POV NAJIMA
La última clase se me había hecho eterna. Tanto que cuando acabó me apresuré tanto en salir que ni esperé para recoger antes la cantidad de papeles que tenía encima de mi mesa y en los que había estado cogiendo apuntes. Fui una de las primeras en salir por ello mismo. Estaba muy absorta en mis cosas intentando organizarme mentalmente para distribuir de la mejor manera posible el tiempo que tenía para prepararme bien para los exámenes cuando siento una manos alrededor de mi cintura.
Un grito de pánico salió desde la profundidad de mi garganta y como acto reflejo, me giro y le propino un golpe en el pecho a quien fuese el sujeto, imbécil, que se había atrevido a ponerme un dedo encima. No sabía con quién se había metido. Nunca me hubiese imaginado que, el se iba a llevar el golpe, iba a ser Mimiha. Me llevé las manos a la boca por la sorpresa mientras le miraba sin saber lo que iba a hacer. Lo peor de todo sin duda eran todos mis apuntes desparramos en el suelo.
Él me miró con cara divertida.
-Hola. –sonrió.
-Sabes que no pienso pedirte perdón ¿Verdad? –me crucé de brazos.
-Yo también me alegro de verte.
-Ya puedes empezar a recoger mis hojas porque yo no pienso agacharme. –le dije bien clara a lo que él me respondió con una sonora carcajada provocando la mirada de un par de curiosos. Hay que ver lo aburrida que debe de ser la vida de las personas para fijarse en ese tipo de escenas.
-Bueno, pues ahí se van a quedar porque no los voy a recoger. -¿por qué le estaba haciendo tanta gracia la situación? Yo me estaba empezando a enfadar. Con el orgullo por los suelos, me agaché y recogí mis papeles, arrugando unos cuantos en el acto y rompiendo otros pocos. Empecé a caminar con paso acelerado en dirección a la parada del autobús, echando humo por la nariz. Siempre estropeaba todo. ¿Dónde se supone que había quedado todo lo romántico de ayer? Anda y que le den.
-Najima… -no pensaba responderle. –Najima… ¡Najima! –se colocó al frente evitando que siguiera avanzando. La proximidad de nuestros pechos aumentó la velocidad de los latidos de mi corazón. Me quedé quieta intentando evitar mirarle directamente a los ojos pues las sensaciones de ayer en la noche volvieron a florecer. Mis fosas nasales se invadieron de su exótico perfume varonil y disfruté de la sensación de cosquilleo que me producía su cercanía.
¿Qué me estaba pasando?
Retrocedí un par de pasos y puse distancia entre ambos. Pude respirar más tranquila.
-¿Para qué has venido aquí Mimiha? –ni si siquiera sabía cómo era que conocía la Universidad en la que yo estudiaba, no recordaba habérselo dicho en ningún momento.
-Quería verte. –me sonrió con dulzura dejando la diversión de antes, a un lado. Su respuesta me perturbó muchísimo, era de esperar que si había venido hasta ahí, suponía que era para verme o decirme algo híper importante que no podía esperar a que yo fuera a la tienda. Pero una cosa es suponerlo y otra muy diferente que te lo afirme. Te descolocas mucho, créeme.
-Trabajo contigo por si no te acordabas. –luchaba por no darle a la conversación el sentido romántico que parecía querer él.
-Te echaba de menos. –parecía que estaba empeñado en hacerlo así. Me estaba empezando a sentir incómoda.-¿Te parece si comemos juntos? –hay madre.
-Mohamed, dime enserio lo que pretendes con todo esto. No olvides dónde estamos ni lo que somos. No me parece correcto irme a comer contigo porque tú eres tan solo mi compañero de trabajo. ¿Te parece normal esto? A lo mejor tú lo harás a menudo eso de quedar a comer con chicas, pero yo no. No he salido a comer, ni si quiera a dar un vuelta con un chico en mi vida y tú, no vas a ser la excepción. Me respeto y me aprecio. No voy a rebajarme a ese nivel porque no soy una cualquiera. Lo siento. –dicho eso volví a tomar mi camino y tomé el bus dejándole, de alguna manera, plantado.
No me arrepentí de mi decisión pues sabía que era lo correcto, pero sí que me sentía mal por él. Ya se le pasará, supongo. Se tiene que dar cuenta de que yo no le correspondo a lo que sea que él sentía por mí. O no le quería corresponder tampoco. O sí. Fuera lo que fuese, no me parece correcto ni propio su forma de demostrarlo.
No quería seguir pensando en algo más allá de lo que simplemente éramos, es decir, nada. Ya tuve suficiente con toda la fantasía que pareció haberme inyectado la noche anterior, ahora mismo tenía que centrarme en superar mis exámenes para poder pasar a las prácticas y de ese modo acabar con mi carrera.
Solo de ese modo dejaría atrás la tienda, a Mimiha y a todo lo que se refería a eso. Pasaría la oposición In Sha Allah y podía empezar a trabajar en lo que realmente me gustaba.
Me quedaba poco tiempo, no iba a gastarlo en falsas ilusiones ni en vanas esperanzas, porque tampoco era tonta, sabía que si Mimiha seguía intentando cualquier cosa me acabaría rindiendo. No cediendo a quedadas o salidas, sino cediendo a unos sentimientos que no quiero alimentar.
Si no estaba dispuesto a mantener las distancias las impondría yo.
Mis prácticas habían empezado hacía dos semanas y no podía estar más contenta. Amaba el ambiente del colegio que me habían asignado, me había enamorado de mis alumnos y ellos de mí, o eso me demostraban.Dudaba que me pusieran verde a mis espaldas como hacen los alumnos de instituto. Estos eran todavía muy inocentes y pequeños, simplemente me encantaba. La tutora a la que acompañaba era de 4º de primaria y daba un poco de todo aunque ella era más de Sociales.
Me encantó poder formar parte de la parte del profesorado, estar en las reuniones en las que hablaban de algún alumno algo más revolucionado que el resto o de sus vidas personales. No a todos les había caído bien ni mucho menos ellos a mí. Había profesores con los que no trataba directamente y pasaba de su existencia, al igual que ellos hacían conmigo.
Por lo general no solía impartir ninguna clase, aparte de que todavía llevaba poco tiempo, claro. Me quedaba atenta a las explicaciones que daba mi tutora también y observaba las reacciones de los alumnos, era a veces, hasta gracioso, pues no todos sabían ocultar su aburrimiento ni su falta de sueño. Me gustaba estar en mi esquina de la mesa de la profesora, callada y a la vez atenta. Era como observar el funcionamiento de una clase desde fuera y sentir nostalgia de cuando yo estaba sentada de ese lado. Era sencillamente increíble.
Por otra parte, trabajar en la tienda me estaba pareciendo cada vez más aburrido y monótono. Mohamed y yo habíamos puesto distancia. Ya no había mensajes de buenas noches ni bromas fuera del horario laboral.Volvió a tomar la otra ruta para llegar a la estación con tal de no ir juntos. A lo largo del día no cruzábamos palabra casi, solo si era muy necesario y Faysal no podía actuar como mensajero y solo sobre temas de trabajo. Simplemente manteníamos una relación de cordialidad entre compañeros para que el ambiente tampoco fuera tan pesado y agotador en la tienda.
Sin embargo, no podía soportar esa frialdad. Echaba de menos sus tomaduras de pelo o sus bromas pesadas, hasta sus comentarios sarcásticos. Ya no quedaba nada de eso. Solo un silencio y un vacío que se convertía más sólido conforme pasaba el tiempo.
Con Faysal sin embargo, me llevaba muy bien. Era un chaval muy simpático y realmente me agradaba mucho. Pero la relación también era bastante superficial pues no quería que volviera a pasar lo mismo que con Mohamed, no quería estar muy bien y después llevarlo todo a la mierda.
Al principio, había notado cómo intentaba acercarse a mí de una manera más pervertida, me mandaba mensajes y me llamaba a menudo, cosa que acabó porque yo nunca le respondí a ningún mensaje ni le atendí ninguna llamada así que las cosas cesaron.
Compaginaba el trabajo, con las clases, mi proyecto de fin de carrera con la preparación de la oposición. Me tomé muy enserio el tema de la oposición ya que era algo esencial para adquirir un puesto de trabajo fijo. Me sentía orgullosa de mis esfuerzos y méritos aunque, sentimentalmente me estuviese yendo de pena.
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Najima VS Mundo
HumorUna historia diferente, con personajes diferentes pero con un tema común. Todo comienza con el nuevo puesto de trabajo de Najima, la chica patosa, alocada y despreocupada que intenta terminar su carrera de magisterio, carrera para muchos equivocada...