Me desperté y supe que Eden ya estaría en el avión de vuelta a casa, estaba triste porque las veinticuatro horas del anterior día fueron las últimas hasta que el año pasara. Quería ser positiva, pensar que lo llevaríamos bien y que podría a ver alguna posibilidad de que nos viéramos durante el año. Si queríamos conseguiríamos pasar el año entero separados deseando volver a vernos.
Me puse a meter todas mi ropa y mis cosas en la bolsa para irme a mi piso, ya que ya había estado tres noches con Adrián, una vez todo listo incluyéndome a mi me dirigí a la puerta para salir del piso.
-¿Dónde se supone que vas hoy?-dijo Adrián que descansaba en el sofá-.
-A mi piso-respondí-.
-La apuesta eran tres días y llevas dos. Ayer estuviste el día entero perdida-se aproximó a donde yo estaba y me arrebató la bolsa de las manos-.
-E dormido tres noches aquí, e cumplido con la apuesta-intente coger la bolsa, cuando escondió su brazo detrás de la espalda para que no la pudiera alcanzar-.
-Tres noches más una. A sí compensa tu desaparición.
Levanté una ceja.
-Te he dicho que no.
-A ver cabezona, si sabes que si yo te digo que te quedes, te vas a quedar.
-Te lo tienes muy creído no...Yo no sé como serán tus amigas pero yo no soy fácil de convencer.
-Ni que te estuviera pidiendo un millón de euros-tiró la bolsa en el suelo-Tú decides, ¿Te quedas o te vas?
-Solo una noche más-no evité sonreír-.
-Sabia que te convencería-él también sonrió-¿Qué te apetece hacer hoy?
-Sorpréndeme.
Adrián me dijo que me duchara y me vistiera, pero nada de arreglarme que fuera cómoda, seguí sus instrucciones, y al salir de la ducha me limite a secarme el pelo y ponerme unas mayas y una camiseta básica.
-¿Y esas bolsas de ahí?-pregunté mirando el montón de cosas que había dejado en la entrada-.
-Coge chaqueta, ¿Estas lista?
-Lista-cogí una chaqueta mientras me dirigía a la puerta-.
Adrián cargó todas las cosas en el coche y la verdad que no tenía ni la menor idea de a dónde me iba a llevar. Sólo escuchaba la música y esperaba a que me indicara cuando estuviéramos en ese sitio.
Durante el camino paró en un supermercado a comprar algunas cosas, yo le decidí esperar en el coche. Las guardó con el resto de cosas y volvió al volante.
Horas más tarde, aparco el coche, en un camino de tierra rodeado por arboles y bajo.
-¡Baja!, hemos llegado-un bosque era la mejor idea de Adrián-.
-¿Y a sí me quieres sorprender?-dije extrañada por el lugar dónde estaba en esos momentos-.
-Ayúdame con esto-le ayudé a sacar las cosas del maletero y observé como intentaba montar una especie de tienda de campaña-.
Finalmente logro su objetivo y una tienda de mediano tamaño residía al lado del coche. De una de las bolsas sacó una silla portátil, luego otra y se sentó.
-¿Sorprendida?-preguntó mirando a su alrededor y después posando su mirada en mi-.
-Pues un poco-me senté a su lado y como era la hora de comer sacó una barra de pan y embutido y hizo dos bocatas en nada de tiempo.
-¿Y como que me as traído aquí?-dije antes de morder el bocata de jamón-.
-De pequeño solía venir mucho con mis padres y tenía ganas de volver a venir.
Nos pasamos la tarde caminando entre bosques mientras me explicaba sus anécdotas de pequeño.
Oscureció. Adrián encendió las luces del coche puso la radio y se subió al capo.
-Ven a ver una de las maravillas de este sitio-nunca me había subido encima de un coche y me parecía bastante extraño-.
Estirada junto a el se podía ver como brillaban cada una de las estrellas en el cielo, un precioso manto de luz nos cubría desde arriba.
-Asombroso-yo contemplaba el cielo pero notaba que él me miraba a mi-.
-Sabia que te gustaría-como no me iba a gustar ese ambiente, con la música relajante de fondo, las estrellas y su compañía. Cuando estaba con él me evadía del resto.
Se hizo tarde y me entro el sueño. Comencé a preparar dónde íbamos a dormir, suerte que trajo mantas, cojines... Los coloqué y entré.
Al momento Adrián entró y se tumbó a mi lado, acomodándose lo mejor que se podía en un suelo duro y frío.
-Esto no es igual de grande que la cama-y era verdad estábamos rozándonos-.
-Ya, a lo mejor estas incómodo o necesitas más espacio.
-No seas tonta, como voy a estar incómodo a tu lado-Adrián me rodea con su brazo de manera que apoyo mi cara en su pecho-Incluso a sí estoy más cómodo.
Me sentía rara tan cerca de él, pero en el fondo yo también estaba a gusto, nunca teníamos tanto acercamiento y a medida que fue acariciándome el pelo, fui cerrando los ojos y relajándome.
-Buenas noches-susurré-.
-Buenas noches-me dio un cálido beso en la cabeza-.
Estuve bastante protegida durante esa noche, porque me desperté tal y como me dormí. Entre sus brazos.
-¿Cómo has dormido?-le pregunté frotándome los ojos y incorporándome-.
-Mejor que nunca. No te levantes todavía-dijo tirando de mi hacía él-.
No había tenido suficiente durante toda la noche que quería abrazarme más tiempo. No sabía que pensar, sabia que era mejor que no pensara, al menos en ese momento. Y no pensar me hacía querer estar como estaba con él, y no sabría decir porque.
Me cogió la mano y la comenzó a mirar.
-Que mano más pequeña que tienes-me decía a la vez que me contorneaba lentamente con el dedo la mano, ese simple movimiento hacía que se me erizara la piel y se me durmiera la mano por su tacto-.
-Sera que tu mano es muy grande-me reí a carcajadas por lo ridículo que era de lo que estábamos hablando-.
-Mi mano es normal. Mira-juntó su mano con la mía, de manera que nuestras palmas se tocaban-.
-Si comparas mi mano con la tuya claro que es pequeña-dije sonriendo-.
Aprovechó para enlazar sus dedos con los míos y sentía que encajaban perfectamente. Daba igual la absurda conversación de que sí mi mano era demasiado pequeña o no. Mi mano entera estaba en un hormiguero, esa sensación no la había vivido en un año con Eden.
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Quédate conmigo
Novela JuvenilUn viaje de cuatro días, se puede convertir en todo un curso. Un chico desconocido, se puede convertir en algo especial. Es difícil hacer daño a una persona que quieres, es difícil contarle la verdad, pero cuando la verdad salga a la luz, resurgirá...