Me estaba sintiendo realmente incómoda. Hoy fuera estaba lloviendo y estaba bastante oscuro a pesar de no ser más de las ocho y en tiempos de verano no era habitual. A excepción de algunas señoras que daban vueltas mirando los diferentes artículos que ofrecíamos, no había nadie más.
Mohamed Amin estaba colocado en su sitio las prendas que los clientes habían dejado en la percha de los probadores mientras yo intentaba no mirarle con descaro.
-Oiga... ¿me puede cobrar? –me llamó la atención una anciana que estaba esperando a ser atendida por mí. Pero yo me encontraba muy entretenida disfrutando de las vistas no me podía culpar.
-Claro. –le sonreí. Parecía... ¿maja? Me tendió unas bragas tamaño XXL y un sujetador igual de grande. Escanee a la señora con disimulo cuando ella estaba ocupada observando los accesorios del mostrador y me mordí la lengua.
A lo mejor necesita una XXXL –pensé para mis adentros pero enseguida me sentí mal. Cada uno es como es, a3udu biallah mina chaitan i rajim.
-Pues mire, son 4.75€ por favor. –me tendió un billete de 5€
-Quédese con el cambio. Adiós.
-Gracias, vuelva cuando quiera. –oh...mírala que maja, tendría que haber más clientes como esa, que te dan 25 céntimos por tu bonita cara. Eso es a lo que yo llamo generosidad.
Sí señores. Aprendan, aprendan por favor.
-Colócale la etiqueta a este chándal que se le ha quitado. –me colocó un chándal de mujer y la etiqueta en el mostrador. -¿Y esa sonrisilla? –no me había dado cuenta de que seguía con la sonrisa que me había provocado la anciana y sin evitarlo sonreí todavía con más ganas. –Eres rara.
-Habló aquí el normal.
¡¡Atención, atención que estamos manteniendo una conversación!!
-Eh... vale. Haz eso anda.
-Se dice por favor. -¡¿por qué estoy intentando mantener la conversación?! Él ya la había dado por finalizada no tendría porque seguir insistiendo. Pero lo hice. Y lo hecho, hecho está.
-Contigo no hace falta. –me sonrió de lado para luego darme la espalda y caminar hacia donde estaba.
-Idiota... -susurré más bien alto.
-Te he escuchado.
-¡Esa era la intención! –se volvió a girar con lentitud hacia mí con una ceja alzada.
-Pues venga, discúlpate. –se cruzó de brazos volviendo a acercarse hacia donde yo estaba.
-¡Ha! Contigo no hace falta. –repetí la misma frase que minutos antes él me había soltado. La que sonrió ahora fui yo pero todo lo que me mis labios me permitieron.
-Juegas sucio. –me señaló.
-Ups, no sabía que estuviéramos jugando. La próxima vez avísame con tiempo para buscar otras estrategias. Es que me has pillado desprevenida. –le dije en un tono angelical seguida de una carita de "no he roto un plato en mi vida"
-Anda...pero si está lloviendo...-cambió repentinamente de tema mirando más allá del escaparate.
-No... ¿enserio? De no ser por ti y no me daba cuenta tío. –exageré la ironía poniendo cara trágica.
-¿Sabes lo que puedes hacer? Súbele el volumen a la música que prefiero no escuchar tu chillona voz ahora mismo. –se tapó los oídos con la palma de su mano. –Me estás produciendo dolor de cabeza.
-¿Y sabes lo que puedes hacer tú? –le contraataqué algo ofendida. Yo no tenía voz chillona. –Dejar de cambiar de tema cada dos por tres y no ser tan bipolar o no hablarme directamente.
-Pues... opto por la segunda opción, me parece más razonable. Y ahora dale, ¡súbele a la música!
¡Mecachis! No había conseguido dejarle mal. Me había dejado por los suelos. Hay dios pero qué pena doy.
Pero no pensaba darle la satisfacción de subirle el volumen de la música, todo lo contrario, le bajé tanto que apenas se escuchaba como un leve susurro.
El me miró con cara de decepción y con el poco orgullo que me quedaba le saqué el dedo más largo de mi mano. Su respuesta fue solo abrir los ojos como platos para después fruncir el ceño y darse la vuelta.
Adiós orgullo.
-Najima, ¿Le has puesto la etiqueta al chándal ya? –cerró la puertas y bajó a medias la metálica. Yo le lancé el chándal y le subí a un buen volumen a la canción que estaba sonando en spotify. -¿Puedes bajar el volumen? –me pidió con brusquedad. Y yo le subo todavía más y le ignoro entrando al cuarto de limpieza y sacando la bayeta y el limpiacristales para hacer un poco de limpieza.
Pero nada más salir la música se apagó y miré al culpable del silencio enfadada.
-¿Qué haces? –me miró con una expresión dura para luego pasar de mí. –Te he dicho que qué haces. –me acerqué ya enfadada de verdad y le tomé del codo para encararlo. Él se soltó de mi agarre con brusquedad.
-Yo que tu y mejor dejar de tocarme tanto hoy las narices. –me dijo con los dientes apretados.
-Pues me qué pena que yo no sea tú.
-Najima... -me lo quedé mirando sin inmutarme haciendo caso omiso a su advertencia. Cerró los ojos y respiró hondo un par de veces para volver a mirarme otra vez, sin embargo, yo seguía con la misma expresión de enfado.
Me observó con detenimiento pero yo le mantenía la mirada sin titubear, no iba a permitir que hiriera mi orgullo hoy más. Segundos después vi cómo relajaba sus hombros y los rasgos de su cara.
-¿Por qué estamos discutiendo? –dijo con un suspiro.
-No lo sé. Tú empiezas y yo sigo. –mantuve mi rostro de seriedad.
-Está bien. ¿Sabes qué? Mejor vete que ya termino yo de aquí y luego cierro, ¿de acuerdo? –su oferta me agradó así que asentí en silencio y me aleje en busca de mi bolso.
No pensaba ir en metro a casa porque no llevaba paraguas y la estación quedaba diez minutos de la tienda. Me iba a empapar así que saqué el móvil del bolsillo de mis pantalones y le envié un mensaje a mi hermano para que viniera a por mí.
-Se te ha caído eso. –me señaló algo en el suelo cuando estaba escribiéndole el mensaje a Rayan. No se lo pensaba pedir a Nassim. Miré abajo y vi una hoja.
Uy la hoja...
La recogí y la desdoblé para asegurarme de que realmente era el papel con los números de las oxigenadas de ayer.
-Oh, en realidad esto es tuyo. –le tendí el papel para luego salir de la tienda. Preferiría esperarle fuera debajo del toldo que seguir dentro con él.
***Qué es parece un POV de Mohamed Amin??***
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Najima VS Mundo
HumorUna historia diferente, con personajes diferentes pero con un tema común. Todo comienza con el nuevo puesto de trabajo de Najima, la chica patosa, alocada y despreocupada que intenta terminar su carrera de magisterio, carrera para muchos equivocada...