Capitulo 30

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"La muerte no se lo lleva todo. Se lleva solo una parte, la parte mala, los malos recuerdos, los malos modos, las malas maneras."

—Carmen Amoraga

NARRA ALEX

Yo no conocía demasiado a Richard pero debo decir que su muerte me causó dolor. Además, no es fácil pasarla por alto cuando todos a tu alrededor están débiles y vulnerables.

Al parecer, este chico era una buena persona. No hay nadie aquí en la casa que no lamente su asesinato. Todos están muy revolucionados y cansados con todo lo que ha estado pasando. Quieren saber ya mismo quién es el asesino y yo no soy una excepción. Pareciera como si el bufón tuviera un odio especial hacia mí; me secuestró, me torturó, le hizo creer a mis amigos que estaba muerto y me arrojó al rio para una muerte lenta y dolorosa. No sé qué es lo que pude haberle hecho de malo pero tendré que averiguarlo.

Bebo un sorbo de la taza de café que tengo en la mano y veo a Bianca despertarse. Se despereza, y al hacerlo, la sabana de la cama cae al suelo.

Se incorpora, se peina el cabello con las manos y me mira sonriente.

—Buenos días.— dice. Su voz aún se nota dormida. La miro a los ojos: tiene grandes ojeras debajo de éstos. Se nota que no ha estado durmiendo bien pero, ¿quién sí ha estado bien últimamente?

Le sonrío devolviéndole el saludo.

Al principio, estuve muy agradecido con Ashley por haberla invitado a ella también al campo puesto que ni se conocían pero ahora me arrepiento. No quería dejar a Bianca sola en la ciudad porque temía que el asesino me la arrebate pero ahora que Richard fue asesinado, sé que está aquí. Bianca habría estado más segura en la ciudad, en el puerto junto a su familia. No aquí conmigo.

Se levanta de la cama y está simplemente usando una camisa y ropa interior. Me ruborizo enseguida. No me gusta ser así de tímido pero confío en que, con el tiempo, se me irá yendo.

Se acerca a mí y besa dulcemente mi mejilla. Acto seguido, me quita el café de las manos y bebe un par de sorbos.

—¡Hey!— me río y le quito la taza de las manos.—Consigue el tuyo.

También se ríe, da media vuelta y se va al baño a ducharse.

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Cuando sale, ya seca y cambiada, se sienta a mi lado en la cama.

—Ese muchacho... Richard.— dice, recordando su nombre. La miro a los ojos, creo saber lo que está a punto de decir.—Lo mató ese bufón que me contaste, ¿cierto?

Asiento. A pesar de no querer sembrar pánico en ella, tampoco puedo mentirle. Además, yo ya le advertí el peligro y los riesgos que corría si permanecía a mi lado y ella decidió enfrentarlos. Aunque no se lo permitiré. Ni bien volvamos a la ciudad, es decir mañana mismo, la alejaré de mí. Y si ella no se marcha, me iré yo.

No puedo volver a Atlanta porque la policía de allí me debe estar buscando por cielo y tierra, pero puedo probar suerte en algún otro estado.

Por más bien que suene, esa idea no me agrada mucho. Me sentiría como una persona despreciable de solo pensar en marcharme y dejar a todos aquí, cuando un asesino los acecha.

—¿No tienen ni la menor idea de quién es?— indaga y yo sacudo la cabeza.—¿Ni siquiera la policía?

Vuelvo a negar.

Bianca me mira a los ojos con una mirada traviesa. La miro y sonríe.

Le hago un gesto con la cabeza, como diciendo ¿qué?

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