Capítulo 9

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Parecía mentira que  llevara dos semanas trabajando en la tienda de ropa.

A diferencia de lo que pensaba en un principio, la tienda tenía mucha clientela y estaba todo el día de un lado para otro.

Resulta ser que la mujer y su marido se había jubilado y, al no tener hijos, buscaban a alguien que se ocupara de las ventas ya que tampoco se querían deshacer del establecimiento..

Era hora de cerrar, había llegado ya la hora de comer y ansiaba una silla para descansar mi cansado trasero.

Cerré las puertas de la tienda y bajé la puerta metálica para después meterme en el pequeño cuarto reservado para empleados. Y en este caso, yo.

Saqué el bocadillo de mi bolso y me senté en la silla del mostrador poniendo los pies sobre este. Mientras degullaba mi comida me puse a cotillear en mis cuentas de Facebook e Instagram, y tan tranquila que estaba yo hasta que escucho unos ruidos en la puerta de entrada. Alguien estaba llamando.

¿Pero a qué clase de idiota se le ocurre llamar en una tienda cuando esta está cerrada?

Decido ignorarlo y seguir con lo que estaba haciendo pero los golpes no cesaban y cada vez eran más intensos.

Y me estaban desquiciando.

Pero una cosa tenía clara, bajo nungún concepto me iba a levantar para saber quien era el maldito malparido que no me dejaba tranquila.

Tiro el envoltorio del bocadillo e intento encestar en la papelera.

-Uuuhhyyy...casi...-y de nuevo los golpes. -¿¡Pero bueno...!? -grité enfurruñada sabiendo que nadie me podría escuchar, si acaso la persona que estuviera golpeando la entrada.

Me levanté de donde estaba y me fui al baño, tenía el pañuelo totalmente descolocado por lo que me lo quité y me enjuagué un poco la cara para despues volver a colocármelo.

Siento a mi móvil vibrar y lo saco para descolgar la llamada de mi jefa.

-¿Si?

-Hola cielo.

-Hola M° Carmen. ¿Que tal?

-Muy bien hija, ¿Y tu cómo andas?

-Pues muy bien, la tienda ahora está cerrada pero yo estoy aquí dentro...comiendo. -dudé al decir lo último, ¿Estaba comiendo? Pues claro que no. En fin...

-Vaya me alegro, que aproveche.

-Gracias.

-Najima hija, siento tener que decirtelo ahora y así...-oh dios mío, ya ha llegado el día de la despedida otra vez. -Y tampoco me voy a enrollar contándote todo, simplemente decirte que vas a tener a un compañero de trabajo durante el turno de tarde. -sin poder evitarlo, suspiré de alivio. -Y el chaval me acaba de llamar diciéndome que llamaba a la puerta pero que nadie le contestaba. -algo hizo click en mi cabeza.

-Oh...por lo que es el...supongo.

-¿Ha estado alguien llamando a la puerta?

-Mas que llamar parecía que quería tirarla. 

-¿Y no has ido a ver quien era? -dijo tras una leve risilla.

-No. Pensé que era un cliente y como ya había cerrado pues me dio pereza volver a abrir. -le fui sincera.

-Bueno, que es él. Ábrele y enséñale las normas y esas cosas. Te lo dejo en tus manos y espero que os llevéis bien.

-Claro, no hay problema Carmen.
-Gracias cielo. Ahora te tengo que dejar. Un saludo.

-Adiós.

Colgué y me heché un vistazo al espejo.

Nah...perfecta.

Salí del cuarto de baño decidida a abrir la puerta a quien fuese que estuviera ahi fuera pero me di cuenta de que los golpes ya habían cesado. Eso me hizo parar a escuchar con más precisión a ver si conseguía percibir algo.

Nada, silencio.

Dudé en si abrir o no pero finalmente me decidí por la primera y nada más hacerlo, me encontré con un hombre que daba la espalda al vidrio y que estaba hablando por teléfono pero que, al escuchar el chirrido de la puerta metálica abriese se giró.

Omg!!

¡¿Ese iba a ser mi compañero de trabajo?!

-Hola. -me dijo con una sonrisa. -Oh...deberia decir mejor...salam. -se corrigió ensanchando su sonrisa.

-Wa3alaikum salam. -le respondí un poco dudosa. ¿Qué se supone que tendría que hacer ahora?

-¿No me vas a dejar pasar? -alzó una ceja.

-Eh...no. Digo...sí. Osea....nose. ¿Debería? -oh cielo santo, no me puedo dejar intimidar.

-Supongo, voy a trabajar aquí asi que...-se encogió de hombros. Me aclaré la garganta y recobré la compostura.

-Por supuesto. Pasa. -me hice a un lado y él aceptó la invitación pasando por mi lado dejando un rastro de su colonia.

Olía muy bien. Muy, muy bien.

No te va a intimidar, no te va a intimidar...

Cerré la puerta y seguí el mismo camino por el que había pasado...uy, pero si no sé ni cómo se llama.

¿Debería preguntarle o dejar que me lo diga él?

Si se lo preguntó pensará que me interesa, y es obvio que no me interesa.

Aja...

Claro que no me interesa...tss...

Mientras él observaba el entorno yo le observaba a él, por lo que cuando se giró me pilló atravesándole con la mirada y la aprté avergonzada, y estaba segura de que me había puesto colorada porque sentía mis mejillas arder cuando escuché una risilla por su parte.

Engreído.

Ya le había calificado como un tío buenorro y guapísimo pero arrogante, con un ego por las nubes, creído y maleducado.

¡Ja!

Y eso que solo habíamos intercambiado un par de frases y no se llamaba "juzgar sin conocer" se llama "intuición"

¿Cómo te quedas eeehh?

Y lo más fuerte es que era moro, ¡¡Sí, sí, moro!!

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora