Epílogo

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POV MOHAMED AMIN


Y por fin me sentía completo. Jodidamente completo. Mi vista estaba perdida en algún punto del techo de la habitación, estando en penumbra y en silencio, se me hacía el mejor lugar en el que poder estar. Ella ya estaba dormida pero aún así seguía acariciándola el pelo. Había entrado en bucle. Se removió en mi pecho buscando una mejor postura y siguió durmiendo. Una gran sonrisa se dibujo en mi rostro y cerré los ojos buscando el sueño en el que poder acompañarla.



En la mañana, cuando me empecé a despertar noté el vacío en la cama. Se había levantado ya y el ruido de la ducha me lo confirmó. Me revolqué un poco más en las sábanas antes de desperezarme yo también. Lo bueno es que hoy era sábado y ninguno de los dos tenía que trabajar, he ahí el por qué de ser las 10:00 de la mañana y seguir tan tranquilo en la cama.


-Si no te levantas de ahí te levanto yo. –abrí los ojos para admirarla en su albornoz y sonreí ampliamente.

-Buenos días a ti también. –mi voz seguía ronca, a diferencia de la suya.

-Yo te los di antes de levantarme de la cama. –me dio la espalda y comenzó a rebuscar en el armario.

-¿Y no te paraste a pensar que seguía durmiendo?

-¿Y? Yo ya estaba despierta. –se encogió de hombros. Me levanté de la cama al fin y la rodeé con mis brazos aspirando su aroma a coco.

-Me voy a ir a dar una ducha yo también. –dejé que me diera un beso en la mejilla y me metí a la bañera.


Diez minutos después estaba con un pijama limpio. Tomé la taza de café que me tendió mi querida esposa nada más entrar en la cocina y me senté en el taburete a la espera de que terminara con las tortitas.

-Me acaba de llamar mi hermano.

-¿Cuál de los dos?

-Rayan. Quiere que cuidemos de la pequeña porque quiere salir a no sé dónde con su mujer. Le he dicho que no había problema porque nosotros no íbamos a ir a ningún sitio. No te importa ¿No? –colocó el plato de tortitas en la mesa y me miró interrogante.

-Por supuesto que no. La niña es un encanto, pasaremos una buena tarde con ella.

-Eres un cielo. –me dio un suave beso en la comisura de los labios. Amaba esos pequeños gestos que me seguían provocando mil y una sensaciones.

Como no tuve suficiente la atrapé entre mis brazos y le di pequeños besos por la cara para terminar con uno lento y profundo en la boca, aquella que jamás me iba a cansar de besar.

-¿Cuándo la trae?

-Ahora en un rato. –asentí sin más añadiduras y desayunamos manteniendo una pequeña conversación.

Minutos después escuchamos el sonido del timbre. La bicheja ya estaba aquí.

Fui a abrir la puerta y me saltó directamente en brazos y yo la atrapé casi al vuelo. Me dio un sonoro beso en la mejilla y yo no pude sino soltar una carcajada de diversión. Saludé a mi cuñado con un apretón de manos y les hice pasar adentro.

-Me gustaría pasar pero ya nos tenemos que ir. Nos vemos en la noche. –asentí y cerré la puerta tras el último achuchón padre-hija.


Pasamos el día entero con la pequeñaja de un lado a otro y nos divertimos como niños pequeños con ella. Najima amaba a los niños y lo demostraba con su completa atención hacia la niña.

A la hora de la siesta se quedó dormida en el regazo de Najima y me quedé mirándola desde el marco de la puerta. Se veía preciosa y no pude evitar imaginarme a un bebé, a nuestro bebé en sus brazos.


-Quiero tener un hijo. –la dije cuando volvió al salón tras dejarla dormir en la habitación.

-¿Cómo? –parece que le pillé un poco por sorpresa.

-Llevamos tres años juntos… me gustaría ampliar nuestra familia. –me sonrió tiernamente, se sentó a mi lado y me envolvió la cintura con sus brazos. Yo la acerqué más a mí y la deposité un beso en la frente.

-Me parece bien.

-¿De verdad? –una sensación de felicidad me embriagó y la abracé con fuerza.



                       ***


POV NAJIMA

Hoy hacía tres meses con mi embarazo. No lo llevaba muy bien, los mareos, vómitos y males olores habían aparecido desde la 4 semana, tenía unos cambios de humor que ni yo misma los soportaba. Más de una vez me había puesto a llorar sin motivo y Mohamed no sabía ni cómo llevarme. A los dos meses tuve una complicación, estábamos en el sofá comiendo un poco de dulce cuando sentí algo líquido entre mis piernas. Nos llevamos un susto de muerte cuando vi aparecer una mancha roja en mi camisón rosa palo. Yo perdí los estribos al momento, menos mal que no estaba sola porque me hubiese dado algo y no hubiera podido ni moverme de donde estaba. Di gracias a Dios cuando me dijeron que solo había sido una pequeña complicación y que el bebé estaba bien.  Me dieron de baja por lo tanto ya no iba al cole a cumplir mi rol de profesora.


Mi chico me tenía muy mimada y yo me dejaba mimar encantadísima. Mi madre se pasaba las mañanas conmigo mientras Mohamed Amin no estaba en casa. No me dejaban ni llevar un plato a la cocina, se habían tomado muy enserio las indicaciones del médico de no hacer ningún tipo de esfuerzo, a veces resultaba tremendamente pesado no poder hacer nada pero pensaba en la seguridad del bebé y se me pasaba.
Apenas se notaba todavía el bulto de mi tripa pero estaba ansiosa con tener ya la tripita salida. Me hacía mucha ilusión poder acariciarla y notar cómo se mueve dentro de mí con su diminuto cuerpo. Pero todavía faltaba para eso.



Estaba sentada en el sofá con mi Mimiha mirando una película y él me miraba con mala cara mientras yo disfrutaba comiendo mis espinacas con puré de coliflor.

-Ay, deja de mirarme así. –me quejé.

-Eso huele muy desagradable y se me están revolviendo las tripas mientras te veo chupar la cuchara con gusto.

-Pues no me mires. –me encogí de hombros y continué mirando la peli. –no le culpaba, si algo detestaba comer Mohamed Amin eran las espinacas, a mí tampoco me agradaban del todo, el olor era demasiado fuerte pero se me había antojado y no podía evitarlo. El pobre tuvo que cocinármelo y encima verme comer.


-¿Te apetece que salgamos a dar un paseo? Te vendrá bien un poco de aire fresco, además hoy hace bueno. –eso era cierto, el invierno ya había quedado atrás y la primavera estaba haciendo su apariencia con un bonito rastro de flores por el camino.

-Me parece perfecto. –me levanté, con su ayuda innecesaria, y me vestí, nuevamente con su ayuda innecesaria, pero en ningún momento me quejé por ello. Amaba la delicadeza con la que me trataba.


Fuimos a un parque que no quedaba muy lejos de nuestra casa, este tenía un lago con patos, una pequeña cascada y un montón de flores.

Nos sentamos entre las flores, no había mucha gente así que me sentí muy cómoda. Ahí supe que estaba completa. Totalmente completa. No me faltaba nada y quería todo lo que me rodeaba. Fui capaz de alcanzar mi meta en los estudios, esos tan equívocos para todos pero no, demostré que yo valía para eso. Para eso y para mucho más.


Había dejado de ser la pequeña Najima con la que todos se metían y me tomaban el pelo, ahora era una mujer hecho y derecha y en camino de ser mamá y eso solo se lo podía agradecer a Mohamed Amin.


Ese chico que llamó a la puerta de la tienda cuando ya hube cerrado, el mismo que no me toleraba ni yo a él, ese que me hacía la vida imposible y me sacaba de mis casillas en el trabajo, aquel con el que tuve más discusiones que conversaciones normales y, definitivamente, aquel del que me empecé a enamorar desde que se me presentó como si me fuera a pedir matrimonio.


Y quién iba a decir que al final lo haría, que la final acabaría con él y que al final sería el hombre con el que compartiría mi vida y sería el padre de mis hijos. En todo esto pensaba mientras sentía las pequeñas caricias que iba dejando encima de mi vientre.


Solo pude sonreír ampliamente.

-Mimiha…

-¿Sí, amor?

-Te quiero.


                                 Fin. 

Najima VS MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora