes que han venido a preguntar por ti-dijo mirándome-.
-¿Quién?-pregunté extrañada-.
-Pues el de siempre-sonrió Leyla-.
-¿Adrián?-dije aunque ya sabía que si-.
-Sí, sólo ha dicho si estabas-contestó-y al ver que no se ha ido-continuó-.
Y decidí llamarlo, me fui del comedor a mi habitación, no sé porque, tampoco es que fuera a tener una conversación privada pero me salió irme y hablar sola. Al tercer pitido Adrián cogió el teléfono.
-Dime-dijo nada mas atender la llamada-
-Hola…, Leyla me acaba de decir que has preguntado por mi-le dije esperando su respuesta-.
-Sí, si he preguntado por ti-contestó-pero no estabas en casa y tampoco he querido molestarte-dijo Adrián-.
-¿Y que querías?-pregunté intrigada-.
-Era para decirte si te apetecía comer conmigo-dijo en un tono más bajo que el resto de la conversación que habíamos tenido-.
-¿Y aún quieres que vayamos a comer?-le pregunté-.
-Por mi si-me dijo haciendo que me saliera una sonrisa instantánea-.
-Perfecto entonces-respondí-.
-Pues en quince minutos paso a buscarte-dijo despidiéndose-.
-Vale-respondí deseando que pasaran rápidamente esos quince minutos-.
Me dejé lo que llevaba puesto un tejano oscuro y un top sin hombros de color rojo, me peine un poco, me cepille los dientes y me puse colonia y aun faltaban cinco minutos para que viniera, pero picarón al timbre, se había adelantado y ya estaba aquí, bajé después de despedirme de Leyla.
Y ahí estaba él con esos ojos verdes que reflejaban felicidad, sus mechones medio rizados cayendo por su frente y una media sonrisa que dejaba entre ver sus dientes perfectamente alineados. Vestía con una camiseta negra apretada que llevaba unas letras blancas al final de la manga conjuntadas con unos pantalones del mismo color que la camiseta donde guardaba las manos en los bolsillos del pantalón. El coche estaba aparcado en la calle de enfrente, pero él me estaba esperando justo en la puerta de mi portal.
-¿Lista?-preguntó mientras cruzaba la calle a la vez que yo-.
-Por su puesto-dije a la vez que ya estábamos al lado del coche-.
Nos metimos en el coche, me até el cinturón y él hizo exactamente lo mismo, a la vez que me miraba, aunque yo no lo hiciera noté como Adrián si, arrancó mientras agarraba el cambio de marchas para así cambiarlo, dejando que se le marcaran las venas desde la mano hasta el brazo, la radio se encendió al momento de girar la llave del coche y como de costumbre la dejo puesta, simplemente la cambió a la cadena que más le gustaba. Estaba callada no sabía porque, tal vez porque era la primera vez después de mucho que volvíamos a estar solos, él seguía súper concentrado en la carretera, conduciendo con bastante precaución, tan siquiera sabía donde íbamos a comer, pero la verdad es que me daba igual. De vez en cuando le miraba de reojo, bueno la verdad es que lo hacía bastante a menudo, y una de las veces nuestras miradas chocaron y no porque él fuera a mirar el retrovisor de mi lado, si no porque también me miraba de vez en cuando. Sus ojos brillaban y me atraían cada vez más, sólo nos mantuvimos la mirada unos segundos pero bastaba con eso para que todo el trayecto que quedara pensaba en como me había mirado.
Llegamos al restaurante al que me acababa de llevar Adrián, no había ido a ese nunca, por fuera parecía estar bien y cuando entramos, pude confirmar que tenía muy buena pinta.
-Me he enterado que te gustan los italianos-dijo mientras nos acercábamos al camarero para que nos acompañara a la mesa-.
-Me encantan-dije mientras me sentaba-.
-A mi tú-dijo muy bajo casi susurrando, por poco no lo escucho por el ruido de la gente hablando en el restaurante, pero si pude escucharlo, lo que él se pensó que no me había enterado, sonreí mirando hacía abajo-.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora