Cadena de homicidios

Capitulo 14

"La muerte es el comienzo de la inmortalidad."

—Maximilian Robespierre

NARRA ASHLEY

El viaje hacia el galpón es infinito. Hace tres horas que estamos viajando con la camioneta de Alissa y solo vemos campos y vacas a nuestro alrededor. ¿Será verdad lo que dijo Anthony o puede que Melany tenga razón y esto es una trampa?

Miles de dudas pasan por mi cabeza y tengo mucho miedo. No por mí, sino por los que están conmigo. La idea de visitar a Anthony fue mía y también fui yo la que dijo que teníamos que ir al galpón. Si algo pasa... si alguien sale lastimado o algo peor, me sentiré sumamente culpable.

Clavo la vista en la carretera y me trueno los dedos. Siempre hago eso cuando estoy nerviosa. El alemán parece notar mi temor y se acerca a mi lado.

—¿Qué le pasa?— me pregunta. Lo miro a los ojos.

—Es sólo que tengo miedo.— reconozco.—No quiero que alguien más muera y cabe la posibilidad de que todo esto sea una trampa.

El Sheriff asiente, comprendiendo mis pensamientos. Él más que nadie sabe lo que siento cada vez que pierdo a alguien que me importa. Y, como policía, debe saber que lo que estamos por hacer es algo muy riesgoso. Todos estamos a merced de un enfermo mental que mata a diestra y siniestra.

—¿Recuerda cuando discutimos en mi despacho?— pregunta y yo asiento. ¿Cómo olvidarlo? Le dejé muy en claro la bronca que tenia hacia el y el hecho de que no estén haciendo nada por ayudarme, ni a mi ni a mis amigos.—Tenía razón. Esto es algo que tuve que haber hecho hace mucho tiempo y no quise verlo. Cuando usted me lo planteó, me enoje porque sabía que tenía razón. Siento no haber hecho nada antes, Ashley.— agrega y lo miro sorprendida.

¿El hombre más serio, orgulloso y terco del mundo me está dando la razón? ¿Un policía de unos... ¿veintiséis años? le está dando la razón a una "niña" de dieciocho?

Le sonrío.

—Si bien cabe la posibilidad de que esto sea una trampa... es algo que tenemos que hacer— anexa y me tranquiliza saber que, por lo menos él, está de mi lado.

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Llegamos luego de cinco horas de viaje. Por supuesto que ya llamé a mi madre  y le dije que pasaría la noche en la casa de Melany para que no se preocupe.

Bajamos de la camioneta y nos quedamos perplejos ante semejante construcción: el galpón sí existe y es inmenso. No sabemos qué era esto antes ni qué será, pero sí se sabe lo que es ahora; nada. Es la nada misma yaciendo en un vacío campo alejado de la ciudad.

Nadie ha estado aquí en años y eso se nota por las telarañas y la tierra dentro del lugar.

¿Cómo decirlo? El galpón se cae a pedazos. Prácticamente no tiene techo, ni paredes, ni puertas.

Entramos todos juntos y no me sorprendo al ver que dentro del mismo, hay demasiada vegetación. Ya le han crecido plantas y enredaderas de tanto abandono.

—¡Mierda!— exclama Alissa cubriéndose la nariz con las manos.—Este lugar huele peor que los calcetines de Richard.

Todos nos reímos pero yo aún siento esa angustia en el estómago. Creo que no me tranquilizaré hasta salir de aquí.

Caminamos todos juntos, sin separarnos. A unos pocos metros, distingo una silla de madera con algo colgando. Me acerco: es una campera negra con capucha. ¡Oh, es la que usa el asesino!

La agarro y la huelo, quizá pueda reconocer algún perfume o algo. Nada. Solo tiene olor a humedad.

Seguimos caminando. Hay varias cosas como linternas, cuchillos, lapiceras, sogas, botellas de vidrio vacías y algún que otro paquete de galletitas.

Sin duda alguna, éste es el refugio del asesino. De solo pensar en esto, siento como un escalofrío recorre mi espalda.

Estamos metidos en la boca del lobo. ¿Y si el asesino está aquí mismo ahora, observándonos, acechándonos? Bueno, de todas formas no debería tener miedo. El asesino es solo uno y nosotros somos muchos. Incluso tenemos a un policía de nuestro lado, no creo que se arriesgue a aparecer y matar a alguno de nosotros.

Oigo un ruido detrás de mí y me doy la vuelta rápidamente antes de siquiera exhalar el aire que tenia contenido.

—¡Liam!— exclama Melany.—¿Qué demonios haces aquí?

Frente a nosotros, hay un chico de cabello oscuro y ojos café. Al parecer, Melany lo conoce. Yo no lo había visto nunca en mi vida.

El chico nos mira muy sorprendido, casi aterrado.

—Yo debería hacerles esa pregunta.— replica secamente.—Yo estoy aquí para ayudar a un amigo.

Lo miramos con confusión y luego entiendo todo... él es el hacker, el amigo de Anthony que consiguió esta dirección.

Se lo pregunto para corroborarlo y él asiente. Ahora me cierra todo, pero hay algo extraño en este chico. ¿Cómo demonios se animó a venir solo hasta aquí sabiendo que era la guarida del asesino? O yo soy demasiado miedosa, o él está demasiado loco.

—¿De dónde lo conoces?— le pregunta William a Melany un poco molesto.

—Se llama Liam D'Angelo y lo conocí en el patio del colegio.— responde mi amiga.—¿Recuerdas que te dije que ya tendrías la desgracia de conocer a William?— agrega, dirigiéndose a Liam y él asiente.—Pues aquí está.

William fulmina con la mirada a Liam. Ya hasta se puede notar el odio que hay y habrá entre ambos.

—Tendrás que explicarme qué haces aquí, jovencito.— le dice el alemán, apuntándolo con un arma.

Yo lo detengo y se lo explico todo.

Entonces, escucho otro ruido que viene de detrás de un armario. Clavo la vista en éste y me paralizo. ¿Y si es el asesino que estaba escondido todo este tiempo para oír lo que decimos?

El armario está cubierto por polvo y tierra pero aun así se distingue su antiguo color: marrón oscuro.

El Sheriff nos hace señas para que retrocedamos y todos obedecemos. Estamos aterrados, incluso Liam.

Se acerca hacia el armario con el arma en la mano apuntando hacia adelante y abre la puerta de un tirón. Algo, como una enorme bolsa de color negra, rueda por el piso y se mueve.

Miro aquello que acaba de salir del armario y me quita el aliento.

—¿Alex?

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Ojalá les haya gustado!

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