Capítulo 32

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POV NAJIMA

El día en la universidad había transcurrido al igual que siempre, de clase en clase y de libro en libro. Sin darme cuenta ya era la hora de la salida y empecé a recoger mis apuntes y la cantidad de bolis, subrayadores y rotuladores que tenía desparramados por mi mesa y a meterlo todo en mi bolso.

-¿Tienes alguna duda? –dejo mi tarea de recoger por un momento y me giro hacia la dueña de aquella voz y la miro con la ceja izquierda alzada.

-¿Perdona? 

-Que si tienes alguna duda. –se echa un mechón de pelo hacia atrás con aire de suficiencia. –Si quieres te lo puedo explicar. -¿pero y a esta qué le pica?

-¿Me ves con cara de buscar tu ayuda? Además, si tuviera alguna duda, que curiosamente no es el caso, hay una profesora maravillosa ahí en frente y, si esta me falla, dispongo de más de  cien compañeros a los que les puedo preguntar.

-Pero qué desagradecidos sois. –se hace la indignada.

-¿Desagradecidos? ¿Somos? ¿¡Perdona!?

-Sí, sois. De todos modos no tengo tiempo que perder contigo. – ¿¡Pero qué demonios?!

-Pues hace un momento bien que ofrecías tu insolicitada ayuda. –Me encogí de hombros. –Vete a buscar por ahí a quién puedes ofrecer tus servicios. –reí irónicamente y continué recogiendo mis cosas más rápido que antes. La chica, de la cual ni su nombre me conozco, volvió a echarse el pelo hacia atrás y se alejó de mi espacio personal.

Gente idiota y con las neuronas al 25% no falta nunca.

Suena el timbre avisando del final de la jornada para muchos, como es mi caso, y me apresuro a salir del salón intentando esquivar al montón de estudiantes que se empezaban a amontonar en los pasillos.

Ya no tenía que esperar a nadie pues Nadia había decidido en dejar de estudiar y mandar a todos los años de sacrificio a freír espárragos, yo no estaba de acuerdo aunque tampoco es que me hubiese pedido opinión.

Me dirijo hacia la parada de autobuses tranquilamente y parece que a suerte hoy está de mi lado porque encuentro justo el bus que acababa de llegar y tomo cola para poder entrar.

Encuentro sitio en los primeros asientos y me siento al lado de un adolescente, probablemente hormonado, al que obligo a apartar su mochila. Que se joda, eso por no haberme dejado el sitio  de la ventana.

Los veinte minutos que hay desde la universidad y mi casa los paso escuchando la música del pedazo ser que estaba a mi lado porque aunque este traía los auriculares puestos lo debía de tener a tal volumen que se escuchaba a la perfección las canciones odiosas del reggaetón que se reproducían desde su móvil.
Yo simplemente me cruzo de brazos y espero a llegar cuanto antes.

Llego a mi casa y pillo a Nassim justo saliendo del portal de casa.

-Hola bastardo. –le saludo con ganas de revolotearle ese pelo que se andaba peinando cincuenta y nueve segundos de los sesenta del minuto, pero que al ser tan bajita y el tan alto, no me quedaba otra que conformarme con la imaginación del momento.

-Hola enana. –le miro de arriba a abajo y me doy cuenta de lo arreglado que va.

-Oye, ¿A dónde vas tan arreglado?

-A clases.

-¿Tan arreglado? –me mira frunciendo el ceño y luego sonríe.

-No es mi culpa que me quede de gala todo lo que me ponga así que un poco de respeto que yo nunca te he cuestionado en qué circo trabajas.

-¿Circo? Trabajo en una tienda de ropa idiota.

-Ya, pues es que de tan colorida que vistes cualquiera se cree que eres payaso.

-Yo no visto colorida.

-Sí que vistes colorida.

-No, yo no visto colorida.

-Sí.

-Que no.

-Ajá.

-Que te…zurren. –le doy la espalda y me giro sin esperar otra respuesta. Entro a casa y me descalzo para después ir a saludar a mi madre con un beso en la mejilla.

-La comida ya está lista hija.

-Gracias mamá. Qué haría yo sin ti. –la vuelvo a besar y me voy a la cocina para servirme a comer. Realmente tenía hambre.

Ya daban casi la cuatro así que me apresuré en rezar para no llegar tarde al trabajo. Rezo y me vuelvo a alistar para salir.

Si es que la mitad de mi vida la pasaba fuera de casa, eso no podía ser posible.

-¿Ya te vas cariño?

-Sí, mamá.

-Allah i3awen.

-Allahuma amin. –le di un beso y salí tras ponerme mis converse, necesitaba algo más cómodo para aguantar el resto del día laboral.

                               ***

Iba con paso lento intentando retrasar el encuentro, pero por mucho que tratara de ir a paso de tortuga acabó llegando a la puerta de la tienda.

Maldigo mirando mis pies como si fuesen los culpables de haberme llevado hacia ahí. Había pensado que lo mejor era  hacer como que lo de ayer no había ocurrido y que sencillamente seguíamos siendo los que se odiaban mutuamente.

Nada más poner un pie dentro de la tienda sentí la mirada de Mohamed Amin y la intensidad que percibí en ella me puso la piel de gallina. Le saludé con una mueca que iba con la intención de sonrisa pero que se quedó a medio camino. Él sin embargo, esbozó una ligera sonrisa y, sin intercambiar palabra alguna fui a dejar mi bolso para acomodarme y empezar a trabajar.

Más o menos disimulaba el hecho de estar atravesándolo  con la mirada, observaba cada movimiento que hacía, las expresiones de su cara y la coordinación de su cuerpo absorto en la mar de prendas en busca de algo.
Se mostraba indiferente, natural y tranquilo. Por una parte lo agradecía pues no quería sentirme incómoda pero, una pequeña parte en el fondo me sentía desilusionada pues me esperaba otro tipo de trato. Las horas fueron pasando y a penas y me dirigía la mirada. Palabras, las justas y poco más. 

Entonces era verdad, al final era mentira. Tal y como lo suponía.

Un atisbo de decepción se incrustó en la boca de mi estómago y como siempre, lo único que quería era salir de ahí cuanto antes.

Pero estaba harta de lo mismo. Esa no era yo. No iba a salir huyendo o como si un toro corriese detrás de mí. Todavía no daban las siete y media y había poca clientela a la que atender y con la que poder entretenerme. Me aburría como una ostra y no hacía sino mirar la pantalla del móvil apagado. Estaba bastante cansada de no hablar con nadie y sin duda el ambiente solitario y algo tenso era insoportable.

Pero no estaba dispuesta a vivir un infierno en el trabajo así que esperaré a cuando vayamos a cerrar para aclarar las cosas con él.

Sí, eso mismo haré.

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora