Por fin ya sabía un poco por encima la razón por la que me fui, y que ya no estaba con Eden, supongo que había entendido eso que era lo que yo quería explicarle desde el primer día que volví.
-Entonces, haber que yo me entere, ¿Ya no estás con Eden?-preguntó en primer lugar mirándome directamente a la cara-bueno y lo que es más importante, ¿Tu padre ya esta bien?-dijo dando prioridad a eso-.
-Mi padre ya esta muy bien, por eso vine, fue un pequeño susto, y no, no estamos juntos, Eden y yo lo hemos dejado-le aclaré mirando esos preciosos ojos que tanto me gustaban-.
-Pues me alegro mucho-dijo Adrián-.
-¿De que lo hayamos dejado Eden y yo?-pregunté en un tono medio burlón y fingiendo que estaba sorprendida de lo que acababa de decir-.
-No, no, no digo lo de Eden, me refiero a que me alegro de que tu padre ya esté bien-dijo rápidamente-bueno y también de que tú ya estés aquí-confesó con una sonrisa-.
Mi contestación fue otra sonrisa, continuamos hablando pero no de eso, de otros temas más normales y de los que hablábamos normalmente cuando nos veíamos, acabamos nuestras bebidas y ya se había hecho de noche, así que decidimos irnos a nuestras respectivas casas y ya quedar otro día en el que tuviéramos algún rato libre. Adrián me acompañó hasta mi casa ya que le iba de camino. Al llegar a casa, al rato, me hice algo rápido de cenar, porque Leyla y Carol ya habían cenado y estaban en el comedor con los móviles, cada una pendiente del suyo. Me comí el sándwich de pavo y queso que me había hecho y les expliqué, como cada vez que llegaba a casa, que había hecho, o que era lo que había pasado nuevo, y ese día les conté que Adrián por fin sabia que Eden y yo, ya no estábamos juntos. Que nuestra relación ya había terminado y que en mi cabeza ya estaba otro nombre.
Después de cenar y haber estado un rato con las chicas me fui a mi habitación y llamé a mis padres para saber como estaban, durante la conversación supe que estaban perfectamente y que mi padre ya estaba como siempre había estado enérgico y sonriente, al igual que mi madre que se le notaba feliz por ver a su marido tan bien.
Me acosté bastante pronto, ya que al haber madrugado, había notado bastante el cambio, pero sabía que eso era lo que me tocaba a partir de ahora, y era despertarme temprano, ir a las clases y trabajar, pero al fin y al cabo siempre se tiene que acabar el verano volviendo a la rutina.
La verdad que para ser martes estaba bastante activada, ya había salido a correr, estaba duchada y lista para salir por la puerta hacía la academia. Liam estaba en la puerta esperándome tal y como lo habíamos hablado, llevaba su pelo castaño perfectamente peinado, y sus ojos color miel que destacaban aun sin haber un esplendido sol. Él es un chico bastante gracioso y desde el primer día que hablamos conectamos muy bien, a diferencia que yo, Liam no es nuevo aquí, lleva aquí desde hace un año, pero su familia no es francesa, por eso esta estudiando el francés, ya que a pesar de vivir aquí no lo habla a la perfección, a decidido comenzar este año a estudiar, porque el año pasado, se lo pasó saliendo y divirtiéndose, cosa que hizo que se despreocupara totalmente por los estudios y todo lo referente a ello. Para nadie él era nuevo, prácticamente todo el mundo sabia de su existencia, la mayor parte de las chicas iban detrás suyo, pero él era muy pasota y solía pasar de todas ellas, tampoco sabía la razón por la que lo hacía.
Entramos a la primera clase, y nos sentamos juntos, la gente miró descaradamente, porque normalmente nos sentábamos separados y nos da igual quien se sentara al lado nuestro, pero en esa clase nos pusimos el uno con el otro. Con Liam al lado se me hizo mucho más divertida y amena la clase cosa que agradecí porque la primera clase es de las peores.
Por fin se acabaron todas las clases y pudimos salir, él vivía hacia el otro lado de la ciudad así que a la vuelta no podíamos volver juntos, ni charlar de camino a casa. Nos despedimos y me fui, deseando llegar lo antes posible para poder tener algo más de tiempo, y no sólo el que invertía en comer. A mi favor, después de comer, tuve esa media hora de descanso antes de ir al trabajo en el que comenzaba a las cuatro, y salía a las ocho.
Llegué al trabajo, y me pareció llegar bastante pronto, más que puntual, cosa que no sucedía nunca, porque soy muy impuntual, supe que había llegado bien de tiempo porque Tomás no estaba. Mientras me ponía el delantal y salía de haber dejado las cosas, en una habitación detrás de la caja registradora, bastante orgullosa de haber sido puntual, mi jefe salió por la puerta de la cocina y me dijo que Tom hoy no iba a poder venir a causa de que se encontraba mal y no iba a venir a trabajar ese día, así que me ordenó, que yo sustituyera su puesto, y en vez de repartir comandas ocupara el puesto dando cambio y esas cosas que se suelen hacer cuando estas cobrando. La verdad que por mucho que te mantengas las cuatro horas de pie sin apenas moverte, simplemente sacando los platos, cafés y dando la cuenta a los clientes, prefería mil veces repartir los pedidos por las mesas, era una función más dinámica e hacía que me pareciera muchísimo menos cansado.
Recogí mis cosas, es decir guardé el delantal en la bolsa que llevaba con lo imprescindible para volver a casa y empujé la puerta de cristal para salir de aquella cafetería, cogí el móvil para responder algún mensaje de camino a casa, y no estaba muy atenta a lo que pasaba a mi alrededor, tanto que ni me di cuenta de que alguien me estaba silbando. Al rato cuando lo hizo más de una vez, me giré comprobando si era a mi a la que llamaban, y evidentemente.
Alto, moreno, de carácter seguro, con unas llaves en la mano y apoyado en su coche negro, esperaba a que me acercara mientras sonreía. Me aproximé hacia donde estaba y le saludé con dos besos, sí, le saludé, antes de preguntarle porque había venido.
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Quédate conmigo
Ficțiune adolescențiUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...