Capítulo 17

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POV MOHAMED AMIN

Cada día que pasaba soportaba menos a Najima, esta vez reconozco que me había pasado tres pueblos al llamarla zorra pero el sentimiento de rabia creció en mí y solté lo primero que se me pasó por la mente y, aunque nada más decirlo me invadió el arrepentimiento el que me haya golpeado hizo que la ira volviera en mí y si al principio pensaba disculparme, ahora no pensaba hacerlo ni en un millón de años.

Si ella no me pedía perdón por haberme golpeado yo no pensaba hacerlo. Recogí de malas maneras mis cosas y tras cerrar y asegurarme que estaba todo en orden me puse en marcha dirección a casa.

***

-Joder tío, cada día que vuelves a casa estás con el ceño más fruncido. A ese paso te saldrán las arrugas antes de lo treinta. –me encontré con Toufik a la entrada del edificio esperando seguramente a que Morad le abriera la puerta desde el telefonillo. Era el único de nosotros que no tenía las llaves de casa y por ello mismo, en más de una ocasión le había tocado estar un par de horas fuera a la espera de que alguno de nosotros volviera.

Y es que el problema era su miedo a perderlas y que nos pudieran robar en casa. ¿Robar? De verdad, como si escondiésemos oro debajo de nuestros colchones.

-¿Quién es? –se escuchó la voz de Morad por el megafonillo.

-Abre. –le dije yo sin más.

-¿Tú tampoco tienes llaves tío? –me preguntó al reconocer mi voz.

-Que abras leñes. –le dije mosqueado. ¿No podía simplemente abrir? Las preguntas se las podía ahorrar, al menos hasta llegar a casa, que ese cacharro gastaba.

-Vale, vale. –abrió la puerta y tras empujarla me hice a un lado para que pasara Toufik.

-Vale, vale. –abrió la puerta y tras empujarla me hice a un lado para que pasara Toufik.

-¿Todo bien? –me preguntó mirando con el ceño levemente fruncido y los ojos achinados.

-¡Todo perfecto! ¿Acaso no se nota? –le dije con el tono más elevado del necesario.

-Te noto…tenso.

-Oye vas a pasar o te cierro la puerta. –seguía parado al otro lado de la entrada y no le veía con la intención de querer entrar a pesar de llevar un buen rato sujetándole la puerta. Este entra sin quitarme la vista de encima y no lo hizo hasta que no entramos a casa y me metí a mi cuarto.

Cerré la puerta de este y me eché a la cama con los pies fuera porque seguía con los zapatos puestos. La luz me molestaba en los ojos así que me coloqué el brazo para taparme.

Odiaba mi mal humor de los últimos días. Yo antes era más alegre y no dejaba que me fastidiaran el día y ahora…no me llevaba más que dolores de cabeza por la mocosa esa. Cada vez que digo que la voy a ignorar me salta con otra idiotez que me hierve  la sangre y siempre acababa igual.

Me levanto de la cama soltando maldiciones por lo bajo y sigo con mi rutina de siempre. Ese día la cena la tenía que preparar yo y ya estaba tardando. Nada más terminar de rezar me voy a la cocina y saco los ingredientes de la nevera que necesitaría para hacer un poco de pasta que fue lo único que se me vino a la cabeza y que no me llevaría mucho tiempo.

En poco más de media hora les llamé a los chicos para cenar mientras preparaba la mesa. Comenzaba dolerme la cabeza y no me encontraba con la energía ni las ganas para seguir la conversación que mi primo y mi amigo mantenían mientras degollaban la comida. Yo me limitaba a estar en silencio perdido entre mis pensamientos.

-Tsebhu 3la jer. Me voy a ir a dormir. –me levanté nada más finalizar y, sin esperar respuesta me dirijo al baño para que, tras cepillarme los dientes acostarme.

Sin embargo, por muchas vueltas que daba en la cama y a pesar del mal estado general y la carga que llevaba encima no conseguí conciliar el sueño. La casa estaría en silencio de no ser por los ronquidos que se escuchaban desde la habitación de Morad.

Eran pasadas las dos de la madrugada y yo seguía sin poder pegar ojo. Harto ya me levanto y salgo a la terraza. Por las noches ya comenzaba a soplar una brisa fresca y realmente sirvió para despejarme. Me senté en una de las dos sillas con respaldo que dejábamos a posta en el balcón y me dediqué a mirar el cielo estrellado sin luna de esa noche.

Los ronquidos de Morad cesaron por un momento y cerré los ojos disfrutando de la tranquilidad de la noche. Unos murmullos y unas risas ahogadas me llegaron desde la calle… ¿acaso uno no podía estar un segundo tranquilo?

Me levanto a mirar por puro cotilleo y ojalá que no me hubiese levantado porque la escena que vi me revolvió el estómago. Había una pareja en un banco de la calle haciéndose de todo, básicamente aprovechando la intimidad que las calles desiertas y la noche para demostrar lo mucho que se querían. Me volví a sentar y cerré los ojos para volverlos a abrir cuando Najima se apareció nuevamente detrás de mis párpados.

-Si es que no tengo arreglo. –suspiré frotándome los ojos y volviendo a entrar adentro y tirarme al sofá. Ni ganas me quedaban para meterme a mi cuarto.

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora