Epilogo II

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Cinco años después

– te amo peque – es casi un susurro pero lo escucho fuerte y claro – Alex!....Alex!- lo tomo de la cara – abre tus ojos corazón, estoy aquí, Alex por favor, por favor no me dejes Alex!! – de pronto los médicos entran a la habitación, las maquinas hacen ruidos extraños y un enfermero me pide que lo suelte – Señora por favor, por favor déjenos revisarlo – lo suelto muy a mi pesar, el médico lo revisa y solo se gira para verme – Señora Casas, no sabe cuánto lo siento – No, no!!-

Me despierto sudando y con mi respiración algo agitada, estoy sola en mi recamara, la habitación está completamente obscura dándome cuenta que aun es de noche y de nueva cuenta he tenido ese sueño o más bien esa pesadilla.

La habitación solo está iluminada por la luz que desprende el televisor que aun se mantiene encendido, en ella está la imagen del amor de mi vida y las lágrimas de nueva cuenta aparecen, lloro tratando de hacer desaparecer esta opresión en mi pecho que últimamente es constante en mí.

Enciendo la luz y me pongo de pie para apagar el televisor, tengo varias noches colocando esos cds que Alex nos dejo a Alexander y a mí, últimamente su recuerdo esta mas presente, su partida duele más y en ocasiones parece ser que nunca lo superare.

Salgo de mi habitación y camino hasta llegar a la de Alexander, lo veo plácidamente dormido así que bajo a la cocina en busca de un vaso de agua, necesito volver a dormir pero sé que esta noche no lo lograre.

Veo en el reloj que son apenas las cuatro quince de la madrugada y yo aquí sin poder dormir y como en otras ocasiones similares a esta tomo el teléfono fijo y marco el mismo número de siempre.

Conversación

Ana: Perdón por despertarte

Luis: No te preocupes ya por inercia despierto a esta hora, ¿Qué pasa?

Ana: Lo mismo de las últimas noches.

Opto por dejar a un lado el agua y me sirvo un trago de wisky, camino hasta llegar a la sala y recostarme en uno de los grandes sillones que hay en ella.

Luis: Ana te lo he dicho muchas veces, tienes que ver a un psicólogo, esto ya no es normal.

Ana: Lo sé pero no quiero dejar de pensarle, no quiero olvidarme de él Luis y creo que lo primero que trataran de hacer es que lo supere y no quiero, es el amor de mi vida ¿Cómo olvidarlo?

Lo escucho moverse y susurrar unas palabras, supongo que está saliendo de su cama para no despertar a mi amiga.

Luis: Ana no sería olvidarlo, pero es necesario que puedas recordarlo sin sentirte así de mal, sin tener estas constantes pesadillas y perder el sueño, ¿crees que no nos damos cuenta de cómo en ocasiones te aíslas?, te rehúsas a conocer a alguien nuevo, has cancelado varias citas, es más ni siquiera quieres hacer amistades nuevas y Ana perdón pero no creo que eso es lo que haya querido mi hermano para ti.

No sé si es el licor en mi sangre o las palabras de Luis me afectan mucho más de lo que quisiera.

Ana: Pues cuanto lo siento Luis pero él no está aquí, él me dejo sola y yo lo necesitaba conmigo, aun lo necesito conmigo, tú no sabes lo difícil que ha sido estar sin él, tú no sabes cuantas veces y en cuantas diferentes ocasiones tuve que explicarle a Alexander por que no tiene papá.....cuantas ocasiones necesito de él, cuantas noches tuve que consolarlo por no tenerlo con él, ¡tú no lo sabes!, nadie lo sabe Luis y agradezco que permanezcan conmigo de verdad que si pero ninguno de ustedes sabe lo que siento, lo que me duele, su ausencia duele y cada día parece doler más...yo, yo ya no puedo Luis.

Y Como MirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora