Capítulo 46

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POV NAJIMA


¿Estaba escuchando bien o eran imaginaciones mías? ¿Por qué demonios me estaba diciendo todo este tipo de cosas cuando yo nunca le había hecho nada fuera de lo normal?


Estaba alucinando.


No entendía su reacción y dudaba verdaderamente que la razón de su enfado fuera el “nuevo compañero de trabajo” ¿Pero estamos locos o qué? ¿Se enfada porque una persona consiga un trabajo? ¿Se enfada porque el negocio vaya bien?

¡No entendía una mierda!


Nunca he sabido cómo reaccionar a nada que tuviera relación con él, siempre me pilla desprevenida con su berrinches, al día estamos bien y al otro parece que me quiere estrangular de una. Pero realmente dudaba que todo este colapse que parecía llevar encima fuera por la tontería del pobre chico que iba a tener que soportar nuestros gritos y chillidos diarios. Probablemente tenga algún problema personal, a lo mejor lo está pasando mal y he sido yo el blanco fácil para desagobiarse. 


Decidí relajarme yo porque veía que por su parte iba a ser imposible. Sabía que me iba a tragar el orgullo, pero bien. Tampoco me importaba. Le empecé a inspeccionar de arriba abajo y no pude evitar ponerme en alerta cuando me fije en que de su mano estaba saliendo sangre.


Fui hacia él, sin pensármelo ni siquiera, y le tomé la mano que parecía estar herida. Tampoco tardó en zafarse al igual que había hecho yo momentos atrás. Pero yo seguí insistiendo y le volví a tomar de la mano pero nuevamente repitió el acto.


Como lo vuelva a hacer le voy a mandar a la mierda a él y a su puñetera mano. Le miré irritada y di media vuelta a por el pequeño botiquín de emergencia que teníamos en el cuarto de baño.


-Siéntate en la butaca. –le ordené sin mirarle. Saqué alcohol, algodón y unas vendas para cubrirle la herida, pero él parecía que no tenía intención de hacerme caso. Era imposible. –Mohamed, siéntate en la butaca. –esta vez se lo dije con menos paciencia porque realmente me parecía un crío en estos momentos. Toda la madurez que había demostrado al principio se había ido, literalmente, a la mierda.
De mala gana se dejó caer en el asiento y se cruzó de brazos logrando mancharse la sudadera que llevaba, de sangre. Hay madre, cuánta paciencia hay que tener con él.


-Mira, ¡Me estás poniendo de los nervios! ¡Dame la mano o te vas a ir a freír espárragos! –pareció pensárselo pero al final me tendió la mano. No parecía una herida muy profunda ni muy grande, nada de lo que preocuparse gracias a Dios. Sabía que el alcohol le iba a escocer así que se lo eché en el algodón para que no le picara tanto. Aún así se quejó y yo, como idiota que parecía en eso momentos, le empecé a dar aire, soplando sobre la herida. Finalmente le apliqué una crema y le puse encima la venda. Estaba por guardar todo nuevamente cuando unos golpes en la puerta me sorprendieron. Miré mi reloj de muñeca y a penas pasaban de ser las cinco. Mohamed caminó decidido hacia la puerta como si supiese de quién se trataba. Intentó abrir la puerta con la mano que tenía vendada y, tras un leve quejido de dolor, la abrió con la otra.


Por poco se me cae el botiquín de primeros auxilios de las manos cuando entra por la puerta el hombre con el que me había cruzado en el portal de mi tía el día que fui a verla. Al principio él no se había percatado de mi presencia pues se centró en hablar con Mimiha y preguntarle sobre lo que le había pasado en la mano. Él le explicó a grandes rasgos lo que le había pasado y le tendió su llavero.



-Como lo pierdas nos quedamos fuera, Morad tiene turno completo de noche hoy eh. –le advirtió.


-No te preocu…-en ese momento fue cuando estableció contacto visual conmigo y me miró sorprendido. Probablemente me haya reconocido. -¿Tú eres Najima? –me señaló. ¡¿Cómo narices me conocía?!

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora