Te seguiré esperando

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Una vez más me desperté en aquella cama que antes estaba acostumbrada a dormir, y todavía no me había hecho a la idea, cogí una goma de pelo me hice un moño y me metí en mi cuarto de baño a asearme, aquel baño al que no tenía que esperar a que otra persona hiciera lo mismo para así yo poder entrar.

Bajé y ya no era hora para que desayunara, sino para que comiera junto a mi familia. Y es que puedo asegurar, que no sabía ni qué día era, porque ya no tenía rutina, horario, no tenía nada que hacer, simplemente darle compañía.

Me parecía raro poner la mesa, cada día, pero ninguno de ellos cocinar, dos cosas distintas, una de ellas vegetariana, solamente esperaba a que me sirviera el plato, ya que mi madre quería siempre hacer ella la comida.

A Melany no la podía ver cada día, ella iba a las clases tenía exámenes y de casualidad la podía ver alguna tarde, igual que también quedé algún día con Eden, sin estar bajo tensión, siendo amigos como cuando le conocí.

Mi padre todavía no iba a trabajar, su jefe se enteró y decidió darle vacaciones por mucho que los médicos digieran que ya podía asistir al trabajo. Le faltaban dos semanas para acabar esas estupendas vacaciones, que desde luego que le habían sentado muy bien ya que mi padre relucía mucho más que los primeros días, y aun así yo seguía allí en aquella casa, donde yo ya no vivía.

Y bueno, Adrián, me envió mensajes hasta que se dio por vencido, y me leí cada una de las palabras que escribía, y le contesté, pero no directamente, sino que en la libreta. Estas son algunas.

Adrián me dice un martes.

Sigues allí, pero quiero que vuelvas.

Yo escribo la contestación ese mismo día.

Yo también quiero volver, pero creo que me necesitan aquí.

Mensaje del día siguiente, miércoles.

Te seguiré esperando, pero contéstame, esto se hace difícil sin saber de ti.

Respectiva contestación.

Supongo que llegará el día que te cuente toda esta locura, espérame.

Tres días más tarde.

Carol, Leyla, Oliver y yo te echamos de menos.

Respondo en la libreta.

Si supierais lo mucho que me acuerdo de vosotros, echo de menos tener que insistir a Carol para que saliera de fiesta con nosotras, echo de menos que Leyla me prepare para quedar contigo, ver como Oliver se fuma un cigarro mientras hablamos, y sobre todo que me hagas cosquillas, que me lleves a sitios intentando sorprenderme, dormir contigo, verte.

Martes, otra semana más.

Comienzo a pensar que no te importo.

La contestación, escrita como es evidente el mismo día.

Claro que me importas, no sabes cuánto, y tengo tanto miedo de que te rindas.

Jueves de esa misma semana.

Si quieres que te deje dímelo.

Yo respondo.

No te voy a decir nada, como los demás días, pero te aseguro que eso es lo que menos quiero ahora mismo.

Lunes, una semana más.

Hace semanas que no se de ti, por una vez no ignores el mensaje.

Contestación breve, que nunca leerá.

Ten paciencia, no sé cuándo volveré.

Martes de esa misma semana, justo donde termina todo.

Lo siento, esto puede conmigo.

Yo escribo en la libreta.

Y aún me acuerdo de ti, fuiste segundos en mi tiempo, pero no me arrepiento, y aun me acuerdo de ti, alguna que otra vez al sonreír.

Me acuerdo de palabras, de miradas llenas de ganas, incluso de simples carcajadas, me acuerdo de querer y no poder, de no saber qué hacer. De morirme por segundos cada vez que pasabas, de ser la mejor que lo guardaba, esa sensación que quizás esperabas, pero nunca llegaba.

Me acuerdo de verte después de mucho tiempo, de tener miedo de llegar enloquecida, a mi casa después de la despedida, esa que siempre sabía a poco. Fuiste tantas veces de mis mejores sueños, que alguna vez te cuelas en ellos, y no niego que hay veces, que solo tu nombre me hace suspirar, solamente por recordar.

Y aún me acuerdo de ti, aunque tú no de mí, me acuerdo de que me solías decir, cuando te ibas a dormir. Sé que fui la causante de imaginaciones que no llegaron a hechos, por miedos, internos, inseguridades atrapadas, que ni yo sabía lo que me pasaba, cuando tú me mirabas.

Me marcaste tanto, que no tengo porque olvidarlo, por el momento, hasta que no venga alguien a mejorarlo, y te digo que es fácil conseguirlo.

Y cuando pase, seguramente ya no me acuerde de ti, ni siquiera al sonreír.

Nunca pensé que había último mensaje, que dejaría de escribirme, ni siquiera se me pasó por la cabeza, bueno... Era la más probable de las posibilidades. Y sentía rabia, no por Adrián, sino por no saber quién estaba con él, si se había emborrachado y había pasado algo con alguna chica, por si ya le daba igual o por si en vez de hablarme a mí, hablaba con otra.

No se lo había contado a Melany, esperé a esa misma tarde, ya que nos íbamos a ver y así hablar con ella.

Le estuve dando la tabarra, o eso me parecía a mí, explicándole todo y como me sentía, no evitó decirme que tenía razón y que lo había perdido. Me dijo que era demasiado cabezona e orgullosa y no le había tan siquiera enviado un estúpido mensaje.

Y sí, me derrumbe junto a ella, porque con ella siempre sé que tengo un hombro en el que apoyarme, me entendía, pero tanto ella como yo sabíamos que la había cagado, que había fastidiado algo que podía haber sido bonito, y es que en esos momentos ya no tenía ni ganas de volver allí, me iba a sentir avergonzada de estar haciéndole pasarlo mal.

Para que me relajara un poco, Melany me dijo que me lavara la cara. Me levanté, arrastré mi pesado cuerpo hasta el lavabo y me refresqué la cara con agua bien fría, suavemente me sequé la cara con la toalla, me miré al espejo, intenté forzar una sonrisa y volví a sentarme junto mi mejor amiga.

A los pocos minutos, la acompañé hasta la puerta ya que se había hecho tarde y ella tenía que volver a su casa para cenar, y poder descansar bien, así podría mañana acudir a las clases con buen pie.

Esa noche le dije a mi madre, que prefería tomarme una buena taza de leche en vez de cenar, y no me dijo nada, solo que a la hora de cenar puso la mesa para mi padre y para ella.

Una vez que la leche caliente estaba en mi estómago, me fui a la cama. Me arropé con las finas sabanas y cerré los ojos intentando dormir, mi mente no callaba así que era bastante complicado, me mantuve con los ojos cerrados, pero seguía despierta, simplemente imaginaba momentos mejores a los que estaba viviendo ahora.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora