Capitulo 45

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"La lluvia cae porque las nubes ya no pueden soportar el peso

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"La lluvia cae porque las nubes ya no pueden soportar el peso. Las lágrimas caen porque el corazón ya no puede soportar el dolor."

NARRA ASHLEY

Apenas termino de leer el mensaje del asesino, comienzo a dirigirme hacia mi habitación con los pelos de punta. "Un regalito para ti..." Obviamente, eso no puede ser nada bueno y menos si proviene de aquel maniaco.

Abro la puerta de mi alcoba cautelosamente, como si esperase que el asesino me atacara apenas entre. La ventana que se encuentra junto a mi cama, la que da a la calle, está abierta de par en par y un viento suave pero glacial me sacude el cabello y las cortinas rosas vuelan por el aire. Yo recuerdo haberla dejado cerrada y dudo mucho que mi madre, que está cocinando abajo, la haya abierto.

Giro sobre mis propios pies y clavo la vista en el armario: está cerrado pero sé muy bien que oculta algo espeluznante del otro lado.

Mi celular vibra en mi mano y me hace sobresaltar. Tengo otro mensaje: "Vamos, ábrelo, no tengo todo el día."

Siento cómo un escalofrío gélido se apodera de mi espalda y se extiende por todo mi cuerpo. El bufón... me está viendo ahora mismo. Me está espiando.

Me vuelvo hacia la ventana, camino hacia ella y observo la calle, los árboles, los techos de las casas, cualquier cosa que le pueda servir a este psicópata para espiarme. No hay nada.

Entrecierro los ojos observando un punto lejano y cierro la ventana con toda la fuerza del mundo provocando un ruido sordo.

Me vuelvo a girar hacia el armario y guardo el celular en el bolsillo trasero de mi jean. Camino con pasos seguros y decididos hacia el mismo y apoyo ambas manos en las perillas de la puerta. Trago saliva, inhalo y exhalo y la abro de un tirón.

Las puertas se abren lentamente, como si quisieran darle un suspenso, y provocan un pequeño chirrido que no hace más que incrementar mi miedo.

Entonces, un cuerpo cae sobre mí provocando que caiga al suelo. Me retuerzo sobre el piso cuando reconozco que lo que cayó del armario, es el cuerpo de una persona muerta.

Grito a más no poder. El contacto frío de la piel de la víctima con mi piel cálida me hace temblar. Está cubierto de tierra, barro y gusanos, los cuales comienzan a deslizarse con voracidad por toda mi habitación.

—¡Mamá!— grito, esperando que venga rápido y me quite este cuerpo de encima, pero no aparece.

Me tuerzo una y otra vez en el suelo, con las lágrimas empapando mi rostro, hasta que por fin logro quitarme el cuerpo muerto de encima. Me levanto a la velocidad de la luz y corro hacia la puerta, me pongo contra la pared y lo observo mordiéndome las uñas.

Mi corazón late tanto que siento que está a punto de salirse de mi pecho, hasta oigo los latidos.

Enfoco la vista en el cuerpo: es de una mujer. Lo sé por el cabello enrulado, que ahora está lleno de suciedad. Fijo más la vista para tratar de reconocerla pero no sé quién es. Además, el cuerpo está boca abajo debido a que cayó sobre mí.

Cadena de homicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora