Capitulo 21

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"La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido

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"La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido."

—Gabriel García Marquez

NARRA ALEX

Abro los ojos debajo del agua y solo veo ramas, piedras y alguna que otra alga. Impulso mi cuerpo hacia arriba y quito la cabeza de debajo del agua. Respiro con desesperación mientras observo a mis alrededores. A lo lejos, distingo el puerto del cual el asesino me empujó y a mi izquierda, a unos cuantos metros, diviso una rampa que debe servirle a los barcos pesqueros.

Mi rodilla duele demasiado. Bajo la mirada y veo como esta destila cada vez más chorros de sangre. El agua marrón que se encuentra a mis cercanías, se tiñe de rojo.

Luego de recuperar un poco el aire, comienzo a mover ambos brazos y la pierna buena para llegar hacia la rampa. Quizá ahí pueda pedir ayuda o algo así. Lo que sé es que necesito salir de este rio embravecido ya mismo. No sé cuánto mas podré soportar.

Algo, que imagino que serán plantas acuáticos, se aferra a ambas de mis piernas y me dificulta aún más continuar. Como si no tendría ya suficiente con el disparo, parece que el rio tampoco está de mi lado.

Meto la mano lo mas hondo que puedo hasta llegar a mi pierna y me quito despacio las plantas que se han enredado. Son un poco viscosas y, obviamente, húmedas.

<<Deja de pensar en eso, Alex>> me reta mi conciencia. En lo único que tengo que enfocarme ahora es en llegar a aquella rampa. Con vida, preferentemente.

Me cuesta respirar, mi cuerpo se torna demasiado frío y descubro que he dejado de sentir los dedos. Pienso en Ashley y eso me motiva a continuar un poco más, pero cuando una pequeña ola rompe en mi rostro y me hace tragar agua, me es imposible seguir.

He ingerido más agua y suciedad que nunca.

Estoy cansado, helado y malherido. Siento como si mi rodilla estuviera a punto de explotar.

<<Ya está Alex>>, vuelve a decir mi subconsciente. No quiero darme por vencido pero no tengo más opción. La rampa aún está lejos y ya no puedo más.

Cierro los ojos y dejo que rio me envuelva.

—¡Hey! ¡Resiste!— oigo la voz chillona que viene de la rampa. Abro los ojos rápidamente y veo a una chica arrastrando un pequeño bote. Lo tira al agua, entra y comienza a remar hacia mi dirección.

Me quedo quieto, mirándola. Cuando llega, me ayuda a subirme.

—Mierda.— exclama al ver mi rodilla.— ¿Qué te ha pasado?

La miro pero no respondo. Me acuesto en el bote y miro hacia el cielo. Estoy salvado.

Aunque me haya salvado, no pienso responderle. No quiero contarle a una extraña todo lo que me está sucediendo.

Cadena de homicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora