Capitulo 26

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POV NAJIMA
Intentaba tomar apuntes de las explicaciones que la profe nos estaba dando pero se me estaba haciendo prácticamente imposible. Todas las frases estaban a medias, las definiciones estaban todas mezcladas y mi cabeza estaba hecha un caos. Miro a mí alrededor y veo que no hay ninguno en el salón entero que le esté prestando atención a la profesora.
Fruncí el ceño y miré mis garabatos en la libreta, hasta Nadia estaba con el móvil. No entiendo para qué venían a clase si luego hacían lo que les daba la gana. Me ponen de los nervios.

Llevaba ya casi 10 minutos esperando para que saliera Nadia de clase, se suponía que hoy acababa antes que yo así que no entiendo dónde se había metido. Miro el reloj impaciente, el autobús en el que no solemos ir estaba a punto de pasar. Por fin la veo caminar hacia donde estoy con la vista clavada en su teléfono.

Por Dios qué enganchada.

-Por fin sales. ¿Nos podemos ir ya? –la miré un poco con reproche, no me encontraba en las mejores condiciones, solo quería irme de ahí y dormir.

-Oh lo siento ¿no te lo dije? Mi prometido ha venido a buscarme. –la miro incrédula y sin decirla nada, me voy indignada.

El autobús pasa a mi lado y me enfado mucho más. ¿Qué su prometido iba a pasar por ella? ¡Pues vaya lo que me importaba a mí! No para de parlotearme del tío ese del que ni siquiera me acordaba del nombre y hoy, no me ha podido decir que no se iba a venir conmigo.

Si es que yo soy la idiota por andar detrás de ella.

Desde hoy no pensaba esperarla más. Que se venga sola en el bus que bien se sabía el camino, ya me había cansado de estar todos los días esperándola.

Me paro en la parada del bus y espero a que llegue. La cabeza estaba que me reventaba y tenía las tripas revueltas, aparte de que los ojos se me cerraban por inercia.

¡¡Qué rabia me estaba dando Dios mío!!

Una vez en casa y después de cambiarme de ropa y rezar, me fui a la cocina para calentarme la comida y me senté a comer. La cosa que más me gustaba de que llegaran las clases era que no veía a Nassim salvo en la hora de la cena. Yo tenía horario de mañana y él de tarde así que cuando yo llegaba, él ya se había marchado.

Era maravilloso.

-¿Hoy tampoco vas a ir a trabajar cielo? –me preguntó mi madre cuando me vio tumbada en la cama jugueteando en el móvil.

-No… me duele la cabeza y no me siento del todo bien.

-Cariño, ya llevas una semana sin ir… ¿no te parece que te estás aprovechando de la mujer?

-Mamá, ya te lo dije, me dijo que descansara y que no volviera a la tienda hasta que esté totalmente recuperada.

-Pues como veas, de todos modos no quiero quejas si te vuelven a despedir eh. –me advirtió, mi mama tenía razón, cada vez que me despedían me desagobiaba con ella, poniendo verde siempre al jefe y a todos los que tuvieran que ver.

-Mañana vuelvo te lo prometo. –tras eso salió y yo volví a estar sola, al final el sueño pudo conmigo y me quedé dormida.


Desperté con más dolor de cabeza e incluso más cansada de lo que me había acostado. Por eso odiaba echarme la siesta.

Me levanté de la cama y arrastrando los pies salí de mi cuarto con la intención de ir al baño.

-Salam u3alaikum hija. –me saludó mi padre. Yo le di un beso en la mejilla tras devolverle el saludo y entré al baño. Me lavé la cara y volví a salir.

-Najima ven a cenar.

-No quiero. –tenía la voz ronca, parte por mi reciente levantar y parte porque no me había recuperado del todo del resfriado. Los mocos y mi voz de camionero todavía me acompañaban.

Entré en mi habitación y busqué entre mis cosas algún calmante que redujera el molesto dolor. Tras tomármelo me tumbé bajo las mantas enterrando mi cara en la almohada.

Cuando el sueño ya empezaba a llevarme de nuevo, sentí la vibración de mi móvil que se encontraba encima de mi mesilla. Extendí la mano y lo tomé, iba a mirar primero quién llamaba pero eso implicaba girarme y cambiar de posición así que pasé. Deslicé el dedo contestando a la llamada y me lo llevé al oído.

-¿¡Qué?! –respondí directa. No me gustaba hablar por móvil.

-Eh… ¿salam? –una voz masculina y totalmente desconocida para mí habló al otro lado de la línea y me levanté de golpe. Miré la pantalla y el nombre de “Mimiha” fue lo que apareció.

Pero esa no era su voz...

-Oye…Eres Najima ¿cierto? –la voz volvió a sonar y colgué.

¿Quién era ese?

Miré con pánico la pantalla cuando esta se volvió a iluminar con el mismo nombre de antes.

¿Debería de responder?

-¿Quién eres? –pregunté esta vez con cautela.

-Oye, no se responde a una pregunta con otra. –me dijo con tono divertido. Se estaba divirtiendo y yo estaba medio cagada por el miedo.

-Quién eres. –esta vez se lo dije con más autoridad. –se rió.

-Soy Toufik. El primo de Mohamed Amin. –el corazón me dio un vuelco.

-¿Y por qué me llamas?

-Qué directa. –no sabía qué responder a eso así que me callé esperando a que respondiera a mi pregunta. –Pues verás, me comentó mi primero que ya hace bastante que no ibas a trabajar y como se hacía el cabezota y no te quería llamar pues lo hice yo por él. –tenía que estar tomándome el pelo porque no me lo creía.

-¿Y quieres que te crea? –se volvió a reír. ¿¡Qué le parecía tan gracioso!? ¡Me estaba sacando de mis casillas.

-¿Por qué te tendría que mentir?

-¿Y por qué tendrías que decirme la verdad?

-¿Por qué siempre contestas siempre con otra pregunta?

-¿Por qué eres tan pesado?
-¿Qué yo soy pesado?

-Sí, muy pesado.

-Vaya.

-Bueno me respondes o finalizo la llamada.

-Ya entiendo ahora a Mohamed. Eres insoportable.

-¿Perdona? –eso me ofendió.

-Que ere insoportable. –me volvió a repetir el descarado.

-Y tú igual de imbécil que el otro.  –se volvió a reír. ¡Ay qué asco de tío!

-Gracias, es todo un halago.

-No me sorprende, debe ser la cosa más bonita que me te han dicho. –se volvió  a reír. -¡¡Qué tan gracioso es!!

-Hey…cálmate. No pasa nada. Bueno dime qué. ¿Irás al trabajo mañana?

-Eso no es de tu incumbencia.

-Por supuesto que no lo es, pero no sabes lo frustrante que es tener que aguantar las frustraciones de Amin.

-¿Frustraciones? ¿Pero qué dices? ¿Y a mí qué me importa eso? Pues te aguantas y calmas a tu primito.

-Tú le desquicias.

-Y tú me estás desquiciando a mí y mírame.

-¿Has visto? Tú le desquicias a él, él a mí y yo a ti. Así que si dejas de desquiciarle a él, él me deja a mí y yo a ti. Es sencillo.

-Mira idiota. Que sea la última vez que me llamas y dile al retardado de tu primo que no se meta en asuntos ajenos porque parece que si se lo digo yo no lo entiende. –volví a colgar antes de que añadiera nada más.

¿Mohamed hablaba de mí a su familia?

¡A saber lo que les dirá el idiota!

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora