Todos los siguientes días antes de su llegada, hice exactamente lo mismo que todos los anteriores, y esperar se estaba haciendo un suplicio, pero la nota de Melany, la mejor amiga de Nicky me hacia tener paciencia, ya que como ella me puso hace semanas, vendría pronto.
Y bueno aunque fue un pronto relativo, poder llegar a verla ese mismo día había merecido la pena, estaba ansioso por verla, más bien dicho todos teníamos ganas de ver a aquella chica que formaba parte de nuestras vidas desde hacía poco, pero yo me moría de ganas por volver a verla sonreír.
Cogí mi coche y junto a Oliver fuimos a buscar a las chicas una hora antes de que Nicole estuviera otra vez en París. Y no, no había hablado ni una sola palabra con ella pero Melany se había compinchado con nosotros para que todo fuera mucho más fácil y hablaba con nosotros por teléfono, a veces con Carol y Leyla y otras conmigo, ya que al momento de que recibiera el paquete que me envió, no tarde en enviarle una carta pidiéndole su número de teléfono para poder contactar con ella y que nos fuera informando.
Nada más llegar a la portería, Oliver llamó a Leyla y bajaron las dos rápidamente para subirse al coche, durante el camino Leyla no parada de decir que estaba nerviosa y Carol que tenía muchas ganas de contarle todo lo que había pasado mientras no estaba aquí, Oliver simplemente se reía y les decía que se tranquilizaran y yo, yo me mantenía al margen y sólo me dedicaba a conducir.
El aeropuerto estaba lleno de gente como siempre, pero no había tanto movimiento como las últimas veces que vine aquí, ya que antes era verano y la gente coge más aviones. Estuvimos sentados en los asientos que hay cerca de las puertas de embarcación, hasta que de la respectiva puerta de donde tenía que salir Nicole, comenzó a salir gente, yo me levanté de golpe y fui directo a esperarla justo en frente de la puerta, ellos después, también se levantaron y vinieron hacía donde yo estaba. Y es entonces cuando una chica rubia muy guapa y bastante agobiada como siempre con el tema de las maletas caminaba un tanto desorientada por la salida, el pecho se me encogió y sentí como me costaba tragar, Nicky alzó la cabeza y Leyla y Carol, desesperadamente corrieron a abrazarla, se sorprendió al ver a sus dos compañeras de piso allí. Justo momentos después al abrazo con sus amigas, deslizó la mirada hacía donde Oliver y yo estábamos esperando, se acercó y nos saludo, pero tal vez a mi mucho más fría que con el resto.
-Espera, déjame que te lleve esto-dije para ayudarla con la maleta-.
-No te preocupes voy bien-respondió, y esta vez no le insistí-.
Cargó ella misma la maleta en el maletero en cuanto abrí con las llaves el coche, así que tampoco intenté ayudarla, nos metimos todos en el coche y esta vez se pasaron todo el viaje contándose pequeñas anécdotas entre ellas y Oliver, y yo, yo seguía mirando a la carretera y permaneciendo callado.
Llegamos al piso de las chicas y esperé dentro del coche a que ellos salieran y a que Nicole cogiera su maleta del maletero.
-¿No te subes un rato con nosotros?-me dijo Oliver a través de la ventanilla-.
No me apetecía recibir a Nicole de aquella manera, sabia que hacia bastante que no la veía pero nunca imaginé que estaría así de distante conmigo así que decidí hacerme a la idea que a lo mejor me tenia que acostumbrar a estar así con ella.
-Que va, yo me voy no tengo muchas ganas-y esa fue mi simple respuesta a todo lo que se me estaba pasando por la cabeza-.
-Vale no te preocupes luego hablamos-me dijo mi amigo intentando aliviarme-.
Y sin pensarlo apreté el acelerador y me alejé de ahí lo más rápido que pude, me alejé de ella.
Me dolía verla con otro, me dolía no verla, pero me dolía muchísimo más que no estuviéramos como siempre, Nicole me gustaba y parecía ser que yo a ella no y no estaba preparado a que ella me lo dijera, así que decidí distanciarme un tiempo, tal vez no tanto como lo había estado ella, pero necesitaba mi espacio y si me iban a estar hablando de ella y si iba a seguir viéndola, no conseguiría estar bien.
-¿Adrián?-me cogió el teléfono bastante sorprendido-.
-Máximo, cuanto tiempo que no hablábamos-mas o menos unos 2 años tal vez un poco más-.
-Pues ya ves, quien lo diría- soltó una leve carcajada-y bueno, ¿A que se debe tu sorprendente llamada?
-Nada que me apetecía relajarme un poco y desconectar y digo, ¿Porque no volverme a subir al ring?-él escucha atentamente-.
-Con que quieres volver a boxear eh...- vuelve a soltar otra carcajada-pues ya sabes donde encontrarme Adrián.
Colgué y eso que tenia en mente hice, me dirigí hacía el gimnasio de Máximo un gimnasio que hace unos día no me imaginaria volver a pisar.
Ese sitio me traía muchos momentos, vividos con mucha intensidad esa que ahora mismo me faltaba, y Máximo era una buena opción para olvidarme de todo aquel lio del que quería salir y dejar de formar parte.
Aparqué el coche en la puerta, justo como siempre lo solía hacer, parecía que ese sitio llevara mis iniciales, cogí el móvil y las llaves, y una vez cerré la puerta, le di al mando del coche para cerrarlo del todo.
-Pero bueno a quien tenemos por aquí...-dijo Máximo acercándose hacía mi-.
-Como estas-le dije mientras alargué mi brazo para estrecharle la mano-.
Estaba fuerte, pero no como siempre, estaba más fuerte que cuando yo solía venir a entrenar con él.
-Pues como siempre, entrenando como un loco y disfrutando con los de por aquí-los de por ahí sí, porque la verdad es que la gente de ese barrio no tenia nada que ver de donde yo ahora vivía-.
-Me alegro y espero que ahora también lo puedas hacer conmigo como lo solías hacer-dije no tan convencido como creía-.
Al instante de oír mis palabras, cogió unos guantes rojos, pero no unos guantes cualquieras si no aquellos guantes que había utilizado en tantas peleas, mis guantes.
-Veo que los sigues guardando-digo a la par que cojo los guantes-.
-Como paño en oro amigo-dice sonriendo-estos guantes han ganado muchas peleas como para deshacerme de ellos.
-Me alegra que los hayas conservado-digo mientras me pongo los guantes de boxeo-¿Pues habrá que volverlos a utilizar no?
Se ríe, mientras me mira como de un salto consigo subirme al ring, ese ring que me conocía como la palma de mi mano.

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Quédate conmigo
Ficção AdolescenteUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...