Capitulo 39

69 9 14
                                    

"El infierno está vacío, todos los demonios están aquí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"El infierno está vacío, todos los demonios están aquí."

—William Shakespeare

NARRA ASHLEY

Cuando el asesino termina de pronunciar esas palabras, oigo un pitido del otro lado del teléfono, indicando que él ha colgado. El celular se me desliza de los dedos y cae al suelo, provocando un sonido que no logra hacerme reaccionar.

Aún siento su respiración en mi cuello. Una oleada de terror nace en la boca de mi estómago y se expande hasta llegar a mi garganta, produciéndome un nudo de desesperación que casi me hace soltar unas lágrimas.

Lentamente, me giro sobre mis talones y quedo cara a cara con el bufón. Él ladea la cabeza a un lado, lo que interpreto como un saludo y me mira fijamente.

¿Qué hago ahora? ¿Corro y me escondo, me escapo, lo enfrento? Miles de opciones pasan por mi cabeza y ninguna acaba bien en mi mente. En todas termino muerta.

Le sostengo la mirada y sé que mis ojos se han cristalizado debido al terror.

La fuerte tormenta golpea con fuerza contra la puerta y por un momento deseo que la traspase y arrase con el asesino. Pero sé que eso no sucederá.

Trago saliva y comienzo a temblar. Este silencio es demasiado aterrador y espeluznante. ¿Qué está esperando para clavarme el cuchillo que trae en sus manos?

Es como si quisiera ver y analizar cada uno de mis movimientos. Como si estuviera interesado en saber cómo reaccionaré antes esta situación.

Pero ni siquiera yo sé cómo reaccionar. Estoy completamente hipnotizada, no solo por el miedo, sino también por su máscara, la cual destila desconfianza . El hecho de no saber quién es y que esa maldita máscara le cubra todo el rostro, me intranquiliza aún más.

En un movimiento rápido (que no sé cómo logré hacer), agarro el celular del suelo, rodeo al bufón y corro hacia la puerta de entrada. Está cerrada con llave. ¡Demonios!

La desesperanza se apodera de mí cuando descubro que las llaves que había dejado en la mesita de mármol no están. Oigo el tintineo que viene de donde me encontraba previamente y veo al asesino, sosteniéndolas entre sus dedos largos y enguantados.

Le escupo una mirada de odio y subo escaleras arriba, de dos en dos escalones, con el corazón latiéndome como si alguien, dentro de mi pecho, estuviera dándole martillazos.

No oigo pasos detrás de mí, por lo que deduzco que el bufón no me está siguiendo. De todas formas, antes de entrar en mi habitación, miro hacia atrás para corroborarlo. Cierro la puerta lentamente y me meto en el armario, trato de apenas respirar.

Lo que sí hago es llamar a la policía, pero cuando me atienden, no respondo. No puedo arriesgarme a hablar, ni siquiera a susurrar, pues el bufón podría estar detrás de la puerta ahora mismo. Además, si no contesto la llamada, la policía rastrea el número y envía un patrullero para verificar que todo esté en orden.

Cadena de homicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora