El pueblo de Youngtown (Arizona) está en peligro: un asesino mata a diestra y siniestra a los habitantes.
Cuando un joven del instituto de Ashley Emmerson es detenido por haber sido declarado culpable se cree que la pesadilla ha terminado.
Pero no e...
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"Las almas más puras nunca nos dejan. Se quedan para ayudarnos a seguir de pie y enseñarnos que la vida es dolorosamente hermosa"
—Un mes después—
NARRA ASHLEY
El viento cálido sacude mi cabello rojizo hacia todos lados. El inmenso mar azul que tengo frente a mí arrasa con todo a su paso, hasta llegar a la orilla y que sus olas rompan para luego mojar mis pies con su agua tibia. Detrás de la inmensidad del océano se distinguen unas montañas, muy a la lejanía y apenas se ven como una sombra borrosa. También se distingue el sol, ocultándose en horizonte pintando el cielo de unos tonos anaranjados y rojizos. Pensaba esto cuando era pequeña y lo sigo manteniendo: no hay nada más hermoso que observar el atardecer en la playa.
Fijo la vista en la arena humedecida, observando cómo mis pies se entierran en la misma y sonrío. A mi izquierda hay un montón de gente tomando sol y algunos niños jugando a la pelota, corriendo de aquí para allá chapoteando sobre el agua de tanto en tanto.
A mi derecha, hay un conjunto de enorme rocas grises y algunas amarronadas. Algunas pequeñas olas espumosas llegan a ellas, chocando y bañándolas de agua salada.
Respiro el aire fresco que predomina en el ambiente y vuelvo a sonreír. Hacía ya mucho tiempo que no me sentía así de bien. Cuando Melany nos ofreció viajar, me pareció demasiado precipitado, pero ahora entiendo: viajar es la forma más rápida de curar el dolor.
Nosotros tenemos muchas muertes que superar y un dolor casi inimaginable para mitigar. Hemos perdido a amigos, familiares y conocidos y sé que ellos desearían que la pasemos bien, que cumplamos nuestros sueños y que no decaigamos. Es por eso que finalmente acepté la propuesta de mi mejor y ahora única amiga.
Una persona se posiciona a mi lado y mi corazón comienza a latir cuando siento su mano uniéndose a la mía. Giro un poco la cabeza y me encuentro con los hermosos y profundos ojos verdes de Frank, mirándome con una mezcla entre amor y admiración.
—¿Te gusta el lugar?—me pregunta, clavando la vista en el horizonte.
Asiento reiteradas veces y me acerco más a él, apoyando mi cabeza sobre su hombro. Él me besa la frente y sonrío.
Cuando le dije a mi madre que me iría de vacaciones con unos amigos y que entre ellos estaba Frank incluido, se negó a permitirme venir. Entiendo que él le parezca demasiado mayor para mí, puedo comprender eso porque incluso Frank lo creía, pero, afortunadamente, ahora termino aceptando lo que siente por mí. Ninguno de los dos sabemos con exactitud cuándo comenzamos a sentir amor, pero sí que ese amor puede luchar contra el qué dirán de la sociedad.
Al final, luego de abrir mi corazón ante ella y contarle que estaba enamorada de él, me permitió hacer lo que quiera.
—¡Hey, tortolitos!—la voz de Melany se oye detrás nuestro y ambos nos giramos. Lleva puesta una bikini de color rosa y trae una tabla de surfear en la mano. A su lado, está William, quien la mira completamente embobado. Aún tiene una venda en el pecho, justo donde Alissa le clavó el sable, pero su recuperación está respondiendo bastante bien. De hecho, hasta él ya se siente mejor y eso se nota.—Pensé en que podríamos surfear más tarde, ¿les parece?