Alexis, así no se juega.
Pensé con miedo cuando lo vi tomar mi cuerpo, bajé la mirada y vi mis pies en el piso, más mis piernas extendidas como si estuviera de pie, él me tomaba por la cintura, lo máximo que llegué a sentir fue frío en el trasero, —en el que aún tenía sensibilidad por alguna razón y nunca me había gustado—, luego su agarre despareció dejándome ahí, no pasó ni un segundo para que yo cayera.
La gravedad reclamaba lo suyo y así como si algo me succionara, sentí el frío viento en mi cabeza y espalda indicándome que estaba cayendo aunque yo no lo creyera.
Sentí un vacío horrible amenazando con mi vida.
En menos de un segundo mi cerebro ya había producido la imagen de yo en el piso con las piernas rotas por la caída.
Aunque no sintiera las piernas, yo mismo consideraba que los huesos de estas eran tan frágiles que con un golpe se romperían, aunque creía ya haberlas golpeado varias veces y no se sentía —obviamente— nada.
Pero justo antes del impacto contra el piso, Alexis detuvo mi caída y me alzó, yo no me había dado cuenta de en qué momento comencé a lagrimear; estaba llorando y no me había dado cuenta, bueno aunque, con semejante susto era obvio que se me saltaran las lágrimas en cuestión de segundos.
Al abrir los ojos y ver su rostro de preocupación no pude evitar soltar un sollozo.
— Jordan... Fui un tonto, pensé que tal vez tus pies servirían de soporte pero...
— ¡Cállate! — le interrumpí con violencia en mis palabras, miré hacia otro lado tratando de mediar mi respiración para que mi llanto cesara.
El silencio invadió el lugar, en un segundo ya volvía a estar en mi silla, puse las manos en mi cara tratando de tranquilizarme. Realmente me había asustado mucho, mi corazón no paraba de latir con aceleración.
No sentí en que momento Alexis estuvo arrodillado enfrente de mí, limpió mis lágrimas con sus pulgares, como ya lo había hecho una vez antes, con un tacto bastante suave sentí sus manos cálidas sobre mi rostro, hizo varios de los mechones de cabello que caían sobre mi cara a un lado, me dedicó una sonrisa de labios cerrados y me abrazó. Como si nada, mis lágrimas dejaron de salir, solo que mis ojos se abrieron con grandeza al ser sorprendido con ese abrazo que fui correspondiendo de a poco dudando un poco.
No entiendo absolutamente nada de lo que hace este tipo, pero... M-me agrada.
Mis pensamientos me avergonzaban a mí mismo, ¿Quién en su sano juicio pensaría que le agrada un tipo que le causa sustos de muerte y sorpresas a cada momento?, exacto, un retrasado mental como yo.
A mí no me digas que te gustaría ser "discapacitado" y que te trataran como muñeco de trapo dejándote casi caer al suelo. Porque no se siente bien, olvídate de eso.
Cuando Alexis vio que yo ya estaba calmado me soltó, acarició mis mejillas una última vez y fue hacia atrás, ubicándose para empujar mi silla de ruedas.
— Trataré de ser menos tonto la próxima vez —, se disculpó al parecer, pero lo que realmente me molestaba era que creía que habría una segunda vez...
Aunque ahora que lo pensaba...
¿Segunda vez de qué?
...
Luego de eso, Alexis preguntó por mi dirección para llevarme a casa, se la di aunque no estaba seguro de que estaba bien ir a la casa en la que apenas vivía yo solo, con un "amigo" si así se le podía llamar al tipo insistente que últimamente se había juntado demasiado conmigo.
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Anquilosis
Teen FictionTal vez "amor" es una palabra muy complicada para alguien que ni sus propias piernas puede sentir. Tuvo una vida complicada, en donde toda cosa aparentemente buena que se manifestaba a su alrededor pronto perecía, por eso ni sus propios sentimientos...