POV MOHAMED AMIN
Acababa de llegar a casa de trabajar y me encontraba realmente cansado. Los fines de semanas suelen ser muy ajetreados ya que es cuando más clientes entran a la tienda.
Como la mayoría de los días, Morad no se encuentra en casa, pero Toufik si, aunque preparándose para salir él también. Eso me venía muy bien ya que podría estar solo y, básicamente, dormir, ya que cuando están en casa hacen mucho ruido al hablan muy alto y me exasperan.
Cierro la puerta con llave cuando mi primo sale por ella y lo primero que hago es meterme a darme una ducha con agua caliente para relajarme. Me despojo de la ropa y me meto en la bañera. Me estaba enjabonando cuando escucho el timbre de la casa interrumpir el sonido que hacían las gotas de agua al chocar contra el suelo.
Me apresuro en aclararme el cuerpo y el cabello cuando el timbre suena por segunda vez. Seguro y era el pesado de Toufik que se habría olvidado algo y como el retrasado no tiene llaves, pues no me quedaba otra que apresurarme en abrir la puerta.
Tercer timbre y salgo disparado del baño con únicamente unos bóxers e intentado secarme el agua que seguía resbalando de mi pelo.
Cuarto timbre.
¡Joder qué puto impaciente!
Abro la puerta de la entrada y una corriente de aire fría se cual en casa haciendo que me estremezca del frío, por seguir todavía medio mojado y, medio desnudo.
Pero más gélido me quedo cuando escucho la voz de Najima y al darme cuenta de que no era mi primo el que estaba timbrando con tanta urgencia.
¿Para qué había venido?
Sin embargo, me doy cuenta de que no era a mí a quien buscaba ver cuando se queda estática en su lugar mirándome con los ojos como platos.
Y yo no encontraba la voz para hablar.
Parecíamos dos idiotas, nos mirábamos impactados sin saber qué hacer o qué decir.
Como pude, salí de mi ensimismamiento y saqué mi lado arrogante aunque por dentro mi corazón latía a mil por hora, pues no me hacía a la idea de verla en un entorno que no sea la tienda.
-¿Ya me echas de menos? –me apoyé en el marco de la puerta y arqueé una ceja, divertido.
-¿Qué? ¿¡Qué dices!? –su voz delató su nerviosismo y recordé, nuevamente, que estaba casi sin ropa.
-No sé. Has venido a verme, algún motivo tendrás.
-No he venido a verte, he venido a ver a mi tía y me he equivocado de piso, ya veo que era el cuarto y no el quinto... –vale, eso me parecía más lógico. ¿Pero cómo se ha podido olvidar del piso en el que vive?
-Pues que mala memoria que tienes. ¿Cómo haces para aprobar tus exámenes? –me miró con mala cara. Las gotas de agua ahora bajaban de mi pelo congeladas y me estaba entrando frío de verdad. Pero aún así fingí que estaba relajado y a gusto.
-Oye, ¿te importaría vestirte?
-¿Por qué? ¿Piensas quedarte más rato?
-¡Pues claro que no!
-¿Entonces? No quiero ser mal educado y cerrarte la puerta en las narices pero es que ahora estaría más cómodo tirado en mi cama. –noté cómo poco a poco se le ruborizaban las mejillas y me atreví a pensar que algo pervertido había pasado por su mente y sin poder evitarlo, de mí brotó una carcajada.
-¿De qué te ríes?
-¿En qué has pensado eh? Eres una pervertida.
-No he pensado en nada.
-Pues te has sonrojado.
-¡No me he sonrojado!
-Pero no me grites, mujer.
-No te he gritado.
-Vale, muy bien, lo que tú digas. Ya veo que me vas a llevar la contraria, diga lo que diga.
-Bueno que me voy. Siento... haber interrumpido... lo que hayas estado haciendo.
-Bañándome, me estaba bañando. –le aclaré por si mi poca vestimenta y el rastro de agua en mi cuerpo no lo había dejado ya muy evidente.
-Bien. –se dispuso a dar media vuelta una vez dada su contestación y no pude evitar tener el impulso de pararla y hacerla quedarse más rato, a ser posible, dentro de casa.
Solo para no pillar un resfriado por el frío que venía de fuera, claro. Pero me contuve, pues no era correcto, más estando solos y dadas las circunstancias del momento.
-Me parece que vas en dirección contraria. –mi voz la detuvo cuando ya estaba por iniciar el descenso por las escaleras que las llevaría al piso inferior.
-¿Cómo dices?
-Que vas en dirección contraria. –se me quedó mirando un tanto confundida.
-Pretendo ir al piso de abajo y... ah... que yo sepa solo hay una dirección para ello.
-Es que tu tía vive en el sexto piso.
-¿Cómo?
-Tu tía se llama Rachida, ¿verdad? –asintió, dubitativa. –Pues ella vive en el sexto. Justo encima de mi piso. –le señalé el techo para hacerla entender.
-¿Seguro?
-Segura tendrías que estar tú. Es tu tía y no la mía.
-Me estás tomando el pelo.
-Bueno, pues si quieres bajar al cuarto, saluda de mi parte a mi vecino Eustaquio. Pero háblale bien alto que si no, no va a escucharte bien ¿Vale? –me miró demasiado confundida e indecisa. –Nos vemos, en el trabajo. –recalqué bien la última palabra, no sabía muy bien por qué, pero me dio por hacerlo. Le guiñé un ojo y me despedí con la mano para volver a cerrar la puerta.
Sin embargo me quedé mirándola por la mirilla para saber si me iba a hacer caso o iba a seguir yendo hacia abajo.
Pero volvió a retroceder por sus pasos y subió hacia arriba, haciendo caso a mis palabras. Realmente no conocía el nombre de mi vecino de abajo, pero sí que sabía que andaba un poco mal de oído.
Me metí en mi cuarto y me puse una sudadera y unos pantalones de chándal, ambos de color gris y salí de nuevo, pasando primero por la cocina para pillar algo de comer y después, yendo al salón.
Encendí el televisor e hice zapping hasta llegar a Antena 3, donde acababan de poner una película y me dispuse a verla, tirado en el sofá y con un edredón encima.
Lo que menos hice fue ver la película ya que no tardé en caer dormido.
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Najima VS Mundo
HumorUna historia diferente, con personajes diferentes pero con un tema común. Todo comienza con el nuevo puesto de trabajo de Najima, la chica patosa, alocada y despreocupada que intenta terminar su carrera de magisterio, carrera para muchos equivocada...