Capitulo 4

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 "A los muertos no les importa cómo son sus funerales

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 "A los muertos no les importa cómo son sus funerales. Las exequias suntuosas sirven para satisfacer la vanidad de los vivos".

—Eurípides

NARRA ASHLEY

Siempre he sentido que mi cama, mi cuarto, son el mejor lugar para sanar el dolor. Uno simplemente duerme, y al dormir, olvida todo lo que le hace daño. Nos sumimos en nuestros sueños, nuestros deseos, viajamos por los lugares que alguna vez quisiéramos visitar o pensamos en aquellas cosas que desearíamos que nos sucedan. Es relajante.

Esta vez no es así. He dormido alrededor de doce horas y no puedo olvidar el dolor que sentí cuando el alemán dijo que Leila había muerto, y eso que ya pasaron seis días desde que me lo notificó. El dedo, el que me dejaron en esa caja, era de ella. ¿Por qué me pasa esto a mí? Pareciera que el asesino está matando a todas aquellas personas que asisten a mi instituto. ¿Será algo personal? Creo que eso está bastante claro.

Me levanto de la cama para agarrar la laptop y vuelvo a acostarme. Intentaré relajarme un poco mirando Netflix. Cuando la enciendo, me llega un mensaje a Facebook: es Alissa.

"Hoy a la noche nos juntaremos todos en un bar para hablar y consolarnos acerca de Leila. ¿Podrías venir? Te necesitamos."

No dudo ni un segundo. Tengo que ir, estar entre amigos que también eran amigos de Leila, me ayudará mucho.

Miro tan solo dos capítulos de mi serie preferida y cuando terminan me meto en la ducha.

Ya está por atardecer así que decido prepararme la ropa que llevaré al bar. Elijo un vestido rojo y unos tacones negros. Peino mi cabello rojizo y me maquillo. El tiempo ha pasado volando: son las 20:25 pm.

Agarro la cartera y bajo las escaleras. Saludo a mi madre y le digo que iré a cenar con mis amigos. No es necesario darle demasiadas explicaciones puesto que ella ya los conoce a todos.

Me acerco a la puerta dispuesta a esperar a Melany que me pasará a recoger con su auto.

La abro mirando hacia abajo y veo unos zapatos. Se me eriza la piel y voy levantando la vista cautelosamente.

Es un hombre. Es Alex.

Abro la boca por la sorpresa y mi mandíbula cae. Se suponía que él estaba en Atlanta visitando a sus abuelos. Es por eso que el viernes pasado le pregunté a Melany si él iría a la fiesta y me sorprendió saber que dijo que sí. Si estaba en Atlanta... ¿Cómo iba a ir a la fiesta? Nadie puede estar en dos lugares a la vez.

—¿Qué haces aquí?— pregunto bruscamente.

El sonríe de medio lado. Esa sonrisa... sensual.

—Vine a verte.— responde, se acerca y me planta un beso en los labios. Lo empujo con delicadeza.

—¿Estuviste en Atlanta todo este tiempo?— indago y él asiente. Entonces... ¿Por qué Melany me hizo creer que iría a la fiesta? O él está mintiendo, o ella me debe una explicación.—Me estaba yendo. Hoy me junto con los chicos.— le digo, cerrando la puerta de entrada. No quiero que mi madre sepa que Alex está aquí.

Cadena de homicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora