Capítulo 52

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POV NAJIMA


Se había vuelto a quedar dormido. Recogí la bandeja y me puse a lavar los platos que seguían en el fregadero, no sabía ni cómo podía vivir entre tanta suciedad. Llamé a Faysal para ver qué tal le estaba yendo en la tienda y me dijo que bien, menos mal que estaba él.

Al terminar de recoger todo y poner la casa más o menos en orden me acerqué de nuevo a la habitación para ver qué tal estaba. Seguía durmiendo.

Me apoyé en el marco de la puerta y me lo quedé mirando. Solté un suspiro y me acerqué a su cama. La temperatura le había descendido. Se removió y atrapó mi mano entro la suya llevándosela a los labios y dándola un suave beso. Una oleada de calor invadió mi cuerpo y las mariposas se instauraron en mi estómago. Poco a poco fue abriendo sus ojos y acostumbrándose a la luz.


-¿Qué tal te encuentras? –le dije medio susurrando. Mi mano seguía estando debajo de la suya. Me transmitía calor y tranquilidad.


-Mejor, gracias a ti. –me miró fijamente a los ojos. Yo solo pude sonreírle con ternura. -¿Qué hora es?


-Van a ser las 20:00 –le contenté mirando mi reloj de muñeca.


-Es muy tarde. Has perdido el día entero conmigo. –me soltó la mano con cuidado y se frotó los ojos.


-No me importa, siempre que te pongas bien…


-Gracias, Najima. –yo solo pude volver a sonreír.


-Te he hecho la cena, ¿Quieres?


-De momento no tengo hambre, gracias. –se incorporó en la cama. Él también me hablaba bajito. Tosió levemente.


-¿Un zumo mejor? –me levanté de la cama antes de que me dijera que no y fui a la cocina para darle un vaso de zumo.


-No hago más que molestarte.


-Aprovéchalo hoy y no te acostumbres mucho. –dije intentando darle un poco de humor al asunto, sonrió ampliamente y supuse que le había hecho gracia. Me senté en una silla y esperé a que se lo tomara.


-¿Te tienes que ir? –asentí levemente.


-No quiero llegar tarde a mi casa.


-¿No les vas a decir a tus padres que has estado conmigo?


-¿Y tú te crees que les hará gracia saberlo? No me van a decir muy bien hija, como comprenderás. Se fían de mí pero no a tal grado.


-¿Malpensarán?


-Si se queda en solo eso, estaría agradecida. –me encogí de hombros.


-¿Vendrán a pegarme? –solté una carcajada ante su comentario y negué con la cabeza.


-No creo.


-Entonces me quedo más tranquilo.


-Pues yo… no mucho la verdad.


-Lo siento. –me miró apenado. ¿Qué le pasaba ahora?


-Lo siento, ¿Por qué?


-Por hacerte venir hasta aquí y molestarte.


-Oye, ya deja de decir eso. He venido aquí por decisión propia y cualquiera haría lo que yo.


-No, Najima, te confundes. Nadie dejaría sus prácticas y su trabajo para venir a cuidar a un enfermo con todo lo que ello supone. –sus palabras me hicieron ruborizar.


-Tampoco es para tanto. No lo exageres.


-Pues para mí sí que lo es.


-Bueno, espero que te pongas mejor. No quiero que te esfuerces en hacer nada ni mañana te quiero ver en el trabajo. Quédate descansando que Faysal y yo ya nos las arreglaremos para sobrevivir sin ti. –le guiñé un ojo y me terminé de abrochar mi chaqueta.

-Gracias por todo.


-Oye, deja ya de agradecer que me voy a sentir buena persona y todo al final. –se rió ligeramente acompañada con una tos leve.


No debí meditarlo mucho y, hasta a mí me sorprendió el acto, que no me di cuenta cuando me agaché y le di un beso en la mejilla. Fue suave y apenas mis labios rozaron sus rasposas mejillas por su barba, pero ese simple toque consiguió erizarme la piel. No me atreví a volver  a mirarle a los ojos porque me moría de la vergüenza.

¿Por qué había hecho eso?

Salí disparada de la habitación y me apresuré en salir de su casa también. Respiré hondo antes de bajar las escaleras del edificio y me dirigí a la parada de metro para irme a casa.

Volví a llamar a Faysal por el camino para preguntarle cómo le había ido y él me preguntó que cómo estaba Mohamed Amin y le conté con grandes rasgos que estaba mejor y poco más. Antes de guardar el móvil en mi bolso me llegó un mensaje de Mimiha.


Me quedé petrificada en el sitio al leer el mensaje. Esto no puede estar pasando. No otra vez. No tuve agallas de responderle así que boqueé el teléfono y lo guardé.


Estuve todo el trayecto pensando en esas simples palabras que me… me provocan esa sensación rara. Es la segunda vez que me lo dice sin embargo, esta vez las he sentido más auténticas, más reales y no sabía por qué. Tal vez fuera porque esas palabras ahora tengan un significado distinto, al menos para mí. Tal vez porque ahora esas palabras ahora sean correspondidas.



¡¿Qué demonios?!


Yo también le quería…



Sí, le quería. Debía admitirlo al menos para mí misma. El haber estado distante todo este tiempo me he dado cuenta de la falta que me hace, de que me alegra los días, la vida en general, de que solo él sabe sacarme sonrisas verdaderas y que definitivamente solo él consigue enervarme tan rápido.
Así que, con las manos temblorosas, saqué mi móvil y decidí responderle al mensaje.


“Creo que yo también…”

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora